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Luces y sombras de un juicio que llegó con dos décadas de demora

jueves 10 de octubre de 2019 | 0:00hs.
Luces y sombras de un juicio que llegó con dos décadas de demora
El impacto del avión contra la tierra provocó un cráter de unos diez metros de prófundidad.
El impacto del avión contra la tierra provocó un cráter de unos diez metros de prófundidad.
Daniela Cortés

Por Daniela Cortés Corresponsalía Buenos Aires

El 26 de marzo comenzó el juicio oral y público que busca llegar a la verdad sobre lo que ocurrió en la cabina del avión de Austral que en un día como hoy, pero hace exactamente 22 años, partió del aeropuerto de Posadas con destino a Buenos Aires pero terminó estrellado cerca de la localidad uruguaya de Fray Bentos, provocando la muerte de 74 personas.

Los motivos por los cuales se cayó ese avión aún son un misterio  que la Justicia no logró sacar del plano de las conjeturas, para ubicarlo en el de verdad, de cosa juzgada. Los miembros del Tribunal Oral Federal (TOF) 5, Daniel Obligado, Adriana Pallotti y José Martínez Sobrino, tienen esa misión. Cuando den a conocer la sentencia se sabrá si los 35 imputados son culpables o no del delito de estrago doloso con el que se caratuló la causa. 

Pero, aún falta que corra mucha agua debajo del puente, porque para llegar al momento de la sentencia es necesario que transcurra el juicio oral que todavía está en la etapa de presentación de pericias y que después tiene en agenda más de 100 testigos que deberán desfilar por Comodoro Py para dar información a los jueces.
Aunque es probable que los abogados defensores pidan el sobreseimiento de algunos imputados luego de terminada la instancia pericial, solicitud a la que se opondrían tanto la fiscalía como la querella. Habrá que esperar ese momento para ver qué decisión toma el tribunal.

Hoy, los familiares y amigos de las 74 víctimas de ese vuelo se reunirán a las 19 en el aeropuerto de la ciudad de Buenos Aires, el lugar al que debieron llegar sus seres queridos en aquella noche tormentosa y una vez más pedirán lo que vienen reclamando desde hace 22 años: Justicia. 
El sábado próximo viajarán al lugar donde se cayó el avión. Una estancia privada de Paraje Sánchez en la localidad uruguaya de Fray Bentos frente a la ciudad entrerriana de Gualeguaychú. Allí rendirán homenaje a sus seres queridos.

Hoy ese lugar poco tiene que ver con el horror ocurrido allí cuando el avión en su caída vertiginosa provocó un pozo de casi 10 metros donde quedaron sepultados los restos de los pasajeros junto a la chatarra quemada de la aeronave en una gigantesca fosa común.

El martes próximo volverán a la sala de audiencias de los tribunales federales de Comodoro Py para seguir de cerca el juicio oral. “Es lo menos que podemos hacer por nuestros seres queridos, recordarlos siempre con amor  y pedir que se haga justicia y que se condene a los responsables”, explicó a El Territorio Mauro Vázquez, hijo de la azafata Susana Trotta.

El juicio 

El juicio comenzó el 26 de marzo con la lectura de la elevación del caso a la instancia de debate oral. La causa tiene 35 imputados que se desempeñaban en cargos directivos y gerenciales dentro de la Fuerza Aérea Argentina y en la empresa Austral, que por ese entonces dependía de la firma española Iberia.

No todos los implicados asistieron personalmente a sentarse en el banquillo de los acusados,  como lo estipula el código procesal penal, para tener la posibilidad de ejercer su derecho de defensa  ante la imputación que se los acusa. Las defensas de un grupo de imputados que viven en Europa le pidió al tribunal establecer una comunicación por videoconferencia. Justificaron el pedido en la lejanía física y en situaciones de enfermedades que les impedirían el traslado. La fiscalía y los abogados de la querella se opusieron a este pedido, pero el tribunal lo aceptó.

