“Quise especializarme para ayudar a chicos enfermos”
Raquel Noemí Staciuk es la misionera que integró el equipo de médicos del Garrahan que realizó un inédito trasplante con células de cordón umbilical de donante no familiar a un bebé de diez meses
sábado 14 de mayo de 2005 | 2:00hs.
Su nombre es Raquel Noemí Staciuk y es especialista en hemotología pediátrica, integrante del equipo de trasplante de médula ósea del Hospital Garrahan de Buenos Aires que el jueves realizó una operación inédita, a nivel mundial, con células de cordón umbilical de donante no familiar a Santiago, un bebé de diez meses, que padece una extraña enfermedad.
Staciuk, de 38 años, se desempeña en el área desde hace ocho y hasta el momento lleva realizados más de 50 trasplantes. “Cada trasplante que realicé me aportó una nueva experiencia porque si bien puede ser que las patologías sean parecidas o similares, siempre cada caso es individual y te llega de manera distinta porque el paciente te tiene que llegar y uno se tiene que ‘involucrar’ como para querer ayudarlo. En este trabajo nosotros aprendemos a conocerlos y a quererlos porque estamos muchísimo tiempo con cada uno de nuestros pacientes. Nos involucramos con las familias, participamos en un montón de situaciones y es así como cada caso, el dolor y el sufrimiento, te enriquece como ser humano”, dijo.
Aunque es una especialidad que la apasiona, la profesional reconoció que se trata de una enorme responsabilidad, lo cual la obliga a realizar el trabajo lo mejor posible.
“Yo creo que si uno se arma de una coraza no podría trabajar en esto porque hay que involucrarse con cada caso para salir adelante. Uno ve a la familia o en este caso a la madre que viene desde el interior, aterrada por la muerte de sus chicos, y saber que somos personas que contamos con las herramientas, dentro del país y en un hospital público, como para ayudarla es algo realmente maravilloso”, agregó.
“No nací para ser médica”
La mujer cursó sus estudios secundarios en el colegio San Basilio Magno en El Palomar de Posadas, barrio en el que su familia reside actualmente, y siguió su carrera universitaria en La Plata. “No nací para ser médica pero elegí la carrera porque siempre me gustaron las cuestiones humanitarias, todo lo que tenga que ver con la atención al paciente. Una vez que empecé la carrera de medicina me di cuenta de que realmente me gustaba, y más tarde decidí inclinarme no por la atención de los chicos sanos, sino por ayudar a los chicos enfermos”, contó.
Lo bueno y lo malo
Staciuk señaló que lo más lindo de su profesión es poder ofrecer algo tanto al paciente como a sus familiares, “porque lo más triste es cuando no podés hacer nada... y me tocó decirlo un par de veces”.
Para Raquel, hay casos en los que no hay tratamientos curativos y comunicar esto a los familiares es una tarea muy dura que no cualquiera lo puede hacer.
“Hay que decirles la verdad a los familiares y eso es algo realmente duro. La primera vez que me tocó comunicar esto busqué hacerlo de la manera más simple. Me costó un poco, sobre todo porque se trata de una noticia terrible. Pero siempre te sorprende la respuesta de las familias porque en el fondo, tienen esperanzas, pero saben que la cosa es muy grave, entonces uno debe buscar la manera más humana y simple posible de decir la verdad”.
Por otro lado, Staciuk mencionó que lo reconfortante de la profesión es que forma parte de un equipo de trabajo muy bueno. “Porque por ahí se puede contar con un montón de medios, pero si el equipo humano no trabaja en forma coordinada, no se pueden lograr las cosas”.
Y agregó: “estoy muy contenta de ser parte de un centro que puede brindar este tipo de logros y no lo siento como algo personal, en absoluto, porque sola no podría lograr nada. Más bien lo tomo como parte del equipo que tengo, el cual trabaja para que las cosas funcionen y que intenta hacer lo mejor”, concluyó la especialista.
