Legado jesuita en el huerto del Gentilini

jueves 06 de septiembre de 2018 | 5:00hs.
Legado jesuita en el huerto del Gentilini
Legado jesuita en el huerto del Gentilini
Griselda Acuña

Por Griselda Acuña interior@elterritorio.com.ar

A mediados de este año fue oficializado el huerto jesuítico-guaraní en la comunidad del Colegio Salesiano Pascual Gentilini, del municipio de San José. El proyecto, que comenzó a gestarse el año pasado, involucra tanto a expertos en la temática como a los estudiantes del establecimiento educativo.
Los jóvenes, además de adentrarse en la historia, contribuyen al resurgimiento del pueblo en base al veta turística que supone el legado reduccional.
El huerto del Gentilini consiste en que los alumnos de tercero y quinto año del Instituto Gentilini, en convenio con autoridades de Cultura de la Nación, cultiven las diferentes especies de plantas que los sacerdotes jesuitas trajeron a Misiones en el siglo XVIII, tales como yerba mate, algodón y plantas medicinales.
La zona de San José representó un camino troncal de los pueblos guaraníes, pues generó la apertura de dos rutas: una hacia la reducción de Candelaria y otra hacia la reducción de Mártires.
El proyecto persigue como objetivo lograr el compromiso de toda la comunidad. En ese contexto, llegó a Misiones el museólogo Carlos Fernández Balboa, quien destacó lo trascendental del trabajo realizado para el turismo en Misiones resaltando el valor histórico, económico y educativo.
“Es un foco novedoso de alguien que pueda ir a un lugar, comprarse una planta, encontrarse con una persona que le cuente de esta historia, la gente va a poder ver cómo se producía el algodón, que es una cosa que está en nuestra vida cotidiana”, explicó, en diálogo con El Territorio, Fernández Balboa.
El profesional estuvo en el Gentilini trabajando en la señalización del predio para fomentar el lugar como un atractivo turístico, e hizo hincapié en la importancia de la participación de los jóvenes, ya que esto permitirá, que los misioneros conozcan más sobre su pasado y se beneficien con los recursos históricos que les provee la provincia.
El museólogo señaló que las plantas cultivadas no fueron seleccionadas al azar, sino que “se convocó a un grupo de historiadores que hicieron un detalle de las plantas”.
“Tiene que haber un cambio de paradigma en cuanto a esta idea de que son lugares abandonados, hay que desterrar el concepto de ruinas y hay que pensar que estos sitios de valor patrimonial son lugares potenciales para el desarrollo cultural y económico de la provincia”, argumentó.
Todas las reducciones jesuíticas poseían un huerto, ubicado generalmente tras la línea de edificación del cementerio, el templo, la residencia y los talleres.