La historia de las vacunas

domingo 16 de agosto de 2020 | 6:00hs.
Pintura del siglo XVII  que grafica  el momento en el que Edward Jenner vacuna a un niño contra la viruela.
Pintura del siglo XVII que grafica el momento en el que Edward Jenner vacuna a un niño contra la viruela.
En junio de 1796 se publicó en Inglaterra una obra redactada por el cirujano Edward Jenner (1749-1823) que revolucionó la lucha contra la viruela. Un texto en el que plasmó, después de 28 años de indagación metódica, una variante en la práctica inoculatoria basada en la observación empírica de que las personas infectadas por viruela desarrolladas en el ganado vacuno, denominado cowpox, se hacían refractarias a la viruela humana. Al método jenneriano se lo denominó vacuna y por ello su descubridor es reconocido mundialmente como el padre de la vacunación.

España también fue uno de los primeros países en adoptarlo, Francisco Piguillem y Verdaguer (1770-1826), médico y académico de Barcelona, inauguró su práctica el 3 de diciembre de 1800 en el Puigcerdá (Cataluña). El pus vacuno fue remitido desde París por François Colón (1764-1812), gracias al contacto mantenido por la medicina catalana y la francesa.

Sin embargo, su implantación y aplicación de la vacunación no mantuvo una línea uniforme. A la falta de adhesión de la población, quien recurría a la medida preventiva sólo cuando la enfermedad alcanzaba un carácter epidémico se deben añadir las dificultades en el abastecimiento constante del fluido vacunal. Una práctica inconstante que reflejaba las carencias organizativas y administrativas que permitían su difusión.

Durante los primeros años de la preparación y uso de las vacunas, su elaboración y control fue un proceso totalmente artesanal. No existían métodos estandarizados para comprobar la pureza de las semillas bacterianas utilizadas, por ello no siempre se hacían pruebas estrictas de esterilidad y con menos frecuencia se realizaban pruebas de potencia en animales.

Esta falta de precaución causó accidentes, como por ejemplo en 1902, cuando una de las vacunas contra la peste bubónica, preparada por el ruso Waldemar Mondecar Wolff, se contaminó con Clostridium tetani, provocando la muerte por tétanos a 19 personas en la población de Mulkwai en la India.

A lo largo de todo el siglo XIX confluyeron diversos decretos, órdenes o leyes dirigidos a implementar la vacunación contra la viruela. Pero nunca se llegó a hacer implícita la obligatoriedad de la vacuna, por lo que no se alcanzaron coberturas de vacunación adecuadas.

Con la ley de Bases de Sanidad, en 1944, se declaró obligatoria la vacunación contra la viruela y la difteria en España, consiguiendo, en el caso particular de la viruela, su eliminación en 1954, a excepción de un brote ocurrido en 1961 en la capital del país, a partir de un caso importado de la India. Años más tarde, se declaró oficialmente la erradicación de la enfermedad por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Impacto en la salud pública
Durante el siglo XX la vacunación ha sido una de las medidas de mayor impacto en salud pública, ya que con su administración se ha conseguido disminuir la carga de enfermedad y la mortalidad por enfermedades infecciosas en la infancia. Con excepción del acceso al agua potable, no ha habido otra medida preventiva o terapéutica -ni siquiera los antibióticos- que haya tenido mayor efecto en la reducción de la mortalidad de la población de todo el mundo.

A lo largo de los últimos 200 años, desde el descubrimiento de la vacuna de la viruela por Jenner, la vacunación ha controlado, al menos en algunas partes del mundo, enfermedades que causaban gran morbimortalidad (muertes causadas por enfermedad); ha conseguido, por primera vez en la historia, la erradicación mundial de una enfermedad: la viruela en 1980, el 9 de diciembre de 1979 se declarara la erradicación de esta enfermedad y se recomienda la suspensión de la vacunación.

Ha conseguido interrumpir la circulación de un agente infeccioso en varios continentes: la circulación del poliovirus salvaje se ha interrumpido en la Región de las Américas en 1990, en el Pacífico Occidental en 2000 y en la Región Europea en 2002 y se está próximo a lograr la erradicación mundial de enfermedades como la poliomielitis.

Se estima que la introducción de las vacunas en el mundo ha evitado anualmente 5 millones de muertes por viruela, 2,7 millones por sarampión, 2 millones por tétanos neonatal, 1 millón por tos ferina, 600.000 por poliomielitis paralítica y 300.000 por difteria.

Desde 1900 a 1973 se produjo un uso masivo de vacunas, fundamentalmente en países desarrollados: viruela, tuberculosis (BCG), difteria-tétanos-pertussis, vacunas atenuadas e inactivadas contra la poliomielitis y vacuna contra el sarampión).

Enfermedades bajo control
Muchas enfermedades habituales en el pasado se han controlado e incluso eliminado gracias al uso de vacunas. Es el caso del sarampión o la varicela las cuales, a pesar de seguir afectando a la población (sobre todo infantil) están totalmente controladas. Sin embargo, otras muchas enfermedades están muy extendidas, son mortales y no tienen una vacuna desarrollada.

