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La justificación del uso de la ‘e’ y la deslegitimación del sexismo

domingo 13 de octubre de 2019 | 6:00hs.
El lenguaje inclusivo es un uso social que pretende deslegitimar el sexismo lingüístico.
Belén Spaciuk

Por Belén Spaciuksociedad@elterritorio.com.ar

“El sexismo lingüístico es un fenómeno de carácter pragmático que consiste en borrar u omitir del discurso la marcación de designación femenina cuando es viable”. Es el concepto al que remite recurrentemente Liliana Daviña, especialista en lingüística, quien dialogó con El Territorio sobre el uso y la práctica del lenguaje inclusivo.

¿En qué consiste el lenguaje inclusivo y para qué se lo utiliza?
Se trata de un uso social que se fue proponiendo desde ciertos grupos militantes organizados, sobre todo feministas, que comienzan en Europa y Estados Unidos en la década del 90. No podemos decir que es literalmente un lenguaje y que fue creado por alguien.
En realidad es un uso de los recursos de la lengua que pretende realzar alguna arbitrariedad o capricho histórico que tiene el español como otras lenguas lo han tenido y se justifican en la economía de la lengua usando la marca del género masculino como una marca que implícitamente representaba a todo el género humano.
Esa invisibilización ideológica y cultural tiene que ver con un estado de situación histórico que ha ido cambiando a fuerza de que el cambio social conlleva a cambios lingüísticos y no a la inversa.

¿A qué refiere sexismo lingüístico?
Se considera sexismo lingüístico cuando en el uso de esos términos se está ocultando deliberadamente y perjudicando así la visibilización o la pertenencia femenina a ese acontecimiento, colectivo, historia. No es que en cualquier contexto se acomete contra la condición feminista sino que se le dice sexismo lingüístico a los contextos donde la mujer debería aparecer incluida y mencionada y no lo está.

¿Hay alguna alternativa u opción legitimada en el uso del lenguaje para mencionar a todes?
Hay muchos sustantivos que se denominan epicenos y son válidos tanto para hombres como para mujeres, como por ejemplo: personas, gente, multitud, ciudadanía, juventud. Son opciones que están disponibles y, sin embargo, claramente no se usan. Además, la Real Academia Española (RAE) recomienda también la duplicación (“todos y todas”), pero este recurso va en contra de la economía del lenguaje.

Con el lenguaje inclusivo, ¿es la primera vez que se busca evitar el sexismo lingüístico?
No. Porque la lengua se usa, se modela y se adapta a los cambios sociales. Por ejemplo, en la década del 60 fue muy notoria la aparición de la mujer con labores, oficios y artes que antes eran predominantemente masculinos y eso llevó a la modificación y feminización de varias palabras. Por ejemplo, las profesiones: médica, doctora, jueza, maestra. Cuando en realidad antes no se usaban y no quiere decir que no existían sino que no era usual utilizarlas.

¿Tiene alguna norma específica el uso de lenguaje inclusivo?
No hay una nueva norma ni creo conveniente que la haya en el sentido de que vaya descubriendo la propia comunidad hablante su manera de apropiarse de estas propuestas de señalamiento y transgresión política, de marcación de lo femenino en el universo social.
No creo que las reglas sean un camino. Tenemos muchos ejemplos de que cuando las cosas se quieren imponer se mantienen a pesar de que la regla no lo permita. Un claro ejemplo es el voseo. En Latinoamérica perdió vigencia muy tempranamente el pronombre “tú” para el uso coloquial. Sin embargo, en las escuelas y el uso formal de la lengua se siguió utilizando hasta por lo menos los años 80 los pronombres tú y vosotros, siguiendo la normativa peninsular.
Sin embargo, aquí utilizamos con mayor frecuencia el pronombre vos. Eso evidencia que la norma siguió campante porque nadie del espacio público tenía la aprobación de los grandes de la escritura pública y eso no se modificaba. Aún cuando se reclamaba el “tú”, el “vos” no murió y siguió vivito, campante y coleante hasta que se tuvo que aceptar.

Entonces, ¿es una propuesta posible?
Es una propuesta de uso con una intención política, de señalamiento que creo que es legítima y posible. No se están usando las palabras de una manera incorrecta, sino de una manera trasgresora, marcada, señalada, retórica. Lo que deberíamos también de alivianar es no inculparnos por no usarlo. Ese uso social y retórico tiene su función y uno lo puede utilizar hasta como una contraseña: ‘Hola a todes’. Y después seguir hablando en términos regulares y de esa manera, ya saldé mi guiño, mi postura política frente a otros.

¿Considera que la utilización de la ‘e’ en la actualidad es una moda?
Más allá de mi mirada social como ciudadana, mi mirada de especialista de estudios del lenguaje indica que estamos tanto en un proceso de generación de opiniones polémicas incesantes sobre nuevos aspectos, muchos redescubriendo una situación que se viene dando desde hace mucho tiempo sin saberlo, pero lo peor que podemos hacer es creer que es un fenómeno de coyuntura, porque no lo es.
Cuando dicen moda quizás están aludiendo a que no se sabe cuánto tiempo se va a sostener, porque como todo uso social que nace desde abajo y del uso sostenido espontáneo, no se prescribe quién y cuándo lo tiene que usar y no tiene reglas. Lo único que tiene es poner en discusión ciertas normas consideradas sexistas del español.
Estamos en el momento de aparición del fenómeno y que se use y promulgue su uso no garantiza el cambio social ni el cambio lingüístico que acompaña a lo social. No sabemos todavía si es o no una moda. Podría serlo, pero también podría ser que se transforme en un uso social que se extienda desde determinados lugares y se acepte.
Esta nueva oleada llega a fuerza de la presencia pública de jóvenes que se manifiestan a favor de una reivindicación de justicia, convalidando en una situación actual su posibilidad de decidir sobre su propio cuerpo y su vida.
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