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Nació con hipoacusia y a sus 58 años recibió un par de audífonos

viernes 23 de agosto de 2019 | 2:00hs.
Nació con hipoacusia y a sus 58 años recibió un par de audífonos
José junto al equipo del Banco de Audífonos en el Neonatal.
José junto al equipo del Banco de Audífonos en el Neonatal.
Victoria Bergunker

Por Victoria Bergunker interior@elterritorio.com.ar

José Ortega (58) padece de hipoacusia moderada-severa bilateral desde que nació, pero fue diagnosticado recién a los 40 años. Él y su hermano, también sordo, se criaron en un hogar muy humilde y con una madre soltera, por lo que no podían acceder a realizarse los estudios para detectar cuál era el problema, y mucho menos comprarse un aparato para poder escuchar.
Hace dos semanas le cambió la vida por completo. El Banco de Audífonos, que funciona en el Hospital Materno Neonatal, le brindó dos audífonos que hoy son el elemento que le permite comunicarse con el mundo.
“Hoy escucho el ruido de mis pasos, de los autos, los pajaritos, el ladrido de mis perros”, expresó en diálogo con El Territorio.
Sin embargo, la vida no le fue fácil. Debido a su problema, José no pudo terminar el secundario. “En el colegio me sentaba siempre bien adelante porque atrás no escuchaba nada. Me daba cuenta de que tenía un problema, pero no sabía qué era lo que me pasaba”, relató.
En tercer año del secundario se vio obligado a abandonar sus estudios porque cada vez le resultaba más difícil, su proceso de aprendizaje ya era prácticamente nulo y como no tenía los recursos para solucionarlo, no tuvo la opción de continuar.
A partir de allí todo se fue complicando más, ya que -consecuentemente- no fue a la universidad y no llegó a formarse en ningún oficio. Comenzó haciendo changas, pero nada duraba demasiado. Con el sudor de su esfuerzo y tras años de ingeniárselas, logró comprarse un par de audífonos y parecía que todo iría mejor. Pero sucedió algo que lo llevó a perder todo tipo de esperanzas.
“Para dormir siempre me los sacaba porque es incómodo, los ponía en el estuche. Una mañana me desperté y no estaban más”. Apenas habían pasado dos meses de haberlos comprado y toda una vida de soñarlo. Alguien había entrado a su casa a robarle algo tan pequeño, pero que para él lo era todo. Alguien que sabía no sólo de su sordera, sino de que poseía un objeto de muchísimo valor, ya que un solo audífono puede llegar a costar más de 30.000 pesos. 
Así que desde ese día, del que ya pasaron más de diez años, José volvió al silencio y al aislamiento. “En 2006 me quedé sin trabajo y nunca más nadie me contrató, no consigo por ningún lado. Así que no pude volver a comprarme los audífonos”.
Sin embargo, dos semanas atrás José recibió el anhelado aparato que lo conecta con el mundo exterior y confesó que en aquel momento no pudo contener las lágrimas. Incluso, cuando recordó ese instante, la voz se le quebró y los ojos, una vez más, volvieron a llenarse. Aún no tiene trabajo ni tampoco una pensión por discapacidad, pero puede oír y eso le abre las puertas al mundo.
“Es difícil vivir sin audífonos, por eso me emocioné mucho y pido que donen, porque a los sordos nos hace mucha falta. A mí me cambió la vida”, concluyó emocionado.

El Banco de Audífonos depende de la solidaridad

Desde 2015, dentro del Hospital Materno Neonatal de Posadas funciona el Banco de Audífonos que se encarga de tramitar el acceso a estos elementos para las personas hipoacúsicas. 
Natalia Zajaczkowski, fonoaudióloga a cargo -junto con la otorrinonaringóloga Gabriela Sosa Jost-, comentó: “Nuestro lema es que los audífonos que vos tenés guardados en un cajón, a otro le cambian la vida”. 
Este programa funciona a través de donaciones de personas que ya no los necesitan, ya sea porque se compraron modelos nuevos, o se trata de personas que fallecieron y sus familiares no saben qué hacer con esos audífonos. 
Además, si el paciente tiene obra social, se lo ayuda a que pueda tramitar a través de su cobertura. 
Si bien siempre hay lista de espera -que hasta esta semana era de unos cinco pacientes-, la profesional sostuvo que todas las semanas se entrega al menos uno, ya que dependen en su totalidad de la buena voluntad de la gente. 
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