Marta Schwarz, una de las más grandes filántropas de Misiones

domingo 22 de noviembre de 2009 | 6:00hs.
Marta Teodora Schwarz, ha recibido condecoraciones pero en realidad fue más que esos premios porque siempre llevó en la sangre su profesión de médica. Se la bautizó con el nombre de El ángel de la frontera y perdurará para siempre en el corazón de los misioneros por su abnegada labor.

Un amor la trajo a Misiones
Por esos designios de la vida, nunca pensó que encontraría otro amor que la haría suya, el de ser samaritana en el monte.
Se prendió a él con todas sus fuerzas, hasta en sus días de blanca cabellera.Ofreció todo de sí, para volcar su sabiduría científica en pos de los carentes físicos. Por ello fue tan apreciada y respetada por sus colegas.
En el interior de Misiones realizó su mayor obra de la que quedan testimonios comunitarios. Esos acontecimientos dejaron secuelas en su largo trajinar profesional.
De joven, poco a poco se dejó envolver por el mágico influjo del entorno, la selva impenetrable, ámbito en el que le tocó accionar para ejercer su sacerdocio. Antepuso a sus sentimientos de amor hacia el hombre que la hizo venir a Misiones, (su prometido), el doctor Rolandelli pues el idilio quedaría trunco, sin que por eso dejara de volcarse hacia su otro amor: sus pacientes.

Silenciosa tarea
Realizó una abnegada y silenciosa labor en favor de las clases humildes. Tenía un encanto particular para los sufridos, pues la consideraban la segunda Salvación, después de Dios.
Reciprocamente, la doctora Schwarz les ofrecía a sus pacientes, cuerpo y espíritu, con la voluntad de salvar vidas después de Dios como se dijo, o curar dolencias físicas, como asimismo, aliviar las enfermedades del alma.

Los orígenes
Marta Schwarz nació en la Capital Federal. Era hija de Marta Boettcher y de Guido Walter Schwarz, ambos oriundos de Alemania.  Su progenitor llegó a la Argentina con el fin de desempeñarse como técnico en la fábrica de cerveza Bieckert. Cuando falleció su padre, Marta aún era pequeña. Fue entonces que  su madre contrajo nuevas nupcias con un paisano, también viudo, Germán Hellbig.
Su progenitora, quien la acompañó en todos los tiempos sobre todo cuando Marta era facultativa, se había sostenido económicamente con esfuerzo con la renta que le producía su casa de pensión. Además se encargó de la educación de su pequeña hija.
Marta asistió a un renombrado colegio alemán situado en el barrio Belgrano de Buenos Aires.

Recorriendo el país
Recordaba la doctora que cuando vivía su padre, don Schwarz, por razones de trabajo de éste, la construcción de puentes para los ferrocarriles del Estado, recorrían varias provincias argentinas. Así fue que al llegar a Jujuy, siendo niña entró como pupila en el Colegio Nuestra Señora del Huerto.
En cierta ocasión, la doctora nos confesó que era una niña díscola y rebelde, porque ella prefiría corretear tras los cabritos, o viajar desde la estación Perico hacia un campamento, en el tándem de la locomotora. Con los años, resultó ser una joven formal y estudiosa.

Madre y amiga
La médica no dejó de recordar la personalidad de su madre, puesto que ha sido su consejera y amiga. Ella fue quien la dirigió y apoyaba, era “el empuje que” alimentaba su mente  y voluntad de aprender.
Cuando hablamos con “El ángel de la frontera”, relató que su carácter se fue amoldando, doblegado por las monjitas del colegio.
Quedó atrás la niña que escribía en gótico alemán, mezclado con el castellano, el quichua y el araucano.

Ejerció en Misiones
La facultativa, quien fue popular en su tiempo dentro de este territorio, obtuvo su  título de medicina general y especialista en Jujuy, en 1945. Luego se especializó en cirugía en la Facultad de Medina.
Cuando se recibió, su ex compañero y prometido,  Rolandelli, ejerció en Roca, Misiones.
Ella quiso estar cerca de él y ante una propuesta, aceptó ejercer la medicina en Puerto Naranjito en 1948. Vivió con su madre en una modesta casa de madera.
Los lugareños, la veían pasar por la selva, picadas cerradas, sin importarle el sol, la lluvia y los inconvenientes que esto acarreaba. Siempre  en pantalones y con un casco de corcho en la cabeza, presta a acudir al llamado de los necesitados corporales, y porqué no decirlo espirituales, asistiendo a caballo o como podía.
Al romper su compromiso con el hombre con quien  pensaba casarse, pidió su traslado a Posadas, ingresando como médica interna en el nosocomio local.
Por falta de médico en Puerto Iguazú la enviaron a dicho lugar, donde no llegaban colectivos, solo barcos.
Se fue por un mes y se quedó para siempre. Su profesión fue su amor incondicional, pues había sufrido otro desengaño con un ingeniero belga.
Los altibajos sentimentales influyeron en haberse quedado soltera y hacer de su profesión un compromiso ineludible.
Casi no comía ni dormía por atender a los enfermos. Faltaban medicamentos y comida.
Los pobladores favorecían a paliar estas necesidades.Un tiempo fue nombrada Ministra y Subsecretaria de Salud Pública.
En Puerto Iguazú, atendía incontables partos y operaba de urgencia, hasta en la salita de “Península Cabureí”.
Aprendió a hablar el guaraní y el portugués. Cuando trabajó en una salita de Salud Pública, la ayudaban los guardabosques, el intendente y gente de, la zona, con alimentos y medicamentos.
Durante 16 años cumplió sola su noble labor, luego se integró el polaco Poleva. Ayudó  a que se casaran las parejas y llegó a tener 500 ahijados.
Participó en comisiones y fue inspiradora de la fundación del templo nuestra Señora del Carmen y de la Escuela de las Cataratas. Se aferró  a la naturaleza peligrosa, encomendándose a Dios con fe.
En Iguazú pensaba quedarse quince días, pero permaneció 50 años como una mujer fiel a la tierra colorada.
“ La tierra colorada es pegadiza”, dijo alguna vez. Para aliviar tantas penurias del hospital se iba al río a contemplar la frontera adquiriendo allí paz, comprensión, paciencia.
Se hizo amiga de los pescadores, solían acompañarse por ella en sus silenciosas jornadas.
Trabajó muchas veces ad honorem en Bernardo de Irigoyen, Aguacaray Guazú, San Pedro, Alto Paraná, Paraguay y Brasil.

Mercedes “Mecha” Villalba