Tributo a un personaje aristobuleño

domingo 21 de agosto de 2011 | 0:00hs.
No sólo que fue un gran conocedor y perito de las costumbres populares regionales sino también su practicante nato. Muchos recuerdan sus ostentosas invitaciones a “espantar los malos agüeros de agosto con caña con ruda y después a compartir un jugoso asado de carne de búfalo” hacia fines de los 90.
¿El lugar señalado? su “Campito El Palenque” –más luego parque José Hernández- un anticipo terrenal del Paraíso en las altas sierras aristobuleñas, con generosas vistas sobre el valle Cuñá Pirú.
Pero, Rogelio Gabriel Ramírez tomó el camino de la Gloria  hace nueve años. Y pocos días atrás lo evocaron y homenajearon “casi a su estilo” –según el profesor Keko Bregagnolo- sus amigos, vecinos y familiares. En el mismo lugar, claro. Con caña con ruda, claro, y plantando nueve ejemplares de árboles misioneros –cañafístolas, lapachos, cedros, loros- en el pintoresco lugar que eligió para su mausoleo.
Gaucho por autodefinición, comerciante de a ratos, militante radical siempre, maderero, burrero, tradicionalista, político empedernido cumplió roles además como comisionado municipal, concejal, intendente y hasta legislador provincial.
Nacido en Concepción del Uruguay el 18 de noviembre de 1914, vivió sus años jóvenes en General Artigas, Itapúa, Paraguay. Comercializó madera paraguaya y misionera en su provincia y a la vuelta traía tropas a Misiones. A comienzos de 1953 se radicó definitivamente en Aristóbulo del Valle, involucrándose en diversas actividades: un aserradero y una ferretería llamados El Carretel, la posta El Jagüel, y hasta un cine. Con poca suerte para los negocios, se metió de lleno en la política hasta ser intendente.
A él se le debe el mote “futura ciudad mediterránea” para Aristóbulo del Valle. Ayudado por su gran amigo Atilio César Errecaborde concretó –siendo aquél vicegobernador- el Ciclo Básico Nº 3, hoy Escuela Normal 6, el Banco Provincia y con los dirigentes locales de su época ideó la “colocación de la piedra fundamental del núcleo poblado” el 3 de octubre de 1961. La colonia fue creada en 1921, la Comisión de Fomento en 1951, pero desde entonces fue esa la fecha instituida oficialmente para las celebraciones. Justo, también, día de Santa Teresita, Patrona Espiritual de esta comunidad. Con la presencia –entre muchos otros- del entonces gobernador César Napoleón Ayrault y el obispo Emérito de Misiones Jorge Kémerer.
Fundó con sus contemporáneos el Centro Cultural Dr. Aristóbulo del Valle, institución social, deportiva y cultural que cuenta con amplio parque en la periferia urbana; encabezó en los 90 una cruzada reuniendo miles de firmas, más apoyo de los intendentes municipales de Misiones, Paraguay y Brasil reclamando la construcción del puente internacional Alba Posse-San José de Mauá. Excéntrico para todo, sus amigos guardan un rico anecdotario de sus ocurrencias. En un desfile de fiesta cívica –año 1961- se puso a desfilar a las banderas de todas las naciones latinoamericanas. Hubo dudas para portar la insignia de Cuba –país que por entonces se liberó del yugo norteamericano para incorporarse a la órbita soviética- entonces Ramírez tomó él mismo la bandera y se presentó con ella desvergonzadamente. En la lista de sus ocurrencias está la tumba de su caballo “Caburé” al lado de su casa.
Eternamente parado. Cinco años antes de morir, él mismo se encargó de diseñar su parque privado El Palenque en la cima de uno de los cerros más altos de nuestro lugar. Allí colocó un busto de uno de sus personajes argentinos más admirados: su comprovinciano José Francisco Pancho Ramírez –el Instituto Ramiriano de Entre Ríos sostiene que hay raíces comunes-; en 2002 hizo lo propio con el busto de José Hernández, autor del inmortal Martín Fierro, “su Biblia”. La obra es del escultor y docente “panza verde” Eduardo Sánchez Solá, hoy radicado en Panambí.  Por esos años el parque José Hernández pasó a ser recinto sagrado de encuentros amistosos y juegos populares. Sin faltar asados de búfalo, regados previamente con aperitivos caseros.
Entre esos monumentos mandó construir su propio mausoleo, adornado con ganchos de hierro para que sirviera de palenque a los jinetes de los tiempos posteriores.
Falleció el 1 de agosto de 2002. Fue sepultado respetando su idea: de pie, como dejó testificado ante escribana pública. Porque según su propia letra “”la razón es que tengo 3 enemigos sobre la tierra: la mosca, la rata y la cucaracha. Por lo tanto no quiero que esos inmundos bichitos se sirvan de mis ojos, mi cerebro y mi corazón”.
Controvertido, amigable, mitómano, original. Rogelio Ramírez fue homenajeado en su tumba por su viuda Margarita, hija Cintia, acompañados de muchos vecinos, amigos, admiradores y curiosos. Con los códigos y ceremonias que él mismo solía practicar…
Una frase. “El cambio fue brusco, pero no me arrepentí.  ¿Dónde hay clima mejor que en esta región?" solía preguntarse este buen vecino. “En toda América no existe. Si no, que me lo demuestren. Tuve mis encuentros desagradables, por ejemplo con la garrapata de monte, que al arrancarla dejaba llagas. Acá se duerme tranquilo. Llevo un estricto control desde que vivo acá. Y nunca nos pasamos del mínimo de 8 heladas y un máximo de 13 por año. Tenemos un mes y medio de verano, otro tanto de invierno y 9 meses de primavera. ¿Dónde se da eso? En ningún lado", había sentenciado en la última entrevista con este diario.