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Doce años de cárcel para albañil que dejó inválida a su mujer

viernes 15 de septiembre de 2017 | 5:00hs.
Doce años de cárcel para albañil que dejó inválida a su mujer
El fiscal puso énfasis en que el acusado era vehemente y amenazó de muerte a la víctima.
El fiscal puso énfasis en que el acusado era vehemente y amenazó de muerte a la víctima.
El albañil Pablo Jorge Roziski (42), quien hace poco más de dos años, en medio de una discusión, baleó y dejó inválida a su pareja, fue condenado ayer a 12 años de prisión de cumplimiento efectivo en la Unidad Penal III.
La determinación fue tomada por el Tribunal Penal de Eldorado, compuesto en este caso por los magistrados María Teresa Ramos, Lyda Gallardo y Sofía Kleimbelen. Luego de escuchar los alegatos de ambas partes, se inclinaron por una condena parecida a la solicitada por la parte acusadora. La defensa solicitó la absolución.
Iniciando la última jornada de debate, el fiscal Federico Rodríguez se explayó más de una hora sobre los sucedido aquel 18 de julio de 2015, en el barrio Quintas Altas de la localidad de Comandante Andresito, donde luego de una discusión de pareja el hombre efectuó dos disparos contra María Inés Kyocapumis, asestandole uno de ellos.
Como consecuencia del balazo en la zona intercostal, María está en la actualidad postrada en una silla de ruedas y, según sus propias declaraciones, “sin sensación del ombligo para abajo” y “sin control de esfínter” por lo que debe usar pañal de por vida.
En su exposición, previo a solicitar una condena de 14 años, Rodríguez ponderó el daño ocasionado a la mujer e hizo hincapié en que ese conflicto no se trató de una situación aislada porque la violencia era frecuente en la relación. “Según expresaron los testigos, las veces que la pareja discutía, que era habitual en la casa, había maltrato físico y si tenía el arma en la mano (por Roziski) le decía que la iba a matar”, subrayó, detallando agresiones como cachetadas, empujones, tiradas de cabello e incluso patadas, de acuerdo a lo expresado por los familiares en las testimoniales.
En esa misma línea, hizo foco sobre que al momento de efectuar los disparos. Lo hizo frente a un hijo menor (10 años) que estaba en la misma habitación e intentó interferir para evitar que su madre sea baleada, lo que terminó generando “un daño psicológico notable en el chico”.
Como único atenuante al conflicto, el fiscal recordó que en todas las declaraciones -incluso en las del acusado- se indicó que al momento de la discusión y de tomar el revólver, el condenado estaba en claro estado de ebriedad.

Violencia recíproca
La elevada condena solicitada para el albañil de la parte acusadora hizo que en su extenso alegato, el abogado defensor, Juan Pablo Fernández Rissi, solicitara la absolución y consecuente libertad de su defendido. Sostuvo con mucho convencimiento que “las pruebas rendidas en el debate no acreditan los datos que se necesitan para imponer una pena”.
El letrado particular argumentó su pedido en que los conflictos que se daban en la pareja, además de ser constantes, eran recíprocos. “Si bien están hechas las denuncias por amenazas y desobediencia, por una orden de exclusión del hogar que no se respetó, la propia mujer reconoció la reciprocidad de los ataques y que en la jornada del incidente, los dos estaban ebrios”, detalló.
Con respecto a eso, Fernández Rissi aseguró que su cliente padece una enfermedad relacionada con el consumo de alcohol y marcó que “la doctrina establece que en estado alcoholizado no debe imputarse una tentativa de homicidio, ya que lo que se demuestra es una voluntad genérica de agredir”.
También remarcó que luego de balear a su esposa el hombre “se dio cuenta de lo sucedido y fue él quien llamó a emergencias y hasta la ayudó a subir a la ambulancia. Después entregó el arma de manera voluntaria”, ponderó.
Más allá de eso los magistrados decidieron que Roziski cumpla 12 años de prisión. Lo declararon culpable del delito de “tenencia ilegal de arma de fuego y homicidio agravado por la convivencia en grado de tentativa”. La víctima, en tanto, seguirá viviendo en Andresito al cuidado de parientes que la ayudan a sobrellevar su vida en silla de ruedas.
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