Los últimos chiperos de Santa Ana resisten al avance de la autovía

jueves 30 de julio de 2020 | 2:00hs.
Los últimos chiperos de Santa Ana resisten al avance de la autovía
Los últimos chiperos de Santa Ana resisten al avance de la autovía
El avance de la autovía ruta nacional 12 y la llegada de la pandemia con la suspensión del transporte entre municipios terminaron por aniquilar el trabajo del que dependían decenas de familias de chiperos de la zona. Así lo relevó ayer El Territorio en una recorrida por el lugar.

En tiempos de bonanza eran hasta 130 los vendedores que se dividían en turnos de trabajo por la mañana y la tarde. Hoy apenas se contabilizan 20 personas allí.

Los pocos que quedaron están en el peaje o en la intersección de la ruta provincial 103 con la nacional 12, en la estación de servicio. Los que se subían a vender a los colectivos hoy se rebuscan con changas o vendiendo en el pueblo.

Hernán, un joven vendedor de 21 años, llega todas las mañanas en moto al peaje para vender el producto. Con lo que recauda sustenta a su familia cada día. Pero no ocultó su preocupación al no saber cómo serán los meses futuros ante tanta incertidumbre económica y sanitaria.

Griselda Aranda (42) es otra chipera y ayuda a su marido César Lima en la venta. En diálogo con este medio comentó cómo se siente.

“Salimos bien temprano con mi esposo y vendemos hasta las 18”, relató sobre la fuente laboral que le permite subsistir junto a sus cuatro hijas.

Cada mañana salen a las 4 y no paran en todo el día. Estar temprano a la vera de la ruta es clave para ofrecer la mercadería a los primeros en circular.

“Los camiones y autos pasan rápido, tenemos miedo de estar en la ruta, pero peor es morir de hambre”, reconocen.

Hoy hay cuatro fábricas que elaboran el producto en la localidad y una de las más antiguas y reconocidas tiene apenas cuatro vendedores.

“Hay días en que hay venta, pero hay otros que no se vende nada. Con la autovía nuestra venta cambió mucho, con la pandemia fue peor. Lo único que hacemos es pedir a Dios que nos bendiga”, agregó la mujer.

“Sufrimos mucho todo lo que está sucediendo, primero la obra y ahora la pandemia, muchos compañeros están sin poder trabajar porque antes ellos iban en colectivo a distintos lugares a vender, ahora eso es imposible, la están pasando muy mal, suelen recibir módulos de mercadería del municipio y eso ayuda, pero la mayoría tiene familia numerosa y se complica”, comentó apesadumbrada la vendedora.

“Los primeros meses de la pandemia fueron duros porque estuvimos encerrados y no se podía salir a vender”, dijo por su lado Manuel Díaz, que desde hace 22 años vende en el lugar y ayer, a pesar del frío que se sintió en toda la jornada, el hombre no faltó a su puesto de venta.

Recién un mes atrás volvieron a recibir la autorización para trabajar, “pero es complicado porque de esto vivimos en mi familia, somos seis personas”.

Aunque algunos reciben ayuda con alimentos por parte del municipio, el mayor deseo es volver a vender y así vivir del esfuerzo de su trabajo.

No obstante, mientras subsisten como pueden, los chiperos esperan que con las obras finalizadas de la autovía haya un lugar fijo donde ellos puedan dedicarse a ofrecer sus productos regionales para el exigente paladar de los viajeros.

Sobre la obra se sabe que tiene un importante avance y la comuna realiza gestiones ante Vialidad Nacional y la Entidad Binacional Yacyretá para que se cumpla con el asfaltado de las colectoras, del camino a la reducción jesuítica y las luminarias.