“Hay muchas aventuras guardadas para mí”

Miércoles 7 de marzo de 2012
Muro de Berlín. | El viejo límite del Este y Oeste de la capital alemana, donde ahora lucen impactantes murales.
“El  viento del Norte comenzó a soplar”. Así comienza la historia de Víctor Alaluf. Un posadeño que sintió la brisa a fines de los 90 y que partió de Villa Sarita. Vivió diez años en Israel, tres en Estados Unidos y dos en Alemania. Conoció rincones increíbles del mundo, como el Taj Mahal, el Gran Cañón o el Monte Everest. “El mundo es un grandísimo laberinto en espera que lo descubramos”, dijo Víctor, un inquieto artista de 35 años.
“Siempre me gustó muchísimo visitar el  antiguo puerto de Posadas y pasar horas sentado en un espigón dibujando, viendo barcos y  lanchones cargados viajar río arriba, imaginándome adónde irían. Mi mejor momento del día era el atardecer. En mi inocencia me preguntaba a quién iluminaría aquel sol tan brillante una  vez oculto en  el horizonte”.
Apenas terminó el secundario, Víctor partió hacia Israel. “Por un  tiempo viví en un kibutz (granja colectiva), donde aprendí el idioma y a trabajar en recolección de frutos y miles de  trabajos más”, contó el posadeño. “Me di  cuenta de  todos los valores inculcados por mis padres, como ser el valorar el trabajo, por más simple que sea”.
A Víctor le costó aprender el hebreo pero lo logró. En paralelo obtuvo un título en Arte, Vestuario y Escenografía. Luego terminó una maestría en Historia del Arte y Arte   moderno. “Gracias a mis estudios conocí Israel de punta a  punta. Desde los mágicos  médanos del Sur de Asia, la  fabulosa y cosmopolita Tel Aviv o la mística y sagrada Jerusalén, donde religiones y culturas se abrazan entre sí; o hasta la verde y radiante ciudad portuaria de  Haifa, al norte de Israel”.
El siguiente destino de Víctor y con el ánimo de mejorar el inglés fue New Orleans, en Estados Unidos. “Fue  una  experiencia increíble. Una ciudad que posee influencias francesas y africanas, mezcladas entre sí. Una ciudad colonial con sabor moderno hizo que mis  sentidos e imaginación volasen más allá de lo posible”, resumió el posadeño.
Residir en Estados Unidos permitió que Víctor conociera New York, “la maravillosa ciudad  que nunca para”, la “más puntillosa y coqueta” San Francisco, “o las  culturas indígenas en Alaska”, describió.
El siguiente destino de Víctor fue Berlín, Alemania. Es “una ciudad que en tiempo récord se levantaron barrios enteros en lugares donde la división de la Guerra Fría había dejado sus huellas más profundas”, describió. “A la veces es  una ciudad con diferencias muy notables entre el Este y el Oeste. La antigua parte comunista ofrece más atractivas zonas comerciales y de movida nocturna, mientras que la parte occidental posee mayores atractivos turísticos y monumentos”, señaló.
La época del año más pintoresca de Alemania, según Víctor, es cuando se celebra el Oktoberfest, la fiesta de la  cerveza. “Originalmente proviene de Babaria pero hoy día todo el país lo celebra un mes, donde abunda la cerveza,  la música y la  carne asada”.
En esta época es cuando se ven tradicionales atuendos en los varones: “pantalones cortos de cuero, con tiradores. Medias altas, camisas, chalecos y de sombreros. Las damas con trenzas, vestidos largos escotados y acampanados. Es cuando el día moderno descansa y lo ancestral se adueña  del momento”.
En el Oktoberfest se beben las más variadas clases de cerveza. “Es producida en todas las ciudades. Las más populares son la altbier, que es amarga; la malzbier que es oscura, dulce y tiene un bajo contenido alcohólico; también están las starkbier, märzen, bockbier y doppelbock, todas con abundante malta. Otras cervezas alemanas son las pilsener, más fuertes; la wiessbier, hecha con granos de trigo y más bien ligeras; y la radlermass, que suele cortarse con un poco de gaseosa o limón”, detalló. “La cerveza es un símbolo tan importante aquí, que las fórmulas para hacerlas en muchos casos son protegidas legalmente por el Estado para que no sean modificadas”, agregó.
El posadeño afirma que de la Argentina añora el “buen asado a  la  estaca” pero al vivir en el exterior  logró conocer a fondo la cocina germana. “Soy de comer todo menos  vidrio porque corta, como decía mi tío”, bromeó Víctor. “En el país hay más de 1500 tipos de salchichas distintas. Se destacan las de Frankfurt, que son más suaves. Las de Nüremberg son asadas y las de Baviera tienen la particularidad de ser blancas. Otras comidas típicas en son los pescados ahumados, el chucrut, que es una col ácido para acompañar la mayoría de los platos; también los quesos de la región de Maguncia, y el famoso strudel de manzanas”, indicó.
De lo más extravagante que ha visto en su ciudad de residencia, el posadeño considera como muy llamativo el nudismo que se practica en parques. “Se acuestan en el pasto como Dios lo trajo al mundo, alrededor tuyo. Aquí es muy normal y el pudor es algo de  otro mundo”, afirmó Víctor.
Por saber hebreo, inglés y español, Víctor trabaja como guía de turistas por galerías de arte y museos berlineses. Aunque el posadeño es artista plástico y profesor de arte. Hace poco colgó una muestra en el Berlin Contemporary New Art y en julio, para un espacio aún no definido de París, Francia, ofrecerá una exposición de video art, instalaciones y dibujos.
En paralelo, “estoy  preparando un programa que lo produzco, filmo y edito. Es de turismo y documenta mis locuras y andanzas. Tengo la  esperanza  que  salga  al aire o por  internet muy pronto. Quién te  dice lo pasen  por  algún canal de Posadas. Sería   increíble”, manifestó Víctor.
Al consultar lo que más extraña de Misiones y luego de nombrar a su familia Víctor recuerda la rapadura. “Es única y muy autóctona  nuestra, que desde pequeño fui, soy y seré fanático”, respondió.
Para tomar mate, el posadeño consigue yerba mate de una ferretería. “Vende productos  argentinos como ser membrillo, dulces y por sobre todo yerba  mate. Es una ferretería  bastante surtida e inusual”, dijo Víctor riéndose.
De todos los lugares conocidos por Víctor, La India lo terminó marcando profundamente. “Es  un país  muy duro de visitarlo, de los más  grandes y humildes de Asia. Pero a la vez posee una riqueza espiritual y  humana que  ningún otro país  posee y que hoy día les vendría  bien a muchos”, dijo el posadeño que atesora una hermosa foto frente al Taj Mahal. “Otro  lugar  que  me  marcó fue Nepal al escalar y llegar al campamento base del monte Everest, en el Himalaya, a una  altura de 6. 100 metros. Fue una  sensación  increíble. 25 días de caminata, de 6 a 8 horas diarias para llegar a un lugar totalmente aislado de  todo medio de comunicación y estar sólo con la naturaleza, con tus pensamientos y con uno mismo. Me sirvió para encontrarme como persona y ver lo que es  esencial en nuestras vidas”, indicó.
Tras más de una década fuera de la Argentina, Víctor cree que algún día regresará a su Villa Sarita natal. “El viento del norte sigue  soplando sobre mi  rostro  y me  dice  que aun tiene  muchas mas aventuras guardadas para mí”, consideró. “Aún tengo muchos sueños como ser escalar  el Aconcagua, ser voluntario en un refugio de orangutanes en borneo África, bucear  alrededor de  ballenas y muchísima  cosas  más”, afirmó Víctor que colecciona llaves de todas partes del mundo. “Algún  día voy a encontrar   la llave  que abra la  puerta  de  mi  regreso a  la Argentina y a mi ciudad natal”, garantizó.