En tanto, los imputados que asistieron a las primeras audiencias desistieron del derecho de declarar y reservaron esa acción para cuando termine la etapa de presentación de las pericias del accidente aéreo.  

Cada perito con su librito

A principios de mayo se inició el coloquio de diez peritos. Dos de ellos oficiales, Carlos Lupiañez y Silvina de Ceglia. Otros dos por la Fiscalía, Carlos Pérez y Fabiola Miraval. Y los restantes seis contratados por los imputados.  Todos los peritos son profesionales expertos en aviación, tanto en el aspecto técnico del funcionamiento de una aeronave como en el manejo de la misma y en la legislación que regula la actividad.

Fueron convocados por el tribunal para dirimir las diferencias entre la pericia que realizó la Comisión Investigadora de Accidentes Aéreos de Uruguay (Ciada) y el anexo elevado por la Junta de Investigación de Accidentes de Aviación Civil (Jiaac) argentina.

Es que mientras la pericia uruguaya destaca una serie de falencias técnicas en el avión, como por ejemplo, la inexistencia de la luz ámbar que se enciende para avisar a los pilotos que algún dispositivo no funciona bien y que ese avión no tenía, desde la junta argentina señalan que al momento del accidente esa luz aún no era obligatoria en los aviones que volaban en nuestro país.

Desde que empezó el coloquio de peritos, en la sala de debates se reproduce una diferencia notable entre la mirada de los dos peritos oficiales convocados para el juicio. Mientras Lupiañez avala la pericia realizada por los uruguayos, De Ceglia se inclina por las razones expuestas por la junta argentina. En esta última postura se encuentran también los dos peritos de la fiscalía y los seis peritos de parte.

Error humano vs fallas mecánicas

“No se manejaron bien en la emergencia. Perdieron tiempo vital tratando de detectar cuál fue la luz que parpadeó. Iniciaron tarde el descenso. Desplegaron los slats a una altura no recomendada para esa maniobra. Actuaron en forma instintiva y no como les habían enseñado. Perdieron el control  de la nave”, fueron algunas de las afirmaciones que hicieron los peritos de parte a lo largo de estos cinco meses de coloquio, dando a entender que esos errores humanos  fueron las  causales de la caída del avión.

Desde una mirada opuesta, el perito oficial Carlos Lupiañez señaló que el avión en cuestión no contaba con el servicio de la luz ámbar que advierte a los pilotos que deben tomar precaución frente a la lectura de los comandos técnicos y que el tubo pitot, que determina el funcionamiento del velocímetro, se congeló y por eso dejó de marcar la velocidad correcta del vuelo.

De los diez peritos del coloquio, Lupiañez es el único que adhiere a esta cuestión del engelamiento,  que es el congelamiento en alturas del sistema de tubos pitot que es parte medular de la pericia realiza por la Ciada.

Otra cuestión que marca diferencias en las afirmaciones de los peritos es la referida al sistema de comunicación que mantenían los pilotos con la base de Ezeiza. “A mi criterio no hubo comunicación porque los pilotos no escuchaban nada de lo que se les decía desde la base Ezeiza. Y para que haya comunicación efectiva debe haber un ida y vuelta del mensaje. Acá eso no pasó porque la base escuchaba el pedido de los pilotos pero ellos no podían oír nada más que la tormenta”, señaló el perito de la fiscalía Carlos Pérez.

Esta cuestión es fundamental, porque los peritos de parte se encargaron de manifestar que los pilotos no tomaron las decisiones acertadas en el medio de la fuerte tormenta por la que estaba atravesando el avión.

“Hay un dicho entre los pilotos que dice velocidad y altura conservan la dentadura”, graficó el perito de parte Martínez Junor y destacó que “en este caso no lo tuvieron en cuenta y eso fue el inicio de la pérdida de control sobre la nave”.

Pero la afirmación del perito Pérez referida a que los pilotos no podían oír los mensajes que les mandaban  desde la base sobre el lugar en el que se encontraban y las indicaciones de cómo salir de esa zona de peligro, puso en el foco del debate una falla en el sistema de comunicación.

