Misiones despedirá hoy a su gran poeta y músico

Varias veces le vio la cara a la muerte. Por eso vivía sus últimos años como si fueran un milagro. Ayer a las 9.30, a la edad de 75 años, José Vicente Cidade partió para siempre al paraíso de armonías que presintió en vida y volcó en sus composiciones.
miércoles 13 de julio de 2005 | 0:00hs.

Varias veces le vio la cara a la muerte. Por eso vivía sus últimos años como si fueran un milagro. Ayer a las 9.30, a la edad de 75 años, José Vicente Cidade partió para siempre al paraíso de armonías que presintió en vida y volcó en sus composiciones.
A las 14.45, sus restos llegaron a la Casa de la Cultura de Garupá donde será velado hasta hoy a las 9.30, cuando comience su lento camino final hacia el cementerio El Portal. La comitiva se detendrá frente a la estatua del Andrés Guacurarí, sobre la ruta 12 en el acceso a Garupá, donde se entonará "General indio", canción de Cidade al caudillo guaraní y que es himno de la localidad.
Cidade luchaba con la muerte desde fines de junio. Se encontraba internado hace 17 días en terapia intensiva del Sanatorio Boratti y conectado a un respirador artificial desde el pasado 4 de julio. Sin embargo, hacía más de dos meses que su salud se había deteriorado seriamente.
Imágenes de Vicente en distintos escenarios, recibiendo homenajes, honrando a San José patrono de Posadas, con el grupo  Posadas Marangatú que fundó, tocando el violín para la Virgen de Loreto de quien era devoto, decoraban las paredes de la Casa de la Cultura que hizo de sala velatoria. Colegas misioneros, artistas, amigos y vecinos de Vicente pasaron ayer para despedir al músico que ayer descansaba cubierto con la bandera de la provincia a la que cantó con su poesía y su música. El sacerdote David Mau, de la parroquia de Fátima, presidió una oración por su eterno descanso.
Hermelinda, compañera del músico en los últimos años, "Mainumby" (picaflor en guaraní) como él la llamaba con cariño, lo recordó "siempre escribiendo", hasta el final.  Recordó que por su peña El hormiguero, en Buenos Aires, pasaron grandes músicos argentinos como Mercedes Sosa, Coco Díaz, María Elena o Los Indios Tacunau, a quienes hasta puso el nombre. "Era un caballero, una gran persona", lo definió.
Vicente presintió la muerte. El domingo anterior a su internación le pidió a Hermelinda que lo lleve hasta la iglesia de Loreto. Allí, frente a la imagen de la Virgen, tocó el Ave María en su violín, a pesar de encontrarse en silla de ruedas. Era esta imagen la que había visto en una larga agonía cuando ya estuvo al borde de la muerte. Pero esa vez regresó.
Uno de sus cinco hijos, Fernando Cidade (32) estuvo ayer en el velatorio. Residente en Buenos Aires, llegó hace diez días a la ciudad para despedirse de su padre. "Lo mejor que tengo de mi papá, es la gente que lo recuerda, su forma de vida", reflexionó.
"Vicente era uno de nuestros principales líderes", lo calificó el maestro Ricardo Ojeda. "Hizo mucho por la música misionera. Es una gran pérdida", afirmó. "Era amigo de todos, muy humilde, nunca tuvo enemigos. Era un excelente compositor, constantemente andaba con lápiz y papel pentagramado", lo describió.
"Lo recordaré por la firmeza con que defendía lo que quería", sostuvo la cantante María Ofelia. "Hace tres o cuatro meses vine a visitarlo. Cantamos juntos Colono misionero, un tema suyo que grabé. Me contó la historia de esa canción y de muchas más. Era tremendo su entusiasmo", dijo. "Vicente hizo un gran aporte a la música misionera, no sólo con lo que decía o hacía, sino con lo que era como persona", opinó.
"Todos los músicos lo recordaremos con un gran respeto", expresó el bandoneonista Chaloy Jara. "Escribió nuestros paisajes de Misiones, llevó nuestra música por todo el mundo, era un excelente compositor", destacó.
Una estatua congelará la imagen de Vicente con su violín en tamaño natural. "Tendrá 1,65 metro", informó Mauricio Maciel, escultor, amigo del músico y responsable del proyecto. El monumento será colocado en la plazoleta de Ñu Porá que ya lleva el nombre del artista.


