La inteligencia artificial y el riesgo del pensamiento estructurado

domingo 27 de septiembre de 2020 | 5:00hs.
La inteligencia artificial y el riesgo del pensamiento estructurado
La inteligencia artificial y el riesgo del pensamiento estructurado

Por Esteban Bueseck interior@elterritorio.com.ar

En el desarrollo de plataformas de comercio electrónico y redes sociales los ingenieros informáticos son un pilar fundamental. Aunque no se los vea son quienes están detrás de la construcción de esas herramientas que hoy son indispensables en la vida cotidiana de cualquier persona.

No caben dudas entonces que son uno de los profesionales más demandados en el mercado actual. “Este año por la no presencialidad en casi todas las actividades hubo una creciente demanda, que de por sí ya era alta, y en la actualidad no se está cubriendo la demanda que hay”, admitió en diálogo con El Territorio, Roberto Suenaga, director de la carrera de Ingeniería en Informática en la Universidad Gastón Dachary.

Y en diálogo con este medio amplió sobre el detrás de internet.

¿Qué es un algoritmo y cómo influye en el desarrollo informático?
Un algoritmo, básicamente, refleja un proceso en términos de programación informática para obtener un resultado previsto. Ese es un algoritmo clásico, es una secuencia de pasos donde uno tiene una serie de datos de entrada y con esa secuencia de pasos obtiene el resultado de una salida. En resumen, tengo determinados datos y a través de una serie de procesos busco un objetivo.

Lo que está ocurriendo ahora en término de redes sociales, es que con la inteligencia artificial (IA), los algoritmos funcionan de manera diferente. Lo que hacen los algoritmos nuevos de aprendizaje automático o IA es mucho más complejo que lo que conocíamos. Es una especie de razonamiento como lo haría una persona, por eso se llama inteligencia artificial, tratan de imitar cómo una persona elabora una solución a la búsqueda de un objetivo, por ejemplo, que el usuario termine comprando un producto.

¿Qué factores se tienen en cuenta a la hora de desarrollar un algoritmo?
Lo primero, y eso es común a todos, es ver qué busca la empresa, el servicio o la plataforma. Por ejemplo, que el usuario se mantenga activo en una red social, que compre en una plataforma, que recomiende productos, esos pueden ser objetivos primarios. Lo segundo es con qué datos contamos, si tenemos pocos datos no podemos usar algoritmos avanzados porque los avanzados se basan en grandes volúmenes de datos. Tener determinados datos marcan el tipo de técnica a utilizar. Y luego, lo que vale mucho es la experiencia del desarrollador o del grupo, en general son grandes grupos de trabajo donde incluso intervienen psicólogos para analizar el comportamiento de las personas. Eso hacen las grandes empresas como Amazon, Google o Facebook.

¿Un desarrollo así es muy costoso?
Cambió mucho en los últimos cinco años. Antes sí era muy costoso pero hoy en día las nuevas técnicas están metidas en herramientas que facilitan mucho la solución. Es cuestión de conocer las herramientas y de combinar lo disponible con la experiencia de los desarrolladores.

¿Cómo se pueden utilizar esos datos almacenados para, por ejemplo, influir en una elección?
Hay dos aspectos a tener en cuenta. Uno es la privacidad o protección de datos personales. La excusa de una empresa o plataforma es que gracias a que almacena datos sobre mi actividad nos puede brindar servicios adaptados a mi perfil. Cuando yo necesito algo nos brinda algo más ajustado a lo que estoy buscando. A partir de eso almacena mi información. Si uno lee el acuerdo que se firma al empezar a usar la plataforma, se excusan en eso. La otra parte es qué hacen las empresas con esos datos además de brindarme un servicio. Ahí es donde surge la posibilidad de que haya otra empresa como Cambridge Analytica en las elecciones de Trump, donde ese grupo que trabajó en la campaña supuestamente ofreció datos y Facebook les habría vendido, esa es otra arista por la que el propietario de los datos, Facebook en este caso, obtiene beneficios económicos. Así que esos dos componentes son los que generan el riesgo. También hay que tener en cuenta que estamos hablando de servicios “gratuitos”, nadie me obliga a usar una red social y si yo no pago por un producto es porque el producto soy yo.

Y uno le está dando constantemente información a estas plataformas
Sí, totalmente. De hecho Google es una de las únicas que transparenta la información que almacena sobre uno. Se puede buscar en Google Takeout la información que guardan sobre nosotros.

¿Para dónde va internet en general?
La tendencia es creciente. La cantidad de servicios y plataformas está aumentando y eso no va a cambiar en el corto o mediano plazo. Con las cámaras de vigilancia que se ponen en las ciudades, por ejemplo, con las técnicas de reconocimiento de imagen y procesamiento, tendremos el Gran Hermano que nos puede seguir en todo momento y lugar.

Lo que conviene siempre es tomar conciencia. Tener idea a lo que nos enfrentamos cuando usamos la tecnología o cuando firmamos un acuerdo para usar un servicio. Porque esa serie de publicidades o recomendaciones que nos llegan nos estructuran el pensamiento, qué consumir, qué noticias leer… los algoritmos estos tienen la finalidad de darnos información que se corresponde con nuestro perfil. Acumulamos una línea de actividad que puede estar relacionada con una línea de pensamiento o comportamiento y eso es lo más grave. Ahí es donde insisto que la persona debe ser consciente con lo que lee o consume.