La fortuna de encontrar

domingo 11 de agosto de 2019 | 6:00hs.
Galo Barreto y Laura Bronzino, recién casados, no descartan tener hijos más adelante.
Galo Barreto y Laura Bronzino, recién casados, no descartan tener hijos más adelante.
Silvia Godoy

Por Silvia Godoysociedad@elterritorio.com.ar

Fueron amigas y compañeras de lucha por los derechos del colectivo LGBT, al tiempo se reconocieron cómplices e inseparables. Se gustaron, empezaron a salir, se hicieron novias.
De aquel incipiente romance pasaron seis años, hubo una serie de cambios y, una fiesta de casamiento el 7 de mayo pasado, que los consagró esposa y esposo.
Es que la historia de amor de Laura Bronzino (35) y Galo Barreto (23) se construyó a base de superar obstáculos y pruebas y en ese camino, el vínculo de afecto se fue fortaleciendo con la misma intensidad con las que dejaron atrás las etiquetas.
Los recién casados recibieron a El Territorio en su casa ubicada en el Oeste posadeño. Allí, en el hogar familiar, mate de por medio, de a poco fueron revelando el periplo que les supuso estar juntos: primero novias y luego, pareja heterosexual formalizada -para expresarlo dentro del binarismo al que se reduce las relaciones humanas-. En cualquier caso -coincidieron-, tuvieron la fortuna de encontrarse y de emprender un proyecto común.
“De aquel primer beso pasaron ya seis años y tres meses”, contó Laura y evidenció que se enamoraron cuando ambas eran mujeres.
“Era una relación de lesbianas, pero al poco tiempo ella -no dice el nombre- expone esta necesidad que tenía de cambiar su identidad de género y cambiar de sexo”.
Era el 2015 y primero Galo acudió a la consulta médica para iniciar el tratamiento hormonal y dos meses después gestionó el cambio de identidad sexual en el DNI.
“Sí, fue así -describió Galo-, estábamos saliendo y yo no le había dicho eso todavía, pero internamente yo sabía que quería realizar esta transición, desde que era un niño sentía que no encajaba en ninguna parte. Emocionalmente era algo que lo tenía en la mente pero que me sentía un poco atrapado, porque mi familia es muy religiosa, era improbable hablar de lo que me pasaba. Pero la verdad es que hoy soy feliz, en toda mi vida anterior a mi cambio, nunca me adapté a un montón de estructuras que dan vuelta sobre lo que es esperable de ser una mujer”.
Contaron así que estar juntos, darse un beso, amarse, “no fue lo difícil, porque el amor es fuerza, es valentía, supera todo y es sanador, el amor mueve al mundo pese a tanta injusticia, el amor sigue siendo el motor de todas las luchas”.
Los verdaderos obstáculos los esperaban afuera, definió Laura: “Primero cuando nos enamoramos ella tenía 17 y yo 29, luego decide la transición como varón trans, yo lo acompaño. Anduvimos mucho por médicos, luchando por que se respeten los derechos garantizados por ley, luego cuando eligió llamarse Galo y que nos íbamos a casar, también estaba la barrera de la familia de él, con la que no tengo trato, aunque lo hayamos intentado”.

El documento
Cuando llega el nuevo DNI que reconoce a Galo como varón, él ya había charlado con su madre sobre la importante decisión que había comenzado y que significaría una adaptación de toda la familia.
“Yo necesitaba el DNI porque viajaba con mi familia a Uruguay, donde tenemos parientes, incluso yo nací allá. Cuando le conté a mi madre, bueno, ella lo entendió a medias; la realidad es que relación entre nosotros no es fluida, ella tiene sus creencias y bueno… yo tengo que vivir mi vida. Mis abuelos lo asimilaron muy bien y me dieron mucho amor”, expresó y añadió que su suegra también es una persona con la que tiene un vínculo especial y lo contiene mucho.
La joven, en tanto, fue presidente varios años del colectivo LGBT Misiones, que dejó de funcionar en 2015. Fue dentro de este grupo que conoció a Galo y junto a otras personas tenían la tarea de asesorar a quienes buscaban el amparo de las recientes leyes de Matrimonio Igualitario (2010) y de Identidad de Género (2012).
“Hoy no estamos nucleados en ningún movimiento, pero la militancia está. Esta casa es de puertas abiertas y recibimos a amigos que fueron expulsados de sus familias por haber asumido su orientación sexual o su identidad de género. Lo que veo con preocupación es que hoy no se está cumpliendo, como en muchas otras cosas, el acceso a lo que garantiza la ley, y que en salud quieren hacer un protocolo sistematizado para el cambio de sexo, por ejemplo, cuando la ley no lo pide”.

Contención y solidaridad
Laura y Galo entienden que haber coincidido en la amistad, en el amor, en la manera de encarar la vida: “Es un regalo”, porque muchas personas todavía deben pelear por el acceso a los derechos y “los derechos no son privilegios, son derechos y, claro, también hay obligaciones”, precisaron.
Tenerse como compañeros fue el puntal para que cada uno haga su transformación, la chica lleva adelante un tratamiento para mejorar su salud y él debe continuar en tratamiento de por vida, ya fue intervenido quirúrgicamente y le administran hormonas.
“De todo esto que hemos pasado, hasta nuestro casamiento en mayo pasado, fuimos aprendiendo que las personas somos más que las etiquetas o las definiciones que tienen para nosotros la sociedad”, indicó Laura. “Yo me enamoré de Galo cuando era mujer, yo me autopercibía como lesbiana, su cambio fue muy fuerte, pero el amor nunca estuvo en duda, porque uno se enamora de una persona. Hoy bromeamos con que éramos una pareja heterosexual y sí, para la sociedad extrañamente es como que sí, pero la realidad es que la vida, el amor, la empatía, no se queda en los límites en la forma de ver el mundo de los grