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“Necesito trabajo, no llegamos a fin de mes con la comida”

viernes 13 de septiembre de 2019 | 5:00hs.
“Necesito trabajo, no llegamos a fin de mes con la comida”
La viuda del Topo Cabrera -arrollado por Rocío Santa Cruz conduciendo ebria- afirma que perdió dos trabajos por no aceptar el dinero que le ofreció la joven para que desistiera del proceso penal.
La viuda del Topo Cabrera -arrollado por Rocío Santa Cruz conduciendo ebria- afirma que perdió dos trabajos por no aceptar el dinero que le ofreció la joven para que desistiera del proceso penal.
Mauro Parrotta

Por Mauro Parrotta fojacero@elterritorio.com.ar

Irene Pare hasta el 31 de enero de 2016 estaba convencida de que junto a su pareja Ramón "Topo" Cabrera conformaban un matrimonio normal, con problemas, pero con la convicción de llevar sus vidas y las de sus hijos siempre por el camino de la lucha, de ser buenos vecinos y no quedarse en lamentos.
Topo Cabrera era inspector municipal de tránsito y el mayor sostén económico de la familia, conformada además por Lucas (actualmente con 21 años), Fabián (23) y Víctor (30). Menos Víctor, el mayor de todos y actualmente con dos hijos, los chicos de Irene se dedicaban al deporte y les iba bien. Ella, contenta de que fuera así, trabajaba en una casa de familia en la que todo también iba normal.
El domingo 31 de enero de 2016, Topo venía en su moto del trabajo. Fue atropellado por un vehículo Peugeot 408 y su conductora lo abandonó sobre la avenida Quaranta. El inspector murió con 53 años de edad. 
Lo que empezó a saberse desde entonces es conocido por casi todos los posadeños. La conductora del automóvil era Rocío Fiorella Santa Cruz, la abogada y ex modelo de 34 años, posteriormente condenada a cuatro años de prisión efectiva por haber provocado la muerte del inspector de tránsito municipal, atropellándolo mientras manejaba alcoholizada.
Al 12 de septiembre de este año, a poco más de cuatro meses de cumplirse cuatro años del día del accidente, el capítulo de esta historia entrega dos realidades tremendas: Irene no llega a fin de mes para poner comida en los platos de sus dos hijos más chicos y en el de ella, en tanto que Santa Cruz goza de libertad desde el pasado mes de julio, luego de que la jueza Georgina López Liva le hiciera lugar a un pedido de hábeas corpus de su defensa. Estaba detenida y no por el accidente mortal, sino por haber violado la prohibición de salir del país.

“Me duele estar así”
Irene, de 49 años, se mantiene firme, sin saber realmente cómo lo logra, pero se aferra a la promesa de no llorar en su casa de Villa Cabello. 
“Mis hijos no pueden verme llorar, pero si eso pasa, ellos se derrumban totalmente”, dijo en diálogo con El Territorio.
La mujer perdió el trabajo que tenía porque el destino pareció ponerse de acuerdo en que su sufrimiento siga persiguiéndola. “La persona para la que yo trabajaba era amiga, es amiga, de Rocío y si bien en los primeros días se mostró extrañado por el comportamiento (de la ex Miss Argentina), después empezó a tratar de convencerme que aceptara dinero y me olvidara del juicio”, contó.
“Con mis hijos dijimos que queríamos que salga el juicio, no podíamos aceptar el dinero. Nos ofrecía 400 mil pesos, pero no aceptamos. Y como siguieron insistiendo y yo rechazando, la persona que por años me dio trabajo me terminó echando por WhatsApp”, dijo la viuda de Topo Cabrera.
Irene sigue sin creer lo que pasó, que pesó más el dinero de la amiga de su ex patrón, que el de su trabajo en casa de familia. Y eso de que el destino se pasó de vereda, tampoco es una mentira que busca fama: “Estuve un tiempo sin trabajo y mis hijos que tenían trabajo en la Municipalidad no estaban bien. Pero felizmente una parejita me llamó y me contrató para cuidar a su bebé. Pero mi felicidad duró poco porque ellos me contaron que también eran amigos de la Santa Cruz”.
Al poco tiempo empezaron las ofertas para que aceptara, ya no 400 mil pesos sino 600 mil pesos y se olvidara del juicio. Pero no era como un apriete. “Cada tanto me lo decían, como que era una oportunidad que no podía dejar de pasar”, recordó Pare. “Y tras cinco meses de estar con ellos, me dijeron que no vaya más”, agregó.

Ni comida, ni zapatillas
Si bien Irene admitió con vergüenza que no llegan con el dinero para poder comer hasta fin de mes, lo que más le duele “es verlo a Lucas así, depresivo, que haya abandonado Guaraní y yo no pueda comprar ni siquiera un botín, una zapatilla”.
Tras la muerte de su esposo, ella recibe una pensión de 9 mil pesos y su hijo mayor 16 mil (por contrato de relación de dependencia con el municipio) y Fabián un contrato menor (por tareas en espacios verdes, de limpieza).
“No nos alcanza, no nos alcanza entre todos para las necesidades. Víctor tiene su propia familia y sus dos hijos, pero los más chicos apenas pueden comprar cosas personales. Necesito trabajo, no llegamos  a fin de mes con la comida”, detalló Irene que todos los días piensa, busca y rebusca trabajo. “De lo que sea, que me sirva para tener lo básico”, imploró. 
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