domingo 23 de septiembre de 2018 | 1:30hs.
Por Victoria Bergunker interior@elterritorio.com.ar
Kitty Sanders (30), periodista rusa radicada en la Argentina, es una de
las caras de la lucha contra las redes de trata en el mundo. Durante
ocho años dedicó su vida a investigar estas redes de una manera poco
ortodoxa: se infiltró en ellas. Fue nudista, modelo erótica y
prostituta, con el único fin de entender desde adentro el funcionamiento
de este sector y así poder advertir sobre los mecanismos de captación
más comunes.
Esta semana visitó Posadas en el marco de la Semana Mundial de
Visibilización de la Lucha contra la Trata de Personas, y dio charlas
orientadas a estudiantes secundarios. “Pensaba investigar como cualquier
periodista: haciendo entrevistas. Pero fue un fracaso, me vendían
historias que no eran reales y ahí entendí que no hay otro método como
convertirse en una de esas chicas. En los camarines ellas me contaban lo
que realmente pensaban y sentían”, comentó en diálogo con El
Territorio.
A lo largo de esos ocho años, se infiltró en decenas de países de
Europa, Asia y América Latina y vivió todo tipo de situaciones que
marcaron su vida para siempre.
Abusos, torturas, golpes y amenazas, eran moneda corriente en su vida
diaria. Recuerda haber despertado en un baúl, en otro país. “Hace cinco
años estoy con psiquiatra y no me puedo curar. En estos años pasaron
muchas cosas, me golpearon y torturaron muchas veces, tengo marcas en
todo el cuerpo y la cara. Todas esas marcas se pueden esconder, pero las
que están en mi corazón, ¿cómo taparlas? No hay manera”, reflexionó.
Sin embargo, su experiencia le permitió escribir Prolegómenos al libro
Carne, material en el que cuenta detalladamente cómo operan las redes de
trata y brinda charlas en todo el mundo respecto al tema. Además,
practica y enseña diferentes técnicas de defensa personal.
Actualmente recibe amenazas de muerte por parte de proxenetas en ruso y
en español. Cuando este medio le preguntó en la entrevista si tenía
miedo, ella respondió: “Recuerdo cuántas veces tuve una pistola en la
boca, un cuchillo en la garganta, las veces que fui golpeada. Mi cuerpo
se acomodó a la idea de la muerte. Tengo mas bronca que miedo”. Es así
que aquello que comenzó como una investigación periodística, se
convirtió en su vida.
Sobre mitos y mecanismos
El trabajo fue arduo y hoy su vida corre peligro. Pero Kitty tuvo
siempre en claro su objetivo: desbaratar las redes y concientizar a la
población. Por eso se esfuerza constantemente en desmitificar ciertas
creencias que circulan sobre el tema.
La primera es que la reclusión es siempre física. En este sentido,
explicó que no siempre es necesario estar encadenada en un calabozo. Es
que la coerción más fuerte es jugar con la mente de las jóvenes. “Se
ocultan bajo la fachada de agencias de modelos, productores y hacen
ofertas laborales tentadoras. Después viene el chantaje y las amenazas.
Les piden fotos cada vez más eróticas y las usan para amenazarlas con
que se las van a mandar a su familia. Los proxenetas son muy
manipuladores, entonces le dicen: ‘Si te acostás con este hombre, yo no
mando las fotos’”.
El segundo mito es que los proxenetas son siempre hombres. Según sus
estadísticas, el 46% son mujeres. “El proxenetismo no tiene género. Es
una persona que decide ser un criminal”. Tanto es así, que las mujeres
se hacen pasar por amigas y generan empatía con otras, incluso de su
misma edad.
Así lo explicaba Kitty: “Te dicen, por ejemplo: ‘Estoy juntando plata
para ir a Europa, vamos juntas, podemos aprovecharnos de algunos hombres
para hacer plata rápido’. Entonces, a la mañana la chica está en el
colegio, a la tarde se prostituye para ‘juntar plata para irse a
Europa’, y la noche está en su casa con su familia.
¿Quién entiende que
está nena está siendo víctima de trata? Ni siquiera ella. Incluso ella
cree que está sacando provecho de la situación y tiene la esperanza de
salir. Este tipo de trata es muy difícil descubrir”. Esto es lo que se
conoce como “trata blanda”, es decir, no hay secuestro físico. “La jaula
está en la mente”, dijo.
Otro mito es que todas las víctimas son mujeres. Si bien es un
porcentaje mucho menor, también existen hombres que son víctimas de la
red de delincuencia.
La lucha continúa
El libro, basado en su investigación periodística, hoy significa para Kitty un verdadero factor de riesgo.
Sin embargo, a pesar de estar amenazada de muerte, decidió no bajar los
brazos y ahora más que nunca. “Tuve que cambiar mi domicilio y estoy
bajo protección del Estado. Me amenazan porque este libro daña el
bolsillo de los proxenetas. Les saca su mayor herramienta: las chicas.
Por eso quieren callarme”.
Sin embargo, desde que se levanta lucha contra el tráfico de personas.
Ahora, desde afuera. Pero haber estado adentro le dio la potestad para
entender y ya no hay marcha atrás. Kitty sabe que tiene un compromiso de
por vida con la población porque a eso dedicó gran parte de su vida.
“Hoy recibo muchos mensajes de chicas que me piden ayuda y eso hago",
concluyó.
Los números de la trata en Misiones
“El 84% de las víctimas de trata en la Argentina fueron
capturadas en Misiones”, sostuvo Sanders. En este sentido, explicó que
la mayoría son llevadas a Buenos Aires, porque es donde está el mercado
con más clientes. El rango etáreo más afectado es entre los 15 y 21
años, cuando las chicas son jóvenes, tienen sueños y quieren irse de sus
casas. Son la carnada más fácil.
“Vienen con ofertas tentadoras y por mucha plata, por ejemplo que van a
trabajar de niñeras en Buenos Aires por 20.000 pesos mensuales. Cuando
la chica llega se encuentra con otra realidad: el proxeneta la manda a
prostituirse y le dice: ‘¿No te gusta? Dormí en la calle’. La chica está
lejos de su provincia, sin plata… y lo hace. Es un esquema muy común”,
afirmó. Además añadió que muchas de esas chicas secuestradas en Misiones
son paraguayas y brasileras, ya que llegan a la Argentina con el sueño
de encontrar trabajo y se cruzan con estos criminales.