La maldición de las maldiciones

miércoles 01 de julio de 2020 | 5:00hs.

Por Rubén Emilio Tito García rubengarcia1976@live.com.ar

En Génesis se dio la primera maldición cuando Dios maldijo a Adán y a Eva por comer el fruto prohibido del bien y del mal: “La tierra por tu causa será maldita y comerás el pan hasta que vuelvas a ella”. Después, las maldiciones pertenecerían al nimbo esotérico de brujos y chamanes. Y según la leyenda del Guarán, la maldición que aún subsiste ocurrió al inicio de la batalla de Caibaté, debido al nefasto Tratado de Permuta que trocaba siete pueblos al oriente del río Uruguay, perteneciente a la Nación Misionera, por Colonia del Sacramento; villa fundada ilegalmente por Portugal en la Banda Oriental. Por esa intrusión se envió al ejército guaraní, vencedor del bandeirante en Mbororé, para que recuperase la tierra irrumpida. El misionero fue, venció y reivindicó en masacre feroz. Por esa razón se negaron a entregar los siete pueblos y dieron pelea al unido ejército profesional de los ibéricos en Caibaté, última batalla de la guerra guaranítica y símbolo del derrumbe de la Nación.
Ya en el campo de combate, y presagiando la derrota, el gran Mburavichá lanzó esta terrible maldición.
¡Escuchen, malditos portugueses y españoles! Hasta ayer, enemigos; hoy se unen para destruir a gente que vive en libertad por la gracia de Dios. Se unen circunstancialmente por codicia sin conformarse con lo que tienen, creyendo que la felicidad reside en la riqueza material. Por eso, ¡escuchen bien, malditos! Ahora nos echan de nuestras tierras que supimos labrar con dignidad; constituida sobre la base de una sociedad comunitaria, pero a ustedes también los echarán en un futuro, y no por trabajar la tierra dignamente, sino por absolutistas, por mezquinos ¡por asesinos de inocentes! Y la maldición que heredarán vuestros descendientes será el enfrentamiento entre ellos mismos sin que jamás encuentren el camino en lograr lo que ustedes destruirán, la república de iguales de las Misiones, basada en la moral, la libertad, la justicia y ¡en lo espiritual por sobre lo material!
Soportarán a tiranos y a gobiernos hegemónicos, falsos profetas y aventureros que prometerán, uno tras otro, felicidad, igualdad y justicia; todo lo que nosotros concretamos en nuestra Nación y que ustedes unidos hoy están destruyendo. ¡Por esto, malditos, los maldigo! 
Según los últimos Chamanes, la maldición comienza con la idea de independizase de España. Por tal fin, hombres de diversos puntos de América contactan secretamente con La Gran Reunión Americana, logia fundada por el ideólogo Francisco Miranda en Londres, en la que participan Carlos de Alvear, José de San Martín, Simón Bolívar, Bernardo O’Higgins, entre los principales.
La intrépida vida de estos hombres hasta concluir sus ciclos en la contienda, resume sus dramas y glorias personales. Pero también marcará el fatalismo de los pueblos que heredarán la revolución por el manifiesto accionar trágico de sus hijos en constantes enfrentamientos por imponer ideas, pero siempre con tinte hegemónico, como si el sino de sus destinos estuviera marcado por la maldición del desencuentro. Es lo que sucedió en reducidos ejemplos.
Caracas y una indignidad. La Gran Colombia, partida en tres, fue el sueño del ideólogo Francisco Miranda y Simón Bolívar el ejecutor. Y entre la idea y la ejecución hubo una traición nunca explicada. Pues Miranda, en Londres, fue invitado por revolucionarios capitaneados por Simón Bolívar a Caracas, para que comandara el ejército como General en jefe. Sin embargo, y luego de luchar en forma desventajosa, esta primera experiencia revolucionaria fracasó cuando cayó el último bastión de Puerto Cabello defendido por Bolívar. Al firmarse el armisticio, a Miranda se le otorgó un salvoconducto para regresar a Inglaterra. Ya en el puerto, oficiales dirigidos por Bolívar lo detuvieron acusándolo de traidor y lo entregaron a los españoles. En España la Santa Inquisición lo imputó de hereje y lo condenó a ser fusilado. Antes, murió en la celda por un ataque de apoplejía el 14 de julio de 1816 solo y olvidado. ¿Sus restos? enterrados en una fosa común. ¿Bolívar? Refugiado político en Curazao.
Las provincias desunidas. Los caballeros de la Logia trataban en Buenos Aires las formas de gobierno que debían implementarse después de la Revolución de Mayo del año antepasado. Por de pronto intervinieron en el segundo golpe de Estado en 1812, tumbando a la Primera Junta y sustituyendo por un Directorio, cuya dirección recayó en Gervasio Posadas, tío de Alvear. Posteriormente entre Alvear y San Martín surgieron desavenencias profundas y dolorosas que duró hasta después del ostracismo del Libertador. La causa: Alvear ambicionaba ser el jefe del Ejército de los Andes. 
Chile: almas pugna. Dos militares se destacaron desde 1810. El noble Bernardo O’Higgins, y el ambicioso y ladino José Miguel Carreras. La fatal derrota en Rancagua los obligó a cruzar Los Andes, siendo recibido el primero por San Martín y repudiado el segundo. Después del triunfo en Maipú, Bernardo asume el gobierno de Chile. En tanto, Carrera, intentó derrocarlo mediante un golpe de Estado. Derrotado volvió a Mendoza cuando gobernaba Toribio Luzuriaga, quien lo arrestó y lo mandó a fusilar. De este modo se cerraba otro capítulo de enfrentamientos entre hermanos, de los tantos que sobrevendrían.
En la Banda Oriental, Artigas fue traicionado por José Rondeau, cuando éste, en la Asamblea del año 13, se pasó al bando de los Unitarios.
Bolivia, desde que se creó la república en 1825, tuvo en total 90 gobiernos entre constitucionales, interinos y de facto.
Paraguay, al asumir como dictador Perpetuo Gaspar Rodríguez de Francia, eliminó a sus adversarios, entre ellos a los padres de la patria: Fugencio Yegros, Pedro Juan Caballero y Fernando de la Mora.
En 1993 se creó el Mercosur para unirnos mejor, hoy está resquebrajado. En Argentina, a los argentinos nos divide una grieta fastidiosa y, entre esta grieta, hay otras menores como cuarentena sí, cuarentena no. Así nos va.