La mejor inversión de la provincia

domingo 07 de agosto de 2016 | 6:00hs.
Si usted quiere explicar en Australia cómo es la provincia de Misiones, basta con mencionar la película La Misión para que su interlocutor entienda de qué se trata. No importa que gran parte de ella haya sido rodada en Cartagena y con indios colombianos: la gesta de las misiones jesuíticas está condensada en esa película de Roland Joffé y digo Australia como podría haber dicho Corea del Sur, Praga o Alaska. La película es de 1986, la protagonizan Robert de Niro, Jeremy Irons y Liam Neeson cuando eran jóvenes. Los tres son curas jesuitas en nuestras misiones justo en la época en que las tuvieron que abandonar por culpa de la codicia, la envidia y otros vicios del poder político y eclesiástico. La película tiene, además, la mejor música que produjo Ennio Morricone. Si no la vio vaya volando a comprarla a La Placita o búsquela en internet y dese una panzada esta noche. Si la vio usted ya sabe que vale la pena verla por lo menos una vez al año. Y si tiene auto ni lo dude: cómprese el cd de Ennio Morricone o bájelo de Spotify y recorra las rutas de Misiones con el tema El oboe del padre Gabriel.
Hasta donde yo sé, Misiones no puso un mango en esa película que hizo una propaganda bestial a la provincia. Es inimaginable en estos tiempos en que para ir al cine no hace falta ir al cine y la industria se financia con product placement, esa publicidad que consiste en mostrar marcas como sin quererlo en las escenas de las películas. Como sin quererlo o con toda la intención, como Federal Express en El náufrago o el Aston Martin -imposible en nuestras tierras- del agente 007 en las películas de James Bond.
Pensaba en La Misión cuando leía en el diario de ayer la noticia de la inauguración del nuevo centro de interpretación de la antigua misión de San Ignacio Miní. Si ha leído otras veces esta columna quizá recuerde que desde aquí he insistido en la necesidad de potenciar ese centro como los de todas las antiguas misiones. Insistí hace poco en que no debemos pensar con la visión codiciosa de quedarse con el resultado de los tickets que se venden para entrar a esos monumentos culturales. También en que dejemos de llamar ruinas a las misiones… Bueno, decía que si las vamos a llamar ruinas llamemos también Ruinas a la provincia que lleva el nombre de las Misiones del Guayrá, que dieron identidad a toda una región de América y del mundo.
Explica la nota de ayer que el miércoles estuvo en Posadas y en San Ignacio el ministro de Turismo de la Nación, Gustavo Santos, quien junto con el Gobernador Hugo Passalacqua y el ministro de Turismo de la provincia José María Arrúa, inauguraron el renovado Centro de Interpretación jesuitico-guaraní de San Ignacio. También estuvo presente el secretario general del Consejo Federal de Inversiones, Juan José Ciácera. Juntos firmaron convenios para la puesta en valor de las antiguas misiones y de otros destinos de la tierra colorada.
Nadie duda del atractivo turístico que tienen las misiones. Tampoco dudamos de la necesidad de mantener esas antiguas reducciones y de mejorarlas en la medida de lo posible. Hace tiempo que desde El Territorio hemos abogado por que se llegue al extremo de devolver a los jesuitas por lo menos una de las docenas de misiones de las que fueron injustamente expulsados en 1767. Hay de sobra como para que por lo menos una -y creo que debería ser San Ignacio Miní- sirva para que sean ellos mismos los que cuenten a los visitantes lo que hacían ellos mismos en esa reducción hace 400 años. Decía también que no hay mejor manera de conservar los edificios antiguos que mantenerlos vivos y que sería un avance fenomenal volver a techar una de esas antiguas iglesias, de modo que pueda volver el culto a uno de esos templos y con el culto la música maravillosa que se compuso en América en aquellos años.
Imagínese un festival bianual de música barroca americana en San Ignacio, a contra calendario del que se hace cada dos años en las misiones de Chiquitos en Bolivia. Así como hay gente que disfruta de la ópera en la Scala de Milán, vendrán amantes de la música de todo el mundo a disfrutar de las chirimías, arpas, laúdes y tambores en San Ignacio Miní y en otros enclaves jesuítico-guaraníes de la provincia, de Corrientes y de Paraguay y Brasil.
No hay en la provincia dinero mejor gastado -es pura inversión- que la puesta en valor de las antiguas misiones. Atraerán al turismo que deja mucho más dinero, pero también -y no es poca cosa- repercute directamente en la autoestima de los misioneros. Ojalá las autoridades de la Provincia y de la Nación no se cansen de mejorar nuestras misiones: hay objetivos para rato.

Por Gonzalo Peltzer
gpeltzer@elterritorio.com.ar