El ejemplo más claro es el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), más conocido como síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), enfermedad que afecta a más de 30 millones de personas en todo el mundo y que provoca alrededor de dos millones de muertes cada año.

En realidad, se puede decir que, como ocurre en otras áreas de la medicina, la historia de las vacunas no ha hecho más que comenzar, y se continúa investigando para crear nuevas vacunas para viejas o nuevas enfermedades, como el coronavirus.

Antecedentes históricos de la vacunación

El intento de la vacunación ha acompañado históricamente al hombre, quien ha intentado encontrar protección real contra las enfermedades infecciosas que diezmaban pueblos enteros. Es, sin lugar a dudas, la más importante intervención de salud pública sobre estas enfermedades luego de la provisión de agua potable a la población, especialmente en los países

en desarrollo en los que se estiman que cada año mueren cerca de 3 millones de niños a causa de enfermedades inmunoprevenibles.

Los datos más antiguos que se conocen sobre la historia de la vacunación datan del siglo VII, cuando budistas indios ingerían veneno de serpiente con el fin de ser inmune a sus efectos.

Por otra parte, desde el siglo X, el pueblo chino practicaba la variolización con el fin de inocular el virus de la viruela de un enfermo a una persona susceptible, sometiendo además, las pústulas variolosas y el almizcle, a un proceso de ahumado con el propósito de disminuir su virulencia.


Argentina tiene uno de los calendarios más completos

En la Argentina la vacunación es un derecho, pero también una obligación
En la Argentina la vacunación es un derecho, pero también una obligación.
El calendario argentino de vacunación cuenta con 18 vacunas para todas las poblaciones, que deben colocarse entre los primeros días de vida y la adultez, y dos más exclusivas para las personas que viven en zonas de riesgo (fiebre amarilla y fiebre hemorrágica argentina).

Se trata del listado oficial del Ministerio de Salud de la Nación, y en todos los casos el Estado nacional las otorga en forma gratuita en centros de salud y hospitales públicos.

De acuerdo con los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Argentina tiene un calendario de 22 vacunas (suma a las 20 señaladas, por ejemplo, la vacuna contra el cólera que se aplica a los militares). Así, supera a la mayoría de los países del mundo.

El Reino Unido, por ejemplo, posee 16. Brasil, por otra parte, figura con un calendario de 28 vacunas, pero varias se aplican en forma privada y otras en grupos más reducidos que en nuestro país.

“La Argentina tiene un calendario de vacunación modelo, con una gran cantidad de vacunas gratuitas para prevenir enfermedades tanto en niños como en adultos. En los últimos años se ha hecho un esfuerzo por incluir muchas vacunas que se sabe son eficaces”, destacó Romina Libster, especialista en vacunación e investigadora del Conicet en la Fundación Infant.

De hecho, hasta 2003 el calendario argentino contaba con 8 vacunas. En 2012, la directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Mirta Roses, expresó en una carta que “la introducción en los últimos tres años de nuevas vacunas en el calendario, como la de influenza, neumococo y papilomavirus humano (HPV), así como hepatitis B para todos los adultos mayores de 20 años, sitúa al calendario vacunal de Argentina como uno de los más completos y avanzados de la región”.



Siglo XI
China dio los primeros pasos de la inmunización con la inoculación obtenida de lesiones de pacientes con viruela.

1796
Edward Jenner aportó a la ciencia al inocular un agente infeccioso. El médico creó la primera vacuna. Experimentó con las vacas y así apareció el término vacunación.

1885
Louis Pasteur exploró la técnica de atenuación del agente infeccioso mediante experimentos en aves para generar la vacuna contra el cólera, y en perros descubrió la vacuna antirrábica.

1922
La vacuna de la tuberculosis fue descubierta por Albert Calmette y Camile Guerín. Causó la muerte de 75 lactantes de una ciudad alemana porque carecía de seguridad.

1936
Max Theiler y sus colegas crearon una vacuna atenuada viva para la fiebre amarilla usando cultivos de tejido preparados a partir de huevos embrionados de pollo.

1963
Vacuna contra el sarampión: después de demostrar su seguridad y eficacia, primero en monos y luego en humanos, John Enders y sus colegas declararon que su vacuna contra el sarampión era capaz de prevenir la infección.

1979
La Organización Mundial de la Salud declaró erradicada la viruela del mundo. Ese mismo año, también se autorizó oficialmente una vacuna mejorada contra la rubéola.

1986
La vacuna contra la hepatitis B fue la primera vacuna humana producida por métodos de ADN recombinante.

2010
Se comenzó a usar una vacuna conjugada meningocócica grupo A en el cinturón africano de la meningitis, cuyas epidemias han provocado, históricamente, miles de muertes y mucha discapacidad.

2020
El planeta entero observa la carrera por la vacuna contra el coronavirus con dos candidatas favoritas: la de la Universidad de Oxford, que se producirá en Argentina, y la de Moderna, que se realiza en EE.UU. Además, Rusia ya aprobó la propia esta semana.