Villa Cabello, el sueño del padre Juan hecho realidad

Domingo 13 de mayo de 2007
Con una misa oficiada por  el fundador del barrio Villa Cabello, el  padre Juan Markievicz, se recordará los 34 años en que se gestó un sueño. Contra viento y marea él quería dar un mejor pasar a muchas familias de condición económica humilde. Su proyecto tuvo sus bemoles, nada fue fácil.
Con  garras, proyectó lo          que parecía una quimera. No fue ambiguo, se concretó el nacimiento de un barrio, merced al esfuerzo de personas emprendedoras como el padre  verbita Juan Markievicz.
Contó con voluntarios  quienes se prestaron para fundar lo impulsado por el sacerdote. El religioso tuvo una activa labor cuando estuvo en Italia y Alemania. En su provincia natal, Misiones, volvió en 1971. En Posadas y el interior fue asesor de grupos en trabajos pastorales. Aquí  surgió su idea de ayudar a los más pobres y su mente comenzó a maquinar aceleradamente, hasta perdió el sueño en algunas jornadas. Ideó un barrio con viviendas dignas. En un lugar lejos del centro, donde estaban instaladas unas familias en casas precarias.
Una de sus colaboradoras, Ruth Ingrid Schmidt , explicó que en el diminuto Citroën del padre Juan, cruzando calles intransitables, llegaron al lugar ideal. El cura Juan, de la congregación “Verbo Divino”, tenía la versión del matrimonio Mekekiuck de que estaban en venta los terrenos de la chacra 150, propiedad de la señora Palomar. Ni corto ni perezoso, pensó en un convento de Munich, Alemania. En el colegio de Meitingen estaba el convento de las religiosas “Cristo Rey”.
Atendían a los lisiados de la guerra. Justamente, dirigido por la hermana Francisca Hohenwieser, quien fue después la principal protagonista del proyecto Villa Cabello.
Cuando Ruth conoció el lugar le dijo al sacerdote “¿Qué es esto?”. Y el cura Juan le contestó: es el proyecto de Villa Cabello . Y  sin inmutarse objetó: “En poco tiempo todo esto va a estar cambiado. Va a tener escuelas, viviendas caminos, luz eléctrica. Va a convertirse en una hermosa ciudad”.
Y el visionario del padre verbita no se equivocó. Se acercaban a él chicos descalzos, algunos en bombachita, y el pastor regalaba a cada uno golosinas. Y así, poco a poco y con paciencia, hoy el barrio tiene 80 mil habitantes. “Ya puede ser una ciudad” comentó Juan.

La monja Francisca proveía dinero
Se había formado una asociación “Promoción Social Cristiana Pro.So.Cri”, cuyo presidente era José N. Celano. Colaboraba un grupo de personas, entre ellos arquitectos, que tenían la tarea de confeccionar los planos para las casas, escuelas, guarderías y otras necesidades edilicias. Se compró el terreno de  12 hectáreas con el dinero que conseguía la hermana Francisca Hohenwieser, en Alemania. Era producto de la donación de muchas mujeres que vendían  sus cabelleras, a distintas fábricas de hacer pelucas. En Posadas, en el predio comprado, comenzaron a construirse pequeñas casas de madera, con dos dormitorios, cocina comedor, galería y baño. Cada familia disponía de un amplio terreno para la huerta y la cría de animales. El proyecto era construir residencias de material. Se hizo la perforación para dotar a las familias de agua. En 1977 colocaron  el tendido eléctrico. La hermana Francisca no solamente enviaba el dinero, también ropa. En 1978, el docente Romero constituyó la primera escuelita para niños y adolescentes. Eran impartidas clases de corte y confección. Para ello se compró máquinas de coser y una vecina, Carmen Zarza, enseñaba. Luego este emprendimiento fue conocido como D.I.N.E.A, expresó Schmidt.
Todo iba “viento en popa”, puesto que se creó una escuela de premoldeados con la ayuda de ingenieros, que enseñaban a los alumnos. Más tarde pudo funcionar la fábrica. La escuela se convirtió en una pequeña fábrica, fue la primera fuente de trabajo de la zona. En tanto que la Municipalidad, ante el requerimiento de “Pro.So.Cri”, mejoró los caminos con máquinas viales.
Se construyeron galpones, instalaron una carpintería con el apoyo de carpinteros, todos colaboraban, comentaron . El colegio Roque González facilitó tres locales que se convirtieron en oficinas.
Pudo comprarse una camioneta para entregar los trabajos confeccionados. Con el producto de la venta, ampliaron  el proyecto. Trajeron maquinarias para la fabricación de los bloques, ya que el barro era “ñaú” y se hundía. En 1977, se donó a la Secretaría de la Vivienda de Posadas una fracción de 50.000 m2, de la chacra 150. Con la promesa de la construcción de 432 viviendas para las familias de los alrededores.
Ese mismo año, comenzaron  con la construcción de la escuela primaria “Instituto Santa María de las Misiones”. De Alemania seguían ayudando las colaboradoras de la ya denominada “Villa Cabello”. Enviaron incluso tres campanas. Además, plata para la adquisición de maquinarias para la carpintería, donde fabricaban muebles, aberturas y otros pedidos.
La parte espiritual estaba a cargo del padre Juan. En el templo atendía a 150 familias, para preparar bautismos, primeras comuniones, confirmaciones, casamientos y resolver problemas sociales, entre otros eventos.