Un trasplante inédito a nivel mundial
Raquel Staciuk explicó a El Territorio que el pequeño Santiago (el niño trasplantado), padece de una inmunodeficiencia combinada severa por déficit de antígenos de clase II. Es una patología sumamente rara en la que se hace contacto con un cuerpo extraño y no se le puede hacer frente, “es decir, no se pueden fabricar los anticuerpos en forma adecuada para deshacerse de las infecciones”. Es que existe un punto dentro del sistema inmunológico donde la cadena está cortada, eso hace que el paciente sea susceptible de una serie de infecciones que podría llegar a matar a los que la padecen si no tienen posibilidades de un trasplante. “Se mueren de un cuadro infeccioso, cualquier germen puede llegar a hacer estragos dentro del organismo porque no tiene cómo defenderse, una gripe puede ser mortal”.
Santiago cuenta con un antecedente de cuatro hermanos que murieron antes de cumplir el año, lo que hizo que el equipo de médicos comenzara a investigar una serie de enfermedades que no son frecuentes y el servicio de inmunología logró hacer este diagnóstico. Un caso muy raro en el mundo donde se conocen un total de 20 afectados.
El pequeño ya había recibido el trasplante de médula de su madre, pero no sirvió. “Entonces la mejor chance que tenía para curarse era encontrar un donante compatible que le diese una médula sana, pues en su familia no hay donantes”.
Desde el Garrahan se inició la búsqueda mediante el Incucai y recibieron la respuesta de un banco de Nueva York donde existe un hijo de una madre guatemalteca cuyas características genéticas son idénticas a las de Santiago. Se trajo la sangre del cordón umbilical en estado de congelación y se la infundió el jueves. La operación fue un éxito y pasadas 36 horas no hubo complicaciones. “Hay que esperar a que la médula trasplantada se prenda a su cuerpo”.
Staciuk dijo que el porcentaje de que el trasplante funcione es solamente del 40 por ciento. “En el caso de que esto no suceda sería un problema terrible para el chico porque no hay tratamiento paliativo. Sólo quedaría sostenerlo, por las infecciones, pero con el tiempo no sobreviviría. Todo depende de cómo vaya evolucionando y en qué momento se presenten las complicaciones”, finalizó.
Staciuk, de 38 años, se desempeña en el área desde hace ocho y hasta el momento lleva realizados más de 50 trasplantes. “Cada trasplante que realicé me aportó una nueva experiencia porque si bien puede ser que las patologías sean parecidas o similares, siempre cada caso es individual y te llega de manera distinta porque el paciente te tiene que llegar y uno se tiene que ‘involucrar’ como para querer ayudarlo. En este trabajo nosotros aprendemos a conocerlos y a quererlos porque estamos muchísimo tiempo con cada uno de nuestros pacientes. Nos involucramos con las familias, participamos en un montón de situaciones y es así como cada caso, el dolor y el sufrimiento, te enriquece como ser humano”, dijo.
Aunque es una especialidad que la apasiona, la profesional reconoció que se trata de una enorme responsabilidad, lo cual la obliga a realizar el trabajo lo mejor posible.
“Yo creo que si uno se arma de una coraza no podría trabajar en esto porque hay que involucrarse con cada caso para salir adelante. Uno ve a la familia o en este caso a la madre que viene desde el interior, aterrada por la muerte de sus chicos, y saber que somos personas que contamos con las herramientas, dentro del país y en un hospital público, como para ayudarla es algo realmente maravilloso”, agregó.
“No nací para ser médica”
La mujer cursó sus estudios secundarios en el colegio San Basilio Magno en El Palomar de Posadas, barrio en el que su familia reside actualmente, y siguió su carrera universitaria en La Plata. “No nací para ser médica pero elegí la carrera porque siempre me gustaron las cuestiones humanitarias, todo lo que tenga que ver con la atención al paciente. Una vez que empecé la carrera de medicina me di cuenta de que realmente me gustaba, y más tarde decidí inclinarme no por la atención de los chicos sanos, sino por ayudar a los chicos enfermos”, contó.