Por lo tanto, si los pilotos no sabían la velocidad real a la que se desplazaban, no conocían su ubicación en el espacio y tampoco podían escuchar las indicaciones que les daban desde Ezeiza, por lo que evidentemente hubo fallas serias en materia de aeronavegabilidad que están por encima de las decisiones adoptadas por los conductores en el medio del temporal. 

La estremecedora escucha de la caja negra en pleno Comodoro Py

El impacto del avión contra la tierra provocó un cráter de unos diez metros de prófundidad.
“¡Dios mío! ¡No! ¡Carajo! ¡Nos matamos! ¡La concha de la lora! ¡La puta que lo parió!”, fueron las últimas palabras del piloto y el copiloto del avión de Austral antes de que se precipitara a tierra. Fueron dichas con el tono desesperado de personas que sabían que estaban a punto de morir y quedaron registradas en la cinta de grabación de voces de la caja negra de la nave.

Fueron reproducidas el miércoles 28 de agosto por primera  vez en la sala Amia de los tribunales federales de Comodoro Py, en el marco del juicio oral que investiga los motivos de esta tragedia.

El audio reproducido en Comodoro Py generó conmoción en los familiares de las víctimas que concurren a presenciar el juicio oral. Algunos permanecieron en la sala para escuchar el contenido y otros optaron por salir del lugar para no oír esos gritos desesperados que representan los últimos minutos con vida de sus familiares.

Los familiares escucharon el audio tomados de la mano y sosteniéndose entre ellos en la sala. El impacto de la escucha invadió todo el lugar. Fue uno de los pocos momentos de este juicio donde nadie estuvo mirando el celular ni hablando con la persona de al lado. Jueces, abogados, imputados, familiares. Todos estáticos frente a la muerte colectiva ocurrida aquel 10 de octubre de 1995 a las 22.07.

La reproducción de la grabación de las voces de cabina sobrevivieron al accidente porque estaban resguardadas dentro de la caja negra, que es un dispositivo que tienen los barcos, trenes y aviones para almacenar los últimos 30 minutos  de las conversaciones de los tripulantes de la nave y de su recorrido,  para luego ser analizado en caso de accidentes.

Aquel DC9 de Austral prácticamente se pulverizó al estrellarse contra el suelo uruguayo de Fray Bentos,  pero su caja negra fue rescatada y decodificada en Estados Unidos bajo las normas que rigen la aviación internacional.

La cinta de la caja negra guarda los últimos 30 minutos de diálogos en la cabina del avión y en Comodoro Py se reprodujeron los últimos 18 minutos de esa cinta. 
Al principio se puede oír al piloto Jorge Cécere que comunica a pasajeros y a la tripulación que van a ingresar a una zona de turbulencias y pide que todos permanezcan sentados con sus cinturones de seguridad ajustados.

La tensión en cabina se empieza a sentir en el minuto 16 de la cinta de la caja negra cuando el piloto de manera insistente comienza a pedir a la base autorización para el descenso. Lo pidió tres veces y la última ya fue con un tono de emergencia.  
Desde Ezeiza le respondían que haga contacto con  la base de Montevideo porque el avión estaba volando sobre espacio aéreo de Uruguay, pero el piloto no escuchaba a la base y por eso seguía insistiendo en su pedido de descenso.

Finalmente, en el minuto 17 de la grabación se escuchan las exclamaciones más estremecedoras cuando los pilotos advierten que perdieron el control del avión  y que se están cayendo. Es la parte de la grabación donde se escucha: “¡Dios mío! ¡No! ¡Carajo! ¡Nos matamos! ¡La concha de la lora! ¡La puta que lo parió!”.
Después, hay un silencio que dura 10 segundos hasta que finalmente sobrevino el impacto del avión contra el suelo. Se estima que las 74 personas que viajaban en ese avión murieron en esos últimos dos minutos fatales. 
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