Se apagó la vida de la doctora Marta Schwartz, el “Ángel de la Selva”

Miércoles 30 de marzo de 2005
Había dicho, y algunos afirman que dejó escrito en un papel, que no quería un funeral costoso y que ese gasto se invierta en entidades benéficas; sin embargo, el pueblo de Puerto Iguazú inundó ayer de flores la catedral de esa localidad donde fueron velados los restos mortales de Marta Teodora Schwartz, conocida médica en la zona Norte de Misiones, quien fue la primera médica radicada en la región.
A las 8 de ayer, el “Ángel de la Selva”, como la llamaban, cerró sus ojos en la verde ciudad de las cataratas, y sus restos serán  inhumados hoy a las 10. Desde hace un tiempo el cuadro general del estado de salud de Schwartz se había complicado, motivo por el cual fue internada en el hospital local (que lleva su nombre), donde un problema neurológico puso fin a su vida.
Numerosas muestras de consternación y dolor evidenciaron los vecinos de Iguazú, quienes en forma masiva acudieron a la Catedral Virgen del Carmen, donde los restos de la prestigiosa médica comenzaron a ser velados ayer por la mañana.
Schwartz no sólo era conocida en Iguazú, donde trabajó como directora del Hospital, sino también en toda la Triple Frontera, donde ejerció su profesión con verdadero espíritu de sacrificio.
Marta Teodora Schwartz nació en Núñez, Buenos Aires, el 8 de marzo de 1915 y se radicó en Puerto Iguazú en 1949. Fue nombrada secretaria de Salud Pública en 1963 y un tiempo más tarde ocupó el cargo de ministra de Salud de la Provincia, un lugar que luego abandonó para volver a la localidad en la que vivió sus últimos años para dedicarse a quienes la necesitaban.

Por siempre
Su nombre perdurará para los muchos que la conocieron o saben de su abnegada y silenciosa labor en favor de las clases humildes, que le brindaron su admiración, respeto y cariño. La doctora Schwartz, recíprocamente, ofreció su cuerpo y espíritu para salvar dolencias físicas y también para aliviar las espirituales.
Hija de Marta Frau Boettcher y Guido Walter Schwartz, oriundos de Sajonia, Alemania, cuando su padre falleció, su mamá contrajo matrimonio con Germán Helbig y se encargó de la educación de Marta, quien asistió en el barrio Belgrano a un colegio alemán.
Por razones de trabajo del esposo de su madre, que construía puentes para los ferrocarriles del Estado, recorrían varias provincias argentinas. Así fue que al llegar a Jujuy, Marta entró como pupila en el colegio Nuestra Señora del Huerto, y cruzando la plaza, concurría para hacer la secundaria en el colegio Nacional.

Mujer dedicada
Al comenzar sus estudios universitarios, y pese a que su padrastro prefería la carrera de farmacéutica para ella, Marta se inclinó por la medicina. En Córdoba ingresó en la Facultad de Medicina, donde en el curso había sólo seis mujeres entre tantos hombres. Recibió el título de médica generalista y después se especializó en cirugía, allá por 1945.
Cuando se recibió, ejerció su profesión en Puerto Naranjito, Misiones, cerca del lugar donde trabajaba su prometido, quien se desempeñaba en la misma profesión en Gobernador Roca.
En esa localidad vivió con su madre en una modesta casa de madera. Allí la vieron transitar por las selváticas picadas cerradas, sin importarle el sol, la lluvia y los inconvenientes que esto traía, en pantalones y con un casco de corcho en la cabeza, siempre presta a acudir al llamado de los necesitados.
Marta  Schwartz estuvo un año en la zona, y al romper su compromiso con el hombre con quien pensaba casarse, pidió su traslado a Posadas, donde ingresó como médica interna en el hospital Ramón Madariaga.

En Puerto Iguazú
Ante la falta de médicos en la zona de Puerto Iguazú, Marta fue trasladada por un mes al lugar, donde permaneció hasta su último día.
En Iguazú se dedicó por completo a los pacientes que la solicitaban en cada uno de los rincones de la ciudad. Tanto es así que su madre le enseñó a su loro Pedrito a decir: “Marta no está”, como respuesta a cada vez que alguien golpeaba la mano para buscarla.
En el hospital de Puerto Iguazú, del que era directora, faltaban siempre medicamentos y comida, pero la bondad de los pobladores que entregaban productos alimenticios paliaba las necesidades.
Entre otras cosas, la doctora se dedicaba a la atención de partos y operaba de urgencia hasta en la salita de Península Caburé, y aprendió a hablar el guaraní y el portugués.
Parte de su vida trabajó en una casita de Salud Pública donde la ayudaban los guardaparques, el intendente de la localidad y la gente, con leche y gallinas.
Marta Schwartz, además, ayudó a que se casaran infinidad de parejas, tuvo 500 ahijados, participó en comisiones varias y fue la inspiradora de la fundación del templo Nuestra Señora del Carmen y de la escuela de las Cataratas, entre otras obras. Además fue poseedora de varias distinciones en reconocimiento de su labor que realizó en forma incansable, desinteresada y, muchas veces, ad honorem.