El puente de la furia

viernes 12 de enero de 2018 | 5:00hs.
Por Roberto Maack
Por Roberto Maack
Un día de furia es el título del thriller psicológico protagonizado por Michael Douglas y que trata sobre la tensión y la frustración que genera en muchas personas la vida moderna en las grandes ciudades. El personaje, un trabajador normal, tranquilo, se va transformando en un ser violento y desconocido a medida que va enfrentando las adversidades. En esta película, el proceso que sufre el personaje es una analogía casi perfecta de lo que pasa todos los días en el puente Posadas-Encarnación, trabado hasta lo imposible de un tránsito que no transita, valga el juego de palabras. Las dificultades que genera, larguísimas horas de fila y espera para cruzarlo, el intenso calor, transforma a las personas y al lugar en un espacio inhumano, irreconocible. Basta con pasar una tarde de calor en la fila sobre el puente para entender de lo que se trata. La pelea entre automovilistas (los que hacen fila) y los mototaxis (los que se ríen de las filas) no tiene más muertes (se tiran con los vehículos) por obra de la gracia divina. Otro capítulo para los autos que aprovechan un descuido y se adelantan burlando la espera de los demás. Resultado: bronca que se acumula. En el transporte público se respira la misma enajenación. Es un sálvese quién pueda. En la fila para hacer Migraciones bajo el sol, en la otra que sigue para hacer Aduana, donde la funcionaria de turno trata mal a la gente por las dudas. Después, subir de nuevo al colectivo es la ley del más fuerte, donde niños, mujeres y ancianos no tienen la más mínima consideración.
Puede aceptarse que agilizar definitivamente el tránsito en el puente requiera de tiempo y de inversiones. De la misma manera debe entenderse que alivianar la actual crisis, donde debería primar la cuestión humana (¿hay que esperar que se muera alguien?) es sólo una decisión política.

Por Roberto Maack
Jefe de Redacción
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