Conoció el dolor, pero se fue con el reconocimiento de su gente

POSADAS. Vicente Cidade nació en Posadas. Tuvo una infancia triste. No conoció a su padre Gumercindo Cidade, un panadero. Su madre, Dolores de Morel, lo dejó, junto a sus hermanos, para ir a trabajar a Buenos Aires. Tenía cuatro años y quedó a cargo de sus tíos en Santa Ana.
Violinista, autor y compositor, no le faltaron reconocimientos, ni fama. A los 18 años ya escribía música regional. "El mensú se grabó en doce idiomas y Zorzal tempranero se escucha en París, qué más puedo pedir", dijo alguna vez.
Sin embargo, conoció tiempos duros: enfermedad, estrechez económica, altibajos en su carrera, crisis personales. Y hablaba de ellos con serenidad, agradecido a quienes lo ayudaron.
"El proceso militar me obligó a retirarme. Se cometió una injusticia conmigo y mis canciones estuvieron prohibidas por siete años", recordó en una entrevista. Para Vicente, ese fue el punto de partida de varias pérdidas: la familia, el patrimonio. Se refugió en el Brasil de donde regresó para radicarse en Buenos Aires cuando se resintió su salud.
Tuvo cinco hijos y cuatro nietos. El mayor, Guillermo Cidade, "me salió rockero", decía en referencia al fundador y vocalista del grupo de hardcore Masacre.
Alguna vez contó a este diario que con quince años partió de Posadas a Buenos Aires y lavando platos y estudiando de noche, se encontró con la música.
"Tenía 19 años cuando escribí la música de El Mensú", recordaba sin una pizca de soberbia. Regresó a Posadas hace 18 años, ya con serios problemas de salud. Y la ciudad le hizo un lugar de reconocimiento. Integró el elenco de artistas de la Municipalidad de Posadas y años más tarde se radicó definitivamente en Garupá, donde era director de Cultura.
En 1993 tuvo un infarto. Solía decir que volvió a la vida. "Me mandaron de vuelta", bromeaba recordando que estuvo 30 días inconsciente y que le realizaron cuatro by pass. Años más tarde sufrió un derrame cerebral.
A pesar de su deterioro físico, no detuvo su producción. Su canción a la costanera, "Balcón de Posadas", fue colocada en el principal paseo de la ciudad, tallada sobre una plancha de piedra, en el mirador que recibió su nombre.
También recibió el Mensú de Oro en el Festival de la Música del Litoral y el año pasado, cuando el artista superó otra crisis de salud, el Centro Cultural Misiones fue rebautizado con su nombre.
"He sido un receptor del creador, hasta cuando duermo escucho la música en mi cabeza. Por eso estoy tan agradecido", contó ya en su madurez. "No me achicó el paso de la enfermedad o la injusticia, tampoco sé si tuve bajones o en realidad fueron escaladas de ascenso, sigo creando, estoy en lo mío, con mi gente".


El zorzal misionero dejó  como legado exquisito el caudal de su arte

POSADAS. Se apagó la vida de aquel muchacho que conocimos en los primeros festivales de la Música del Litoral, que llegó a su tierra natal con su amado violín a cuesta, sencillo y sin ninguna jactancia. La muerte se llevó su sueño dorado: el anhelo del estreno de una de sus mayores obras, “Jesús música y luz”, que le quitó el sueño y horas de recogimiento espiritual, inspirado en la lectura de la Biblia. A Vicente Cidade lo hemos tratado hace años. Con esa trasparencia que lo hacía peculiar. Recién cuando en los primeros simposios del Festival del Litoral un colega levantó su voz en el auditórium para decir "Un momento, Vicente aquí presente, es el creador de la música, el del ‘El Mensú’". Su modestia no le permitía aclarar ciertos equívocos de entonces.
Pero Vicente se ganó el respeto, la admiración de quienes lo trataron, por su hombría de bien. Causó honda consternación su deceso, al mismo tiempo sabemos que el artista presintiendo su partida, había expresado su deseo de ser enterrado en Garupá y que esperaba que los músicos se reunieran para ejecutar una de sus entrañables creaciones musicales "El zorzal tempranero". El lo había grabado acompañado de su inseparable violín.
No fue músico por el solo hecho de haberse especializado en esa disciplina, lo hacía intuitivamente, porque nació para ello, así lo declaraba.
Hemos publicado varias veces sus temas tanto poéticos como musicales y Cidade nos había contado su vida y cómo nacieron sus obras. Entre sus temas, citamos "Carbonero" con letras del misionero Aldo Ariel, grabado por Mercedes Sosa. "María del Paraná", inspirado por la lavandera María, del pueblo Santa Ana. “El zorzal tempranero" grabado por el arpista José Luis Alderete, ejecutado en Suiza y Alemania. “Costera", grabado en Japón por la cantante de tango Graciela Susana. "La canción del Iguazú" y tantos otros grabados por Ramona Galarza, María Elena, Los Indios Tacunau y César Isella.
Vicente relataba su vida pobre, su niñez triste y de trabajo de los "mboriajú", (pobre). De su ida a la Capital Federal, donde debido a su poca instrucción estudiaba de noche la primaria. Hablaba con cariño de sus padres, hermanos, entre ellos Julieta, Ramón, Julio, Osvaldo (fallecido muy joven). En Buenos Aires trabajó como extra en la película de Armando Bo "Pelota de trapo". Fue lavacopas, se empleó en frigoríficos y justamente siendo empleado de un bar, a los 20 años, como Cidade silbaba bajito, su patrón Eduardo González Huber, le preguntó un día "¿Te gusta la música, el violín? Si te gusta te regalo el mío".  Aquel gesto le dio pie para que entre en el Conservatorio de Música Silvestri, del barrio Barracas. Después, trabajando en un restaurante, entró en el Conservatorio Manuel de Falla, dependiente de la Municipalidad de Buenos Aires. Aprendió música clásica, se recibió de profesor de violín e ingresó en  orquestas sinfónicas.
Nos relataba la verdadera historia de cómo nació El Mensú, en un colectivo en Buenos Aires, cuando tarareó la música y le dijo a su hermano Ramón, “hay que crear un tema para Misiones”. Creó sus primeros versos y su hermano agregó casi toda la obra poética.
Solo resta esperar que las personas competentes se interesen para que su obra máxima, la cantata "Jesús, música y luz",  sea puesta a escena y estrenada.

Mercedes Villalba