Lo bueno y lo malo
Staciuk señaló que lo más lindo de su profesión es poder ofrecer algo tanto al paciente como a sus familiares, “porque lo más triste es cuando no podés hacer nada... y me tocó decirlo un par de veces”.
Para Raquel, hay casos en los que no hay tratamientos curativos y comunicar esto a los familiares es una tarea muy dura que no cualquiera lo puede hacer.
“Hay que decirles la verdad a los familiares y eso es algo realmente duro. La primera vez que me tocó comunicar esto busqué hacerlo de la manera más simple. Me costó un poco, sobre todo porque se trata de una noticia terrible. Pero siempre te sorprende la respuesta de las familias porque en el fondo, tienen esperanzas, pero saben que la cosa es muy grave, entonces uno debe buscar la manera más humana y simple posible de decir la verdad”.
Por otro lado, Staciuk mencionó que lo reconfortante de la profesión es que forma parte de un equipo de trabajo muy bueno. “Porque por ahí se puede contar con un montón de medios, pero si el equipo humano no trabaja en forma coordinada, no se pueden lograr las cosas”.
Y agregó: “estoy muy contenta de ser parte de un centro que puede brindar este tipo de logros y no lo siento como algo personal, en absoluto, porque sola no podría lograr nada. Más bien lo tomo como parte del equipo que tengo, el cual trabaja para que las cosas funcionen y que intenta hacer lo mejor”, concluyó la especialista.
Un trasplante inédito a nivel mundial
Raquel Staciuk explicó a El Territorio que el pequeño Santiago (el niño trasplantado), padece de una inmunodeficiencia combinada severa por déficit de antígenos de clase II. Es una patología sumamente rara en la que se hace contacto con un cuerpo extraño y no se le puede hacer frente, “es decir, no se pueden fabricar los anticuerpos en forma adecuada para deshacerse de las infecciones”. Es que existe un punto dentro del sistema inmunológico donde la cadena está cortada, eso hace que el paciente sea susceptible de una serie de infecciones que podría llegar a matar a los que la padecen si no tienen posibilidades de un trasplante. “Se mueren de un cuadro infeccioso, cualquier germen puede llegar a hacer estragos dentro del organismo porque no tiene cómo defenderse, una gripe puede ser mortal”.
Santiago cuenta con un antecedente de cuatro hermanos que murieron antes de cumplir el año, lo que hizo que el equipo de médicos comenzara a investigar una serie de enfermedades que no son frecuentes y el servicio de inmunología logró hacer este diagnóstico. Un caso muy raro en el mundo donde se conocen un total de 20 afectados.
El pequeño ya había recibido el trasplante de médula de su madre, pero no sirvió. “Entonces la mejor chance que tenía para curarse era encontrar un donante compatible que le diese una médula sana, pues en su familia no hay donantes”.
Desde el Garrahan se inició la búsqueda mediante el Incucai y recibieron la respuesta de un banco de Nueva York donde existe un hijo de una madre guatemalteca cuyas características genéticas son idénticas a las de Santiago. Se trajo la sangre del cordón umbilical en estado de congelación y se la infundió el jueves. La operación fue un éxito y pasadas 36 horas no hubo complicaciones. “Hay que esperar a que la médula trasplantada se prenda a su cuerpo”.
Staciuk dijo que el porcentaje de que el trasplante funcione es solamente del 40 por ciento. “En el caso de que esto no suceda sería un problema terrible para el chico porque no hay tratamiento paliativo. Sólo quedaría sostenerlo, por las infecciones, pero con el tiempo no sobreviviría. Todo depende de cómo vaya evolucionando y en qué momento se presenten las complicaciones”, finalizó.