Los cinco imputados se despegaron de las encomiendas con marihuana

martes 12 de marzo de 2019 | 6:00hs.
Una de las casas allanadas los primeros días de diciembre de 2017.
Una de las casas allanadas los primeros días de diciembre de 2017.
Cristian Valdez

Por Cristian Valdez fojacero@elterritorio.com.ar

Cinco de seis presuntos integrantes de una organización narcocriminal sospechada de mandar marihuana en encomiendas hacia las provincias de Mendoza, Catamarca y Buenos Aires, utilizando el correo oficial e incluso colectivos, comenzaron a ser juzgados por el delito de transporte de estupefacientes agravado por la intervención de tres o mas personas organizadas.
Se trata del preparador físico y empleado municipal posadeño, Matías Guy Seró (27), hijo de Eugenio Seró, reconocido deportista fallecido en la Tragedia del Paraná; su novia, también posadeña, Karina Noemí Medina (28), con domicilio en el barrio Santa Rita (chacra 245); un empleado de la sucursal Posadas del Correo Argentino, Juan Manuel Correa (30), domiciliado en el mismo barrio que la única mujer procesada; el diseñador gráfico oriundo de la localidad de El Bolsón, Río Negro, Peuma Co Arens (40) y el ciudadano paraguayo radicado en Puerto Leoni Alejo Agustín Aranda Céspedes (44), quien trabajaba en un aserradero.
El sexto y sindicado financista o cabecilla fue identificado como Cesar Araujo y está prófugo, por lo que sigue vigente un pedido de captura internacional. Los elementos probatorios lo colocan como pieza fundamental del entramado que quedó al descubierto a fines de noviembre del año 2017 con la detención del quinteto, después de varios meses de investigaciones y seguimientos activados a partir de una denuncia anónima.

Supuestos roles
Si bien todos son acusados como autores en función de los delitos de introducción, almacenamiento, transporte y comercialización de marihuana -que supuestamente ingresaba al país, desde Paraguay, por pasos clandestinos- en el inicio del debate en el Tribunal Federal quedaron expuestos los roles que, a criterio de los fiscales Pablo Ricardo Di Loreto y Vivian Barbosa, tenía cada uno.
La investigación llevada adelante por Gendarmería Nacional bajo las órdenes del titular del Juzgado Federal de Oberá, José Luis Casals -que incluyó seguimientos y escuchas telefónicas-, permite suponer que las maniobras consistían en mandar pequeñas cantidades, colocando a Araujo como cabeza de grupo, a Seró y Medina en el rol de transportistas desde el punto de acopio -en Puerto Leoni o San Gotardo- hasta Posadas, a Peuma Co como prestanombre y receptor de la encomienda en la ciudad donde enviaban, a Correa como quien aprovechando su trabajo en la oficina postal hacía el seguimiento y al extranjero Aranda Cáceres como quien recibía y acopiaba la sustancia en su propiedad de Leoni, entregada por un tal Félix de Paraguay.
Si bien la acusación es contundente y se expusieron los elementos probatorios, todos negaron ser parte de una organización narco, y por separado, los que declararon ante los jueces Norma Lampugnani, Mario Alberto Jesús Moreira y el subrogante Víctor Alonso, admitieron haber tenido contacto con el sindicado cabecilla pero aseguraron que desconocían sus negocios ilegales e incluso algunos afirmaron que supuestamente fueron engañados, lo que fue rebatido por los fiscales principalmente con las escuchas, que a sus criterios coloca a todos en la orquestación de los envíos.

El chofer y la novia
De todos los imputados, el que quedó mejor parado fue Seró, quien se abstuvo de declarar pero incluyeron por lectura lo que dijo en la indagatoria. Lo habían detenido junto a Medina al mando de un automóvil en cuyo baúl transportaban poco más de 10 kilos de marihuana.
Fue en la noche del 19 de noviembre de 2017, siendo el punto final de una pesquisa que la tenía a ella en el centro de la escena. Desde ese momento Seró asegura que nada tiene que ver, aunque reconoció consumir marihuana de forma recreativa y cultivar su propio cannabis. “No sabía que llevaba droga. Ese día mi novia me invitó a pasar la tarde en los Saltos del Tabay. Fuimos. Dejé el auto en el estacionamiento y estuvimos en el arroyo hasta que tipo 15 ella me pidió la llave para supuestamente cargar unas toallas que le iba a entregar un amigo. Se fue sola y al rato regresó. No sospeché nada”, detalló, y acto seguido recordó que “cuando regresamos nos paró Gendarmería en la ruta y pidió para ver el baúl, fue cuando la encontraron. Yo no sabía nada, fue cosa de ella”, había declarado. Es el único que cumple prisión domiciliaria por una dolencia hepática.
Sobre lo que dijo su novio, Medina admitió haber transportado “dos bolsas” esa noche pero aseguró que no sabía el contenido, excluyendo también a Seró. “No participaba de ninguna banda. No sabía a qué se dedicaba Araujo hasta que más adelante supe que hacía movimientos de droga. Yo consumía y me relacionaba con él por eso, pero del resto de los procesados conozco a Correa, que era vecino, y a Peuma porque era amigo de Araujo”.
Medina se despegó de las escuchas hechas a su teléfono celular diciendo que el sindicado líder “ocupaba mi teléfono” y además, agregó que las veces que manejó transportando algún pedido de ese sospechoso “lo hacía, no le preguntaba qué era”, dijo.

En la cancha
El empleado postal también negó haber aportado logística a los supuestos envíos de marihuana, aunque admitió que hizo seguimientos por pedido de Araujo “como hago con cualquiera que manda una encomienda y me pide, de onda”, dijo Correa.
Dijo que conoció a ese sujeto en una cancha de fútbol y le enseñó varias veces cómo hacer seguimientos de los paquetes, desconociendo el contenido de los mismos o el interés del pedido. “Le di mi numero personal y después de un tiempo me preguntó cosas de envíos, consultas de seguimiento. Entonces me encuentro que le estaban siguiendo y me involucran con esta banda. Jamás orquesté envíos para él”, sostuvo, aunque a criterio fiscal las escuchas expuestas demuestran un alto grado de participación.
Co Arens, en tanto, fue detenido después de que Gendarmería incautara una encomienda a su nombre, en Catamarca. Dijo que le hizo de favor a Araujo, quien supuestamente le aseguró “que era electrónica pero cuando estaba allá me dijo que era droga y entonces volví. No soy parte de esta red que dicen, únicamente le hice un favor desconociendo el contenido”. Iba a cobrar por eso alrededor de 5 mil pesos.
Lo que dijo el paraguayo también se incorporó por lectura. Negó conocer al resto de los imputados, descartando haber sido parte del delito que lo llevó a prisión. “No los conozco”, dijo.
Para la jornada de hoy, que arranca a las 8.30, se espera la declaración de los testigos.