En Candelaria sigue viva la historia de un niño perdido hace unos 70 años

domingo 31 de agosto de 2014 | 2:00hs.
Evidencia del tiempo.
Evidencia del tiempo.
El arroyo se encuentra a pocas cuadras del casco céntrico de la localidad y encierra una historia que los adultos mayores de la localidad recuerdan con mucha tristeza por el matiz que la envuelve.
Pero los más jóvenes demuestran todavía cierto temor por la leyenda, ya que muchas veces, y más aun por las noches, cuando crece el arroyo o hay mal tiempo, aseguran que se escucha el llanto de un niño, de quien dicen es el alma en pena de un pequeño que por la década del '40, desapareció.
Según se pudo conocer, aquel niño, cuando aún el lugar no contaba con puentes para cruzar hacia el pueblo, iba a caballo para llevar los productos de la chacra a los pobladores del centro. Pero cuando crecía el arroyo, se tornaba casi imposible cruzar, ya que se caracterizaba por ser de una corriente muy fuerte, aún en su cause normal.
La semana pasada, El Territorio recorrió la zona y pudo comprobar que la leyenda tiene aún señales fuertes sobre lo que pasó con aquel niño de a caballo. Es que perdura en el tiempo una vieja cruz de madera incrustada en un añejo árbol, a la que llaman “la cruz de caravaca”, de color celeste, con una cinta antigua, tejida a mano, que habría sido de color blanca.
Roxana, una vecina del lugar, cuenta que se trata de un tema “muy particular", ya que en su casa, el suegro escuchó "voces al atardecer en el arroyo , y al acercarse, no encontró a nadie”.
La vecina del arroyo Niño Perdido relató además que “mi hermano, que vino de Buenos Aires, sufrió una experiencia muy fea. También dijo que, ya de noche, escuchó risas de un niño y él preguntaba quién andaba por ahí, y sólo se encontró con el silencio y el ruido del agua corriendo por el cauce”.
“Pero como vivimos muy cerca del arroyo, es como que nos acostumbramos, yo nunca escuché nada”, agregó Roxana, que sí admitió que “me pasa algo muy escalofriante, más aún si es al atardecer: no puedo cruzar el puente, salvo que alguien me acompañe”.
Nadie sabe a ciencia cierta qué edad tenía el niño cuando por entonces cabalgaba con los productos de la chacra para vender en el pueblo. Algunos dicen que su nombre era  Blas, pero tampoco se sabe exactamente la fecha en que habría ocurrido la tragedia. Sí recuerdan que al caballo en el que se movilizaba el niño se lo había encontrado, pero en cambio el cuerpo del niño nunca fue hallado.
Por la zona se asegura que como ese arroyo desemboca en el Paraná, seguramente fue llevado por la corriente aguas abajo de la localidad. Las historias se van perdiendo con el paso del tiempo y el cambio generacional.
En eso coincide la mayoría de las personas mayores con la que dialogó El Territorio. Pocos son los datos que se conservan de estos hechos ocurridos a comienzos y hasta la mitad del siglo 20 en la localidad. Candelaria está llena de historias, dicen, más que nada por ser un lugar estratégico, por haber sido cuna de las Misiones Jesuíticas.