Más de 30 familias ya viven de la venta del caburé en Posadas

Sábado 19 de junio de 2010
Como respuesta a la falta de oportunidades laborales, cada vez más trabajadores desocupados de esta ciudad optan por la venta de chipas caburés, una giratoria y deliciosa chipa de almidón nacida en Paraguay e “importada” hace pocos años a Misiones por efecto natural e inevitable de la hermandad latinoamericana.
Al mismo tiempo, se incrementa -principalmente los fines de semana- la cantidad de vendedores particulares de locro y pollo asado en las veredas de esquinas estratégicas.
Los “cabureceros” comenzaron a aparecer en la vía pública posadeña hace un año y medio y ya son más de 30 según pudo comprobar El Territorio a partir de un recorrido por la Capital provincial.
Según coincidieron los trabajadores, la desocupación y falta de oportunidades laborales fue lo que los llevó a instalarse en alguna vereda o esquina con la máquina preparadora de la chipa.
Mario Ramón Fernández tiene 49 años y asegura ser “uno de los primeros en instalar al caburé en Misiones”. Recordó que “antes hacíamos chipas pero después subió todo y como no podíamos hacer más por el costo, optamos por el caburé. Eso fue después de hacer un viaje a Paraguay, hace siete u ocho años”.
“Somos hijos de paraguayos y  de alguna manera el caburé es símbolo de la integración y hermandad entre los argentinos y paraguayos. Trabajamos en familia, y es una salida laboral muy buena que nos está haciendo subsistir”, manifestó.
Desde hace más de diez años, Eugenio Fernández (46) se dedica a la venta de chipas. Primero fueron las tradicionales de almidón y queso, y hace cerca de un año y medio se pasó para el caburé. Rememoró que el “movimiento caburecero” empezó con el apoyo de una organización de trabajadores desocupados. Distinguió que “hay algunos que preparan el caburé con máquinas y otros que lo hacen dando vueltas al palo a mano. Sea como sea, todos tenemos derecho a trabajar”. Estimó que entre unos y otros, actualmente ya son más de 30 las familias posadeñas que viven de la venta del producto.
“Nos está yendo muy bien. No digo que tengo una camioneta, porque sigo ‘a pie’. Pero con mi familia estamos bien. Pudo decir con orgullo que con el caburé visto y alimento a mis ocho hijos”.
Dante “Beto” Bellanti (52) expresó que “el caburé en mi vida es como una salvación, porque yo, con la edad que tengo, la hernia que tengo y encima que estoy jodido de la columna, ¿dónde voy a trabajar? En ningún lado. Esa es la realidad. El caburé es hoy mi forma de vida, de ganarme el pan, no tengo otra solución. Ya soy un tipo grande y las empresas no te dan trabajo”.
Contó que hasta hace un tiempo “yo era camionero, pero ahora por mi enfermedad, no puedo trabajar más. Ahora, gracias al caburé, hasta pienso en operarme”.
“¿Qué más puedo pedirle al caburé? Me da todo lo que necesito. Hace seis meses que estamos con el caburé. Y haciendo las cosas bien cada vez más crece la clientela”, expresó satisfecho Beto.
Juan Ramón Márquez (42) tiene seis hijos. Estuvo desocupado durante más de seis meses. “Me cansé de buscar trabajo y no conseguía nada”, recordó. Cuando ya casi no le quedaban opciones, surgió la posibilidad de alquilar una máquina productora de chipas caburés. No lo dudó y acompañado por sus dos hijos mayores, comenzó a vender hace tres meses.
Resaltó: “No tengo ningún plan social del Gobierno. Trabajamos de sol a sol y con este esfuerzo ganamos lo suficiente para poder vivir. Estamos solventando todos los gastos de la familia y pagando algunas deudas que teníamos atrasadas”.


“Deberían iniciar los trámites”
El director de Seguridad e Higiene Alimentaria de la Municipalidad, Julio Maronna, sostuvo que los vendedores de caburé “no cuentan con la habilitación”. Señaló que “deberían iniciar el trámite de acuerdo al programa que tiene el Municipio sobre venta en la vía pública de alimentos. “Las condiciones son: que se conozcan el origen del alimento que se exhibe y que el alimento se produzca en la mayor calidad de higiene y seguridad posible”, explicó.