Los puntos negros

domingo 02 de agosto de 2020 | 4:30hs.
Los puntos negros
Los puntos negros

Por Guillermo López Gómez

Lo que sigue, son los sucesos narrados por el policía, Asunción Velázquez, registrados y documentados en base al cuaderno que llevaba encima. Algunos tramos aparecen en forma de relato para su mejor interpretación.

Llegó a una chacra, en medio de la selva, paraje de difícil acceso. Encontrándose, con una extraña situación.

Le recibe una señora, rubia y de tez trigueña. No parecía haber visto en su vida, un policía por lo que le ha costado ganar su confianza. Asegura que ella no ha llamado a nadie, porque tampoco tiene teléfono ni ningún medio de contacto. Que luego de conversar unos minutos en la tranquera, aceptó dejarlo pasar para tomar nota del caso. Aquí el testimonio que pudo, recabar Velázquez de la esposa del difunto. “Las ventanas se abrieron con fuerza esta mañana, debieron de haber quedado mal cerradas anoche, acá, no hay de que tener miedo”.

Agenda, Asunción Velázquez que la chacra es por demás humilde, y tan pequeña que apenas cabrían dos personas. Por otra parte cuenta con muchos animales salvajes. Algunos, aparecen de golpe de entre la espesura del monte, observan extrañados la escena. Deambulan, como si estuvieran algo perdidos, luego se marchan.

La mujer ha dicho, -ellos no se adentran demasiado, no saben vivir en el monte por eso es normal que den vueltas por la chacra todo el tiempo.

Decide ir al grano y pregunta a la mujer exactamente qué ha ocurrido con su marido:

Dice que “se dirigió al cuarto a buscar a su esposo y lo encontró tirado cerca de la puerta pero blanco, como escarcha de julio (la señora dijo “como escarcha de julio”, quiere decir pálido completamente) con los ojos entrecerrados, observando a lo lejos el horizonte.

Ha Preguntado al sujeto -¿Qué te ha pasado?

Dijo que aquel, haciendo un esfuerzo enorme, levantó el dedo índice, hacia el lugar donde una rama, que antes había sido el hogar de dos loros barranqueros, que tenían desde guachitos, (la señora dijo “guachitos” significa que los encontraron, vagando, probablemente después de caer del nido) despedía ahora algunas plumas de un verde que flotaban sobre la mesada de la cocina, algunas caían lentamente, en el suelo de entrepiso.

Que apenas, pudo escuchar hablar a su esposo, pero claramente ha dicho - Escuché sus alas agitarse cerca del patio y corrí a ver, pero la fatiga me venció de golpe y comencé a debilitarme…

Declara la señora, que “a lo lejos se podían ver dos pájaros revoloteando cerca de una palmera. Le dijo a su marido, que quizás hayan olvidado como es vivir en el monte y vuelvan, de la misma manera, mientras le invitaba con un mate entre verde y gris, pero, cayó al suelo antes de llegar a las manos del fallecido. Humeando unas cuantas veces, hasta que los pájaros, no fueron más que dos puntos negros perdiéndose en el cielo”.

El uniformado decidió indagar más, revisando uno por uno los corrales.

-Sin dudas, cuando ellos desaparecieron, el ya no tuvo fuerza para sostener el vaso y creo que ahí mismo se murió- dijo la mujer-

Asunción, caratuló con seguridad en su cuaderno, que el sujeto había muerto de un paro cardíaco, ya que lo único que quedaba por investigar es que lo hubiese envenenado con el mate, el que ella asegura, no llegó a probar porque, murió antes. Pero que revisaría la chacra para cumplir el procedimiento. Además le había llevado muchas horas el llegar hasta ese lugar.

-¿Algo más que quisiera agregar? -a propósito, lamento su perdida- dijo con una mueca de resignación Asunción Velázquez mientras tomaba nota

De repente unas tres o cuatro gallinas cruzaron casi sobre sus pies, levantando polvareda, y junto a un árbol, pudo ver lo que parecía un bolso y una botella con agua. Investigando dicha mochila, Velázquez encontró unos documentos, cuya foto concordaba con la del sujeto que yacía muerto a unos metros.

-Parece que usted no me ha dicho la verdad, señora, y por lo visto su marido tenía intenciones de marcharse.

-Es que en realidad él no era mi marido, solo era un hombre que se había perdido en el monte, pero sí, quiso irse, y el pobre no sabía qué de acá nadie se va, es el equilibrio de la selva señor, por cada espíritu que se va, uno llega.

Asunción, escribió lo que la mujer dijo, aunque le pareciera pura fantasía, y luego se la llevaría detenida. Citó textualmente en su cuaderno “La señora no parece estar en sus cabales, es cautivante la señora, pero de a ratos parece que le habla a los árboles y a las plantas, y tiene unos ojos chispeantes”. (Esta frase es una interpretación de lo que quiso decir el cabo Velázquez, considero una especie de apreciación o juicio personal).

Ya marchaban hacia la tranquera de la chacra, cuando la mujer, comentó:

- Repito señor, por si no me entendió, él quiso irse, entonces tuve que abrirle las ventanas a los loros- dijo con un tono como si no le hubiese quedado otra opción- No fue mi culpa, y tampoco me puedo ir de acá.

De repente, el policía, comenzó a debilitarse, y lo que apuntaba en su cuaderno se volvió casi ilegible. Interpreto que quiso decir “, tengo un ardor en el pecho…

El cabo Velázquez, cayó como fulminado, víctima de una muerte súbita. Junto a él se halló su cuaderno, entre desperdicios de animales y ramas, entre la polvareda y las plumas de gallina. A la fecha no se ha sabido nada de la chacra a la que acudió, ni de que haya existido ahí una señora rubia de ojos chispeantes. Solo había selva y monte, en el lugar mismo donde se desvaneció, existe hoy una ciudad, que brilla y florece, dentro de ella una plazoleta, que lo recuerda con esta frase.

“A la memoria de Asunción Velázquez muerto en cumplimiento del deber”.

López Gómez reside en Oberá y es profesor de historia