Damas de buen beber

Ellas no van al gym, no se juntan a tomar un mate o un café. Hacen cursos de degustación para saber cómo y qué beber. Algunas son entendidas; otras apenas principiantes. Pero todas debaten sobre los parámetros de un buen vino.
domingo 06 de julio de 2014 | 0:00hs.
Damas de buen beber
Damas de buen beber

El vino, hasta hace un tiempo, parecía responsabilidad masculina. Pero, como todo en la vida, la premisa está cambiando. La imagen clásica en los supermercados, en la que la mujer enfilaba con el carrito para el lado de las verduras y el hombre, circunspecto, analizaba precios y etiquetas en la góndola de vinos ya fue. Hoy, quienes asisten a cursos, catas y vinotecas, son en mayoría mujeres.
El conocimiento sobre vinos se expande. Ellas quieren tomar decisiones cuando se enfrentan a la numerosa y variada oferta que encuentran a la hora de comprar, o bien, cuando salen a comer. Los cursos sobre vinos despiertan cada vez más interés. “Yo las respeto tremendamente como degustadoras, por lo general son mucho más perceptivas para los aromas. Y eso de que a las mujeres les gustan los vinos ‘femeninos’, ya pasó de moda. A ellas prefieren los vinos potentes, bien encopados”, afirmó Jorge “Dr. Drink” Amarilla.
Además, “al ser quien realiza las compras, es quien selecciona los alimentos, programa los platos, piensa el maridaje y elige los vinos de consumo familiar. Por eso las mujeres se enrolan en los cursos, para aprender y mantenerse informadas. No tienen preconceptos, son más proclives a recibir información”.
Para sumar otro dato sobresaliente, actualmente, la Escuela Argentina de Sommelier es liderada por Marina Beltrame, una precursora en el mundo del vino. No quedan dudas: ellas son protagonistas.
“Soy curiosa y me gusta saber lo que bebo”. Así comentó Julieta Ogguier, una de las mujeres que participó del primer encuentro del taller de vinos que se está realizando en Posadas de la mano de Amarilla. “Me gusta el vino, soy curiosa y me gusta saber qué es lo que bebo. Además me encanta combinar el vino con la comida”, dijo.
Según Julieta, el curso le sirve para aclarar ideas y continuar aprendiendo. “Me gusta participar de las degustaciones, además leo mucho sobre vinos. Cuanto más conocimiento se tiene, mejor se lo puede apreciar”, sostuvo.
Por su parte, Laura Espinosa, agregó: “Con mi marido compartimos el gusto por el vino. Él los prefiere más suaves y frutales, a mí, los tintos pasados por madera, fuertes, con cuerpo, con color y con aromas específicos. Es decir, con personalidad”.
En este sentido, se demostró que la mujer tiene menos prejuicios que el hombre para indagar, probar, buscar cosas nuevas; y también se deja asesorar mucho mejor que ellos. “Se puede conocer mejor los colores, sabores y sensaciones. Además, de las distintas variedades”, destacó Micaela Neuemdorf, estudiante de Gastronomía.
Un mundo por descubrir. “Llegando a los 30, descubrí que me gusta el vino, ahí me pregunté: ‘bueno, ¿qué vino me gusta? ¿Malbec? ¿Syrah? ¿Cabernet? ¿Con cuál me siento más cómoda? ¿Con qué lo combino?’ Y así poder armar mi propia bodega, con mis gustos personales y elegir el vino para acompañar determinadas situaciones de la vida”, aclaró la actriz María Bernardini, quien por segunda vez participa de estos talleres.
“No digo no a la cerveza, pero es una bebida más al paso, en cambio el vino con toda la historia y el valor agregado que tiene su elaboración, es una bebida a la que le tengo mucho respeto”, añadió.
Florencia Aguirre rompió sus relaciones con la burbujeante cebada, y empezó a indagar acerca de vinos. Es así que lo que comenzó con la lectura de páginas en internet, siguió con compras de diferentes productos en vinotecas; y terminó con la asistencia al taller de vinos. “Me gusta saber qué estoy tomando, disfrutarlo; y compartirlo”, señaló. Esto último quedó demostrado ya que fue ella quien acercó a varias de sus amigas a los placeres de esta antigua bebida. “Por ella comencé a tomarlo y juntas decidimos venir a la cata”, agregó Ivana Solonezen, amiga de Florencia.
El curso no sólo demostró el creciente interés de las mujeres por el vino, sino también dejó en claro que sobre gustos no hay nada escrito. Esto en referencia a que históricamente se decía que las mujeres preferían los vinos blancos y dulces. En el primer encuentro, de este curso de cuatro semanas, quedó confirmado que ellas gustan también de los tintos con cuerpo.
“Se está eliminando el mito de que a las mujeres sólo les gustan los vinos blancos y los dulces, de hecho en el grupo que realizó este curso les encantan los tintos. Aunque hay algunas para los que los dulces siguen siendo sus favoritos”, destacó el sommelier.


Temperatura justa
Amarilla explicó que la industria del vino desarrolló investigaciones para determinar la temperatura del vino. Una de las cuestiones mas importantes dentro de una experiencia de degustación. Dentro de los resultados se encuentran que si “bebemos un vino a temperatura ambiente, digamos a 25 o 30 grados de nuestro clima, estaríamos bebiendo más alcohol que otra cosa. De lo contrario si lo hacemos a muy bajas temperaturas, estaríamos bebiendo un líquido sin gusto a nada. Esto nos lleva a las siguientes recomendaciones: vinos tintos entre los 14º y los 18º. Vinos blancos, dulces y rosados entre los 12º y 14º. Espumantes entre los 10º y 12º. En estas temperaturas cada vino nos brindará todo su potencial aromático y lo mejor que tiene para darnos”.


Una noche de copas
En los encuentros, las chicas aprenden a tomar una copa por el tallo, como en su momento lo hacía el Conde Chicoff, a dejar reposar, girar el líquido en la copa, observar el color, sentir aromas y separar gustos.
“Lo que se hace es enseñar a conocer al vino”, sostuvo Amarilla. Dentro del aprendizaje de la degustación, las niñas experimentan sus tres sentidos. Primero el visual, que determina si tiene limpidez, tonalidad, y demás. Se toma la copa por el tallo, se inclina levemente y se observa contra un fondo blanco y con luz adecuada.
Sigue el olfativo. Donde se realiza un gesto que hasta poco tiempo atrás podrían haberse considerado un detalle de mal gusto: acercar la nariz a la copa, mientras se gira el cristal levemente. “Aparecen aromas frutales, florales, vegetales, especiados, animales. El vino tiene más de 5 mil componentes aromáticos”, aseguró Dr. Drink, aunque sólo se descifraron 500.
Después sigue el gusto. Pequeño sorbo, al que los expertos lo llaman ataque, primera impresión de todo el ritual. Los dulces aparecen primero, los ácidos y frutales después. Finalmente, los amargos, astringentes y demás.
Además, “busqué que las mujeres puedan tener un acercamiento al vino más descontracturado. En los encuentros realizamos juegos y concursos, donde las ganadoras se llevan premios deliciosos a sus casas, por ejemplo un champagne o un licor”.

Por Eugenia Laura Rossano