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Los tesoros perdidos de la Catedral

domingo 17 de marzo de 2019 | 2:00hs.
Los tesoros perdidos de la Catedral
Ángel del altar mayor de la Catedral, actualmente en la iglesia de San Carlos, Corrientes.
Ángel del altar mayor de la Catedral, actualmente en la iglesia de San Carlos, Corrientes.
Victoria Bergunker

Por Victoria Bergunker interior@elterritorio.com.ar

Muchos de los elementos litúrgicos que alguna vez formaron parte de la Catedral de Posadas, como esculturas y santos, están diseminados por distintas parroquias e iglesias de la región y hoy son parte de la historia de otras comunidades, debido a determinados hechos históricos que se fueron sucediendo a lo largo de los años.
El templo, tal como lo conocemos hoy, terminó de construirse en el año 1937 por el arquitecto argentino Alejandro Bustillo. Sin embargo, sus inicios se remontan al año 1615, cuando San Roque González de Santa Cruz fundó una reducción jesuita y plantó la cruz del cristianismo en estas tierras.
Entre 1873 y 1874 surgió la idea de edificar un templo en la ciudad de Trincheras de San José -originada como un campamento defensivo creado por los paraguayos durante las guerras de independencia-, denominada como Posadas desde 1879.
Luego de varias gestiones -que comenzaron por el gobierno de Corrientes, del cual dependía este pueblo-, en enero de 1876 se resolvió la construcción del templo bajo los patronatos de San José y Nuestra Señora de la Candelaria. Unos meses después, se delimitó el terreno situado al norte de la plaza 9 de Julio, donde está ubicado actualmente.
En 1898, el entonces gobernador del Territorio Nacional de Misiones, Juan José Lanusse, otorgó una subvención. La edificación del nuevo templo comenzó en 1904.

Los primeros elementos adquiridos
Al celebrarse el centenario de la Revolución de Mayo, en 1910, la Comisión de Festejos del Centenario donó un reloj que fue colocado en la torre de la Iglesia. El altar del Sagrado Corazón lo donó un hombre llamado Lázaro Gibaja, también el púlpito y cielorraso de la bóveda.
Se constituyó en 1914 una comisión para construir en Posadas una iglesia matriz acorde a su crecimiento demográfico y el párroco fue el padre Gerardo Woeste.
En el año 1934, surgió la idea de llevar a cabo una refacción importante en la Catedral y el arquitecto Alejandro Bustillo presentó los planos. La obra se terminó en 1937 y el párroco fue el reverendo Pablo Stenke, quien fue el que inició los trabajos.

Patrimonio perdido
El altar mayor era de madera labrada donde estaban asentadas figuras de santos, vírgenes, candelabros de bronce y floreros de cristal; la parte superior terminada con guirnaldas de luces.
El púlpito de madera labrada y de forma poligonal tenía en cada cara bajorrelieves que representaban a los doce Apóstoles y, en la parte superior, la representación de San Roque. En la bóveda del altar mayor pintado en colores, estaba la representación del Espíritu Santo que magnificaba al templo.
Sin embargo, después del Concilio Vaticano II que se inició en 1962, se retiraron el altar mayor, el púlpito y las estatuas de vírgenes y santos, y así quedó el recinto sagrado con la actual simplicidad.
En este sentido, Nilda Carmen Brañas de Poujade, vicepresidenta de la asociación civil Recuperando la Historia, explicó en diálogo con El Territorio que “la asociación nació a mediados del 2006, cuando el padre Víctor Arenhardt era párroco de la Catedral y nuestro objetivo siempre fue su conservación”.
“Una de las piezas más importantes era el púlpito, que había sido donado por el señor Lázaro Gibaja en los albores del siglo XX, entre 1910 y 1920. Ese señor hizo traer el púlpito de Italia, está todo tallado a mano, es una obra de arte. Lamentablemente después del Concilio lo sacaron y lo compró una señora de San Carlos, Corrientes, y lo donó para la capilla de esa localidad”, comentó.
Además, recordó que “para ponerlo dentro de la capilla le tuvieron que cercenar el pedestal, como si le hubieran sacado el pie. Y arriba tenía la imagen de Jesús el Buen Pastor y también la sacaron porque no entraba”.
Actualmente en la iglesia de San Carlos se encuentran también los dos ángeles del altar mayor, que en su momento pertenecieron a la Catedral posadeña. “Nos costó mucho resignarnos porque es un patrimonio histórico nuestro”, añadió Brañas.
Asimismo, el actual párroco de la Catedral, Luis Alonso Freiberger, explicó a este matutino que “tenemos que tener en cuenta que en la iglesia había acontecido el Concilio Vaticano II, donde se hace una revisión de muchos temas importantes y uno de los ellos fue la cuestión litúrgica”.
Entre estos puntos, se resolvió que las misas se dieran en las lenguas propias de cada pueblo, ya que hasta ese entonces se hacían en latín y en retablos, de espaldas al pueblo. 
“Eran altares que abarcaban prácticamente todas las paredes, había muchisímos, con un montón de imágenes y se perdía mucho la centralidad de Jesús. Por ahí corríamos el riesgo de desviarnos de lo verdadero y algunos lo tomaron muy al pie de la letra, esa fue la realidad, y despojaron todo”.
Fue así que las estatuas fueron distribuídas a otras comunidades, “a otras iglesias donde hacía falta, por ejemplo en San Carlos donde está el púlpito, que es un elemento que hoy en día ya es decorativo, sobre todo ahora que tenemos parlantes y micrófonos... porque la función de púlpito era colocarlo a cierta altura y en la mitad del templo, para que el que predicaba fuera escuchado por todos”.
Ante la pregunta de por qué no se llevó a cabo alguna línea de acción para recuperar dichos objetos, Freiberger explicó: “Eso hoy ya forma parte del patrimonio y de la historia de esas comunidades y pasado cierto tiempo uno no lo puede expropiar, como en el caso de San Carlos”.
Además, en la ciudad de Posadas se encuentran repartidas algunas imágenes que fueron parte de la Catedral, como el Niño Jesús de Praga que se encuentra en la Iglesia del Espíritu Santo o la Virgen Inmaculada Concepción en la capilla que lleva su nombre.
“Todavía no hay criterios muy fuertes en cuanto a la conservación, no hay una mirada arraigada de la conservación del patrimonio histórico de obras de la antigüedad, ni tampoco hay registro en un montón de áreas”, detalló Freiberger.
 Finalmente, reflexionó: “Para la Iglesia lo más importante son las “piedras vivas”, es decir, cada uno de los bautizados, esos son los verdaderos tesoros, las personas que forman parte de la comunidad”.

1962

Concilio Vaticano II.
Fue el hito histórico que marcó un antes y un después en la celebración de la Eucaristía y fue el hecho que determinó el destino de los tesoros de la Catedral.

La renovación moral de la fe católica

El Concilio II fue uno de los eventos históricos que marcaron el siglo XX.La iniciativa fue del papa Juan XXIII para que la Iglesia se abriera al mundo, a todos los hombres y para que hiciera un examen de conciencia general para adaptar la presentación del Mensaje Evangélico a los tiempos modernos.Entre los objetivos principales, se buscaba promover el desarrollo de la fe católica y lograr una renovación moral de la vida cristiana de los fieles. Se pretendió que fuera un aggiornamento o puesta al día de la Iglesia, renovando los elementos que más necesidad tuvieran de ello, revisando el fondo y la forma de todas sus actividades. Sin embargo, en muchos casos el mensaje fue interpretado como una necesidad absoluta del despojo material.


NOTA RELACIONADAInfografía: La iglesia matriz
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