Días sombríos
En 1979, la comisión directiva y el personal, cada cual en sus diferentes ocupaciones, tuvieron una ingrata sorpresa. Porque a raíz de una decisión proveniente del obispado y otras personas, ninguno podría pisar más el complejo habitacional y laboral que les había costado horas de sueño.
El padre Juan sufrió un rudo revés, tuvo que asistirse con médicos. Su ilusiones, truncadas, pero no fue en vano su proyecto, la obra estaba hecha.
El padre Markievicz se enfermó a razón de esta decisión de sus superiores, era tanto su pesar. Cuando se enteró la hermana Francisca llegó a  Posadas para llevarlo a curar en Alemania. Esta monja se enfrentó al entonces obispo a cargo y le dijo que ni un penique más enviaría. Cuando el obispo entregó nuevamente el proyecto, como el padre Markievicz no estaba, el sacerdote Ricardo Kudlek dijo a Ruth Schmidt que se hiciera cargo de todo.

Regreso
En 1980 regresó de Europa el padre verbita. Se hacían frecuentes reuniones con la comisión de trabajo del grupo Y el entusiasmo crecía día a día. Se fundaron el instituto Santa María de las Misiones, el jardín de infantes “Virgen Niña”, el observatorio astronómico Beato Adolfo Kolping y la Asociación Familia Kolping Villa Cabellos, la escuela para adultos y el instituto primario “Inmaculado Corazón de María”.
Al ampliarse el proyecto, las obras se extendieron en varias localidades del interior de la provincia.
Villa Cabello ya lleva más de tres décadas.
Cuando el sacerdote conoció la antigua chacra, hoy un polo de crecimiento, estaba llena de pozos y polvorienta de tierra colorada, con zanjas y tacurúes. Había un quincho con techo de paja, niños pobres por doquier.
Ruth le dijo que todo eso era campo puro y él sin inmutarse dijo: “En poco tiempo, todo esto va a estar cambiado. Va a haber escuelas, viviendas, caminos, luz eléctrica, agua corriente y todo, se va a convertir en una hermosa ciudad”. Así fue, el sueño de Markievicz se cumplió.
La colaboradora fiel comentó que se sintió incómoda en ese momento, con su moderna vestimenta. Miró a su alrededor y vio a la gente humilde acercarse al Citroën del padre Juan.
Los chiquillos la conmovieron, al repartirles caramelos, sus caritas se transformaron de alegría. No tenían ni ropa para ponerse, nunca los olvidó Ruth Schmidt .
La hermana Francisca Hoenwieser fue el otro pilar del proyecto, con los fondos remitidos desde Europa.
Los pioneros de la gesta, al evocar la hazaña, tienen la sensación de que todo fue apenas ayer: las excavaciones para la red cloacal; la Asociación Familia Kolping de la chacra 150 (llamada actualmente la Asociación Villa Cabello); las viviendas; el almacén en 1975; el centro médico; la visita de la hermana Francisca; el regalo de su hermana Inge y Atilio Atencio, una perrita de nombre Muki; la comisión de trabajo; la producción de bloques y tubos de alcantarilla de la fábrica de premoldeados; la escuela; el club de fútbol Kolping; el instituto secundario Verbo Divino; los caminos; el instituto primario Santa María de Las Misiones; la parroquia Inmaculado Corazón de María; las tres campanas enviadas desde Alemania; el observatorio astronómico Kolping; el complejo deportivo Ruth Ingrid Schmidt de  Villa Cabello; la biblioteca Verbo Divino; la escuela de Adultos de capacitación profesional a nivel primario; y la radio, entre otras obras.
También hubo momentos duros, de tristeza, cuando fue apartado del proyecto el padre Juan, por orden de sus superiores.
Años después su regreso, todo es historia para contar más adelante, expresó la señorita Schmidt, después de reflexionar que también en el interior de Misiones prosiguieron las obras educativas y sociales del proyecto Villa Cabello, del cual ella hasta hoy es su administradora. Lo dijo con la humildad que la caracterizó desde el mismo instante en que se prestó contar su historia de vida para El Territorio.

Mercedes Villalba