De tabacalera a un proyecto de cárcel, ahora es una chacra vip

Martes 27 de agosto de 2013

Un número puede convertirse en una cábala, una dirección o quizás un destino; o todo al mismo tiempo. Esto sucedió con el origen, desarrollo y fin de 43. Es un número, pero a su vez parte del histórico paraje La Corita, emplazada en el municipio de Santa María, departamento Concepción. Trasponer un imponente portal de más de tres metros de altura permite recrear el origen, desarrollo y actualidad del lugar. Desde la misma ruta provincial número 2 se puede observar el llamativo número 43 colocados en ambos extremos del ingreso. Actualmente, un policía retirado es el encargado del lugar, aunque por allí estuvieron trazando planes y construyendo sitios de detenciones los militares durante la dictadura, cuando en sus comienzos, su verdadero objetivo era generar trabajo a partir del tabaco.
Y el nombre de 43 tiene su explicación pura y exclusivamente del producto elaborado y que salía de las entrañas de la tierra colorada.
El nombre de los cigarrillos 43/70 deriva de la marca 43, unos antiguos cigarrillos negros que comenzaron a fabricarse en 1898. Según las memorias históricas de la tabacalera Nobleza Piccardo, el origen de la marca 43 debe su nombre a una expresión muy usada entre los porteños a fines del siglo 20. Los 43/70 salen a la venta en los años 60, por eso el nombre no tiene que ver con la década del 70. El número 70 hace alusión al porcentaje de tabaco negro. Los 43 eran cigarrillos 100% de tabaco negro, en cambio los 43/70 se comercializaban como negros dorados, pero en realidad, eran una mezcla con el 30% de tabacos Virginia, es decir, tabacos rubios, lo que les confería ese sabor más suave.

Por entonces, con el fenómeno de esta plantación en Misiones, se construyeron inmensos galpones cuyos cimientos resisten tanto al tiempo como a los cambios de fines y objetivos del lugar. Las edificaciones están asentadas en alrededor de tres hectáreas. La modernidad de la época se ve reflejada en la construcción de las paredes, pisos y aún pueden observarse restos de vías.
“Era para impulsar con una 'zorrita' a pulmón, de un extremo a otro, la carga de tabaco”, según explicó Marcelino Díaz, de 75 años.
Este pionero que habita en la actualidad en el paraje La Corita fue por muchos años fletero para la empresa de prometedor crecimiento en la zona como sucedía con la tabacalera 43, que terminó llevando el nombre de ese paraje.
Recuerda Díaz que la tabacalera contaba en el predio con alrededor de 15 operarios, además de quienes transportaban esa producción, como era su caso.
Pero la planta tacabalera que funcionó por alrededor de cuatro décadas (1931 a 1970) culminaría con el abandono, con sus tierras finalmente donadas a la Provincia por las deudas que empezaron a sumarse como por entonces kilos de tabaco.
Como consecuencia del cierre, en las inmediaciones también los tabacaleros dejaban de tener interés por la producción. Desde entonces 43 tendría destinos inciertos.

De fortaleza y prisión
En plena dictadura militar, se avanzó en la edificación de una cárcel. Rastros de estas iniciativas se ven reflejados en algunos de los galpones, hoy ocupados por animales de corralón. Quedan en pie partes de varias construcciones de los sanitarios por donde pasean orondos los chanchos que cría Abran Ricardo Silveira. Este policía retirado está encantado con el lugar que le encomendaron desde la jefatura local, para realizar el mantenimiento del predio.
Siendo generosa la naturaleza y el espacio sin uso, aprovecha para criar aves y porcinos, además de mantener en condiciones el amplio lugar.
La vivienda ocupada por Silveira tiene su propia historia. Porque debió reformar un calabozo y otras dependencias, además de darle colores más llamativos a las paredes para ser más habitables. Vive bien y dice no saber si hay planes para con el predio que cuida. Quizás, esa noticia, nunca llegue.


La Corita, la otra historia
La firma del plano de la colonia La Corita, hecha por el ingeniero Ángel Paz, está fechada en febrero de 1949, pero según Marcelino Díaz, poblador asentado allí desde 1941 entre los primeros ocupantes, el trazado de la colonia y el pueblito fue practicado en 1942 por el suizo Juan Mart, quien trabajaba para Paz, según indica el profesor de geografía y cartógrafo Miguel Ángel Stefañuk.
Stefañuk sostiene que en cuanto a la denominación del pueblo, el propietario de estos campos, Rodríguez López, tenía una hija docente que se desempeñaba en la escuela 30, cuando todavía funcionaba junto a las ruinas jesuíticas de Santa María La Mayor.
Esa hija, casada con un comandante de Gendarmería Nacional, residió en una finca enfrente de la localidad que denominó La Corita, por el nombre de su dueña. Esto coincide con lo explicado por el pionero Marcelino Díaz, quien confió que Corita surge de Cora Rodríguez de Zubizarreta.
Más tarde se habilitó un puesto de control de Gendarmería a kilómetro uno que, según los carteles viales se lo señalaba como puesto “La Corita”, nombre que se transmitió al poblado.
El pueblo La Corita contaba en 1962 con una decena de viviendas dispersas y tres calles abiertas parcialmente. Según el Censo de población en 1980 se la incorporó como población rural concentrada con 113 habitantes en 27 viviendas. En tanto según el Censo 2001, habían aumentado en unos 243 habitantes y 64 viviendas.
En la actualidad, según el último censo 2010, la población promedia unos 550 pobladores. En el Caps de la localidad, según el enfermero Jorge Do Prado, se cuenta con 120 carpetas que corresponden a cada una de las familias de La Corita.