La utopía de la vuelta a las clases bajo la modalidad presencial

domingo 20 de septiembre de 2020 | 5:00hs.
La utopía de la vuelta a las clases bajo la modalidad presencial
La utopía de la vuelta a las clases bajo la modalidad presencial
El 15 de marzo pasado, a menos de dos semanas del inicio del ciclo lectivo 2020, el gobierno argentino resolvió suspender las clases presenciales en todos los niveles educativos. En Misiones, la decisión ya había sido implementada tres días antes.

Fue una de las primeras medidas adoptadas -junto al cierre de frontera- ante el avance de la pandemia del Covid. Incluso, el cierre de los establecimientos educativos fue previo al decreto que dispuso la cuarentena obligatoria.

Si bien las clases continuaron de manera virtual, con cuadernillos, y en el caso de las escuelas rurales con el gran esfuerzo realizado por los maestros de trasladarse a través de las colonias, lo cierto es que la presencialidad, en la mayoría de las provincias, aún suena a utopía.

En Misiones, por ejemplo, aún no hay fecha fijada para un posible regreso a la presencialidad y preocupa a los jóvenes y padres de los últimos años de las escuelas técnicas cómo harán para egresar sin haber hecho las prácticas obligatorias.

Sin embargo, a lo largo de estos seis meses que lleva ya la cuarentena en Argentina, algunas de las provincias que volvieron a las aulas -a prueba y error- debieron dar marcha atrás por la aparición de brotes. Es que al principio, la provincia y Ciudad de Buenos Aires concentraron la mayor cantidad de casos, pero en los últimos meses (y sobre todo en septiembre) el virus comenzó a esparcirse por el interior del país y obligó a los gobiernos a tomar cartas en el asunto.

Actualmente son dos las provincias argentinas que tienen clases presenciales: Formosa, que volvió en agosto en escuelas rurales, y el lunes pasado se sumó La Pampa con la idea de llegar a los estudiantes que perdieron todo contacto con la escuela. En Catamarca, Santiago del Estero y San Juan intentaron hacerlo, pero tuvieron que dar marcha atrás y es una incógnita qué pasará en el resto del país.

Regreso y marcha atrás
Tras 144 días de cuarentena por coronavirus, un día de agosto, San Juan se convirtió en la primera provincia del país en la que docentes y estudiantes volvieron a verse las caras en la escuela. Más de 10.000 alumnos retomaron las clases bajo el concepto de “aulas burbuja” en catorce departamentos.

El histórico momento fue encabezado por el gobernador Sergio Uñac y contó con la participación virtual del ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, en un acto que se llevó adelante en la Escuela 12 de Agosto, del departamento sureño de Pocito, a 12 kilómetros de la capital sanjuanina.

Sin embargo, a los pocos días el gobernador de esa provincia decidió volver a fase 1 por la aparición de casos en Caucete, brote que llegó a tener alcance en otros conglomerados. Pasados esos catorce días, a comienzos de este mes, afirmó que “la educación presencial queda, por el momento, suspendida en todos sus niveles”.

Después de San Juan, la provincia de Formosa fue el segundo distrito en reabrir sus escuelas, aunque la medida sólo comprende a los establecimientos rurales. “A medida que las condiciones sanitarias lo permitan, iremos habilitando otros establecimientos en el sistema presencial”, había dicho el gobernador, Gildo Insfrán. Fue así que volvieron a la actividad 9.783 estudiantes de las 408 escuelas que pertenecen a las zonas rurales, donde aún continúan dando clases.

Luego, más de 15 mil alumnos de Catamarca volvieron a las aulas en 567 escuelas rurales. Los estudiantes que habían retornado a las aulas eran los del sexto grado del nivel primario, el sexto año del secundario y el cuarto de la educación para jóvenes y adultos. “Hemos armado nuestro propio protocolo, con las bases del nacional, y cada escuela trabajó sobre un reglamento sanitario y pedagógico. Cada aula tiene diez alumnos y se reparten los estudiantes en el edificio escolar”, dijo el ministro de Educación de Catamarca, Francisco Gordillo. Sin embargo, este mes volvió a sumar nuevos casos de Covid-19 y esto hizo que el gobernador decidiera suspender las clases presenciales.

En Santiago del Estero el regreso a clases estaba previsto para el 6 de septiembre, pero a través de una resolución del Ejecutivo tras el desborde de la situación epidemiológica, se dispuso continuar con la virtualidad.

Finalmente, el lunes pasado comenzaron las clases presenciales en La Pampa con un máximo de tres horas para la asistencia de los alumnos, con excepción de cuatro localidades que están en fase 1 por la suba de casos.

La Pampa acordó con Nación en agosto esta vuelta y definió un protocolo de funcionamiento con los gremios docentes, que contempla la jornada limitada y sin la asistencia de la totalidad de la comunidad educativa.

En los últimos días, el jefe del gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta aseguró que insistirá ante Nación para que se autorice “algún grado de presencialidad” en la educación, comenzando por los 6.500 chicos que, según sus cálculos, rompieron todo vínculo con la escuela, y por los alumnos de primer grado y de quinto año.

El riesgo latente en las fronteras

Cuando el 26 de febrero pasado se informó del primer caso de Covid-19 en Brasil, que a su vez fue el primero registrado en Latinoamérica, nadie imaginó lo que sucedería en apenas unas semanas más. El diagnóstico se dio en un hombre de 61 años que volvió de Italia. Originario de San Pablo, el afectado había estado en un viaje de negocios desde el 9 de febrero en Lombardía, en el norte italiano, uno de los focos de la enfermedad en ese momento.

Por esos días aún miles de misioneros veraneaban en las playas del gigante sudamericano. Estaba cerca el reinicio de clases y lo que se veía en televisión o los diarios sobre lo que sucedía en Europa todavía parecía lejano. Pero en pocos días más la situación se descontroló principalmente en San Pablo, que se convirtió en el primer foco brasileño de la enfermedad. Incluso el primer caso fatal que se registró en Misiones fue en un camionero que volvió de esa ciudad.

Límites fronterizos
El 20 de marzo Argentina entró en cuarentena obligatoria y el 30 de marzo se hizo efectivo el cierre de fronteras para los argentinos que, de viaje por el exterior, buscaban entrar al país de alguna manera. Para ese momento Brasil, por su porosa frontera con Misiones, se había vuelto en la principal amenaza para la tierra colorada.

Y poco a poco la provincia fue quedando rodeada de focos de contagio. En Argentina, Chaco y el Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba) se convirtieron en los principales puntos desde donde irradiaba el virus hacia otras jurisdicciones. “El Amba está contagiando al resto del país”, manifestó el presidente Alberto Fernández en los últimos días de junio.

Y Misiones avanzó un paso más en la seguridad sanitaria, tal es así que desde el 30 de junio la provincia exige tener resultado de Covid-19 negativo para ingresar. Sólo están exentos “los camioneros, las personas que están exceptuadas y van de un lado al otro, que viven en una provincia y tienen su campo o su actividad en la otra provincia”, dijo esa vez el gobernador Oscar Herrera Ahuad.

El virus circula con los movimientos de población. Por eso prácticamente todos los países del mundo blindaron de alguna manera sus fronteras terrestres, aéreas o fluviales. El cierre del paso entre Posadas y Encarnación, que ya registró 130 casos y es una de las que más contagios tiene dentro del Paraguay, fue clave para frenar la cadena de contagios entre estas ciudades fronterizas.

Pero ahora la mirada de las autoridades misioneras está posicionada en lo que pasa en Corrientes. En pocos días las localidades lindantes con Misiones sumaron brotes que alarmaron a todos. El último reporte que emitió el gobierno correntino ayer da cuenta de catorce casos activos en Santo Tomé, nueve en Ituzaingó y uno en Virasoro.