Sobrevivientes

sábado 24 de febrero de 2018 | 5:00hs.
Por María Marta Fierro
Por María Marta Fierro
El domingo 26 de febrero de 2017, ya casi en la siesta, Facundo ayudaba a su tío a acomodar las cosas para cerrar la verdulería. De pronto, una explosión tremenda y él tirado en medio del destrozo. Eso recuerda su madre. Él, nada. Un automovilista alcoholizado se cruzó en su vida para cambiarla para siempre.
El Chevrolet Classic fuera de control subió a la vereda, le destrozó una de las piernas y lo levantó con tal fuerza que el golpe al caer le lesionó una costilla que lastimó gravemente el pulmón.
Facundo pasó 25 días entre la vida y la muerte, internado más de un mes. Finalmente logró superar el momento crítico, comenzó una progresiva recuperación y pudo volver a su casa. Sin embargo, su vida no es ni volverá a ser la misma. Volvió a caminar hace tres meses, tiene que operarse nuevamente la pierna herida y una cicatriz en el pecho recuerda el daño en el pulmón. Y apenas tiene 16 años (página 22).
No hay día en el año sin que las irresponsabilidades en el tránsito dejen su marca indeleble en la vida de los misioneros. El 70 por ciento de los internados en la Unidad Crítica del Hospital Madariaga ingresaron por traumatismos graves como consecuencias de siniestros viales. En promedio tienen entre 15 y 30 años. La vida se juega en las calles, las avenidas, las rutas. Y en el caso de Facundo, en la vereda.
El médico Orlando Querencio señalaba a El Territorio tres curvas de mortalidad: los que mueren en el momento del impacto, los que no sobreviven al traslado y los que fallecen en los hospitales. Fuera de estas estadísticas quedan las vidas de miles de seres humanos transformadas tras el golpe irreversible de la inconsciencia al volante.

Por María Marta Fierro
Prosecretaria de Redacción
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