Confirman procesamientos de “El Lobo” Gómez y de José Cuenca

Domingo 29 de abril de 2007
La Cámara Federal de Apelaciones de esta ciudad, presidida por Mirta Delia Tyden de Skanata, y que tiene como vicepresidente primero a Mario Osvaldo Boldú, confirmó los procesamientos de los penitenciarios retirados, José María Cuenca y a Rubén Alberto “El Lobo” Gómez, ambos acusados de delitos contra los derechos humanos cometidos durante la última dictadura militar.
El procesamiento de ambos había sido dictado por Ramón Claudio Chávez, titular del Juzgado Federal de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional de Posadas, en base a distintos testimonios recolectados a partir de la mega causa llamada “Juicio por la Verdad”, que comenzó para establecer qué sucedió con el ingeniero secuestrado y desaparecido durante esa época, Alfredo González. Pero luego se anexaron otras causas relacionadas con violaciones a los derechos humanos.

Declaraciones
Las denuncias por secuestros, privación ilegítima de la libertad y torturas fueron presentadas por Augusto Gilberto Speratti, Ricardo Alfredo Ortellado, Ricardo Horacio Coutouné, Mario Julio Gómez y José Manuel Vargas. Los testificantes que también involucraron a Gómez fueron reconocidos como Enrique Igor Peczak, Alejandro Rodríguez, Francisco Félix Barrios e Hilarión Félix Barrios.
Durante la instrucción de las causas se conocieron testimonios de personas que pasaron por la UP 17 durante el período en el que estuvo Cuenca. Además de acusarlo, indicaron al Lobo Gómez como un personaje siniestro.
Todos los denunciantes coincidieron en apuntar al ex funcionario por los tormentos de toda índole que sufrieron durante su detención en la UP 17.

Las detenciones
El martes 30 de enero fue detenido el Rubén Alberto Gómez (55), quien fue apodado por sus compañeros de tiras como el Lobo. Ese mismo día fue alojado en la Unidad Penal 17 del Servicio Penitenciario Federal, ubicada en Candelaria.
El hombre fue procesado por la Justicia por “secuestros y torturas”, los mismos en los que incurrió su compañero de causa José María Cuenca.
Al parecer, ese sobrenombre se lo ganó cuando trabajó en el Penal de Candelaria. Justamente, en ese lugar es donde otrora había cumplido funciones y ahora está detenido y procesado por haber sido denunciado por varias víctimas por torturas y otros vejámenes a los que fueron sometidos por su militancia política durante la última dictadura militar en Argentina.
Cuenca fue detenido el domingo 10 de enero pasado por efectivos de Gendarmería Nacional. Estuvo encerrado en el Escuadrón XI “San Ignacio” de GN hasta que fue procesado por el juzgado Federal. La medida fue adoptada el lunes 22 de enero.
Luego del procesamiento fue trasladado a la cárcel, casualmente la misma en la que se desempeñó como jefe de turno durante la última dictadura militar. Precisamente en esa época, en el período comprendido entre noviembre de 1976 y marzo de 1978, habría cometido los delitos de lesa humanidad.


Los guardias del terror
Los testigos de la causa manifestaron que una guardia estaba a cargo de José María Cuenca y que la más benévola era la de El Lobo Gómez.
Las víctimas remarcaron que si bien en ambos turnos eran sometidos a golpizas, en las guardias en las que no estaba Cuenca la pasaban “un poco mejor” porque no había vejámenes de índole psicológica. “Eran golpes y nada más”, relataron en su declaración.
Uno de los testigos, identificado como Aurelio Gauto, en las denuncias presentadas y que acusan a José Cuenca y a El Lobo Gómez, aseguró que “en una oportunidad Cuenca se vistió de cura para confesar a uno que supuestamente iban a fusilar”.
Agregó: “Gilberto Speratti fue blanco de reiteradas torturas por parte de Gómez”.
Coincidió en que los tormentos de Cuenca “eran más psicológicos que golpes, tampoco fue un santo”.
Además agregó que Cuenca “a algunos los hacía cantar y a los más chicos los hacía masturbar”.
Gauto fue detenido el 27 de octubre de 1979. Cuenca nació el 1 de enero del 1952 y en la época de las denuncias tenía entre 26 y 28 años. Gauto remató su testimonio diciendo: “Lo de Cuenca era más perverso por lo sádico, lo de Gómez eran golpes y nada más”.