Del 90 al presente, los héroes se reciclan

Domingo 6 de octubre de 2013
Javier Figueroa. | Es docente de Literatura Argentina en la Unam. | Foto: Marcos Otaño
Los duendes del monte misionero se reúnen atormentados porque ya nadie les tiene miedo. Algo consume el tiempo de sus potenciales víctimas a las que ya ni siquiera les interesa dormir la siesta. Esto no puede seguir así: hay que hacer una huelga. El padre misionero Antonio Ruiz de Montoya se pregunta un día si esta cruz por la que vive y lucha no es a su vez una espada, una herramienta de esclavitud. Andrés Guacurarí, el héroe guaraní vencedor en tantas batallas, no puede sin embargo descubrir al enemigo entre sus propios amigos que lo traicionan.
De la pluma de Roberto Abínzano, Víctor Manuel Verón y Jorge Luis Lavalle, los tradicionales personajes misioneros se ponen en nuevos escenarios, se hacen preguntas inéditas, se muestran como nunca antes a los lectores. Estos textos son parte de las producciones literarias misioneras más recientes, las que hoy se ofrecen en las librerías y que dan una vuelta de tuerca a los relatos tradicionales.
Un grupo de investigadores misioneros dirigidos por Javier Figueroa –docente Literatura Argentina de la carrera de Letras de la Unam- trabaja en estos textos que aparecieron después de los 90 y hasta el presente.
Consultado sobre el canon de libros que un misionero debería leer, el docente advirtió que en caso de hacerlo hay que explicar qué criterios se pusieron en juego. “Si uno busca canon en el diccionario, primero hay una apreciación económica. Después hay una catalogación. Catalogar siempre inclina las balanzas, por ahí aparece el prejuicio o cuestiones personales, que hace que ciertos escritores ingresen o no ingresen”, puntualizó.
Por ello, aclaró: “Somos muy reacios a catalogar de esta manera. Tenemos una idea de que lo literario tiene que debatirse, no ceñirse. Cuando hablamos de producciones literarias tenemos en cuenta centros-periferias, hay memoria y hay olvido”.
Figueroa señaló que en la definición de cuáles son los libros que deben ser leídos se entrecruzan muy diversos factores. “La literatura no es aislable. Es una práctica social que está institucionalizada y no es algo cerrado. Para hablar de canon también hay que tener en cuenta ese contexto”, reflexionó. Y enumeró: la política, la investigación literaria, la educación y la actividad de los mismos escritores.
“Desde el punto de vista político siempre hay una consolidación de unos con respecto a otros. Desde el punto de vista crítico, es importante entender la cuestión intelectual. El canon también se determina por los estudios literarios, no porque uno es porfiado en decir: tenés que leer esto”, analizó.
Respecto al elemento educativo remarcó que a cada proyecto educativo “le interesan ciertas producciones y otras no, que quedan al margen. Hay un perfil educativo y en base a eso hay un perfil de libros que se desea promover. Hoy tenemos la discusión de estos libros cuestionados por su contenido sexual. Ahí hay algo de canon”, reflexionó.
Otro aspecto es el lugar de los escritores. Mencionó que en Posadas, “hasta hace diez quince años atrás estaba sólo la Sadem. Hoy tenemos ocho grupos de escritores en toda la provincia. Estos grupos no siempre están convocados por otros cuando se hace, por ejemplo, un llamado a participar para una antología. Hay grupos que no quieren sumarse a iniciativas de la administración provincial”, señaló.  

El lector imprescindible
“Existe la literatura regional. Pero el que le da vida a la literatura es el lector. Entonces, ¿qué clase de lectores tenemos?”, se pregunta Figueroa. Y retoma a esta generación de escritores que “se sirven de los mitos y le dan un giro que se relacionan con los temas actuales. “Hay una interpretación que la comunidad se interesa por esos temas porque a ellos les pasa. Todo escritor escribe en base a una necesidad que se está observando. El escritor es un crítico de la realidad. Cada libro es una experiencia y esa experiencia se va a trasladar a los lectores si tomo el libro y entiendo la propuesta. Cuando decimos que la literatura es salud, es eso. Tengo salud, me estoy enriqueciendo de lo que está pasando. El pasado y la tradición existe pero también existen cosas nuevas”, puntualizó.
Figueroa distinguió a autores que son modernos en sus iniciativas, pero no lo reflejan en su escritura. “Copian cosas que nosotros llamamos el estereotipo. Siguen muy atados al mensú, la selva, mitos y leyendas y se transforma en una repetición de la tradición”. Por otro lado señaló escritores, “algunos son médicos, odontólogos, docentes, amas de casa”, que en algunos casos “repiten el estereotipo, pero pegan un salto creativo hacia la figuración. Entonces hablan de la corrupción, de la existencia del hombre, de lo ecológico, el existencialismo”.


De libros y autores
En lugar de definir un listado rígido, Figueroa repasa autores y obras misioneras que valen la pena leer. A los clásicos -Bajada Vieja, de Areu Crespo; Río Oscuro, de Varela; Balbino Brañas, Olga Zamboni, la poesía de García Saraví y Enrique Acuña y el indispensable Horacio Quiroga- suma una nueva generación de escritores.

•  Nicolás Capaccio
En Sumido en verde temblor, “incorpora ese personaje histórico –Alvar Núñez Cabeza de Vaca- en otro contexto. No hace copia, hace traducción en el sentido de interpretar el personaje en su ámbito regional, pero a su vez distinto”.

•  Víctor Daniel Verón
Escritor paraguayo, aunque su maduración literaria es misionera. Creció en Eldorado y vivió en Posadas. Figueroa destaca las novelas Pájaro Sagrado y La llama y el grito. “Son novelas excelentes donde se pone en duda el concepto de historia. Un héroe, Antonio Ruiz de Montoya, que viene con la conquista, en algún momento reflexiona si él también no es arma de la esclavitud. Lograr salirse totalmente del lugar del héroe. Verón se pregunta por las contradicción del hombre y ese hombre en un héroe”.

• Jorge Luis Lavalle
En Andresito y la Melchora, “el héroe histórico es puesto en un lugar donde no se duda de su heroicidad. Pero el héroe tiene complicaciones en su vida cotidiana. Y Melchora, que es una mujer de ojos claros y rubia que ha venido a luchar con él desde el Uruguay le pone en claro que como héroe no tiene problemas en cuanto a guerrear, pero tiene tremendos inconvenientes en distinguir que al lado suyo también hay enemigos. Lavalle se preocupa por mostrarnos un héroe al que le faltan cosas”.

•  Marcelo Moreyra
“La cárcel es una gran metáfora, todos tenemos una cárcel. Hay cuestiones muy interesantes como la corrupción policial, la extracción de madera”.

•  Alberto Szeretter
 La novela de Misiones muestra a Andresito “en pleno momento que es comandante y está al mando de Artigas y también sufre por la esclavitud de su pueblo y porque desde el poder central no hacen nada para ayudarlo”.

•  Javier Chemes
“Trago de nada es una serie de cuentos donde trabaja con la memoria. Algunos cuentos son muy interesantes a la manera cortazariana”.

•  Sebastián Borkoski
“En Un puñal escondido, los personajes son tareferos y hay una muerte que decide una investigación policial. No llega a ser policial en sí, pero hay varios elementos y lo más importante es que el mensú acá ya está en otro clima, en la ciudad”.

Por María Marta Fierro
mfierro@elterritorio.com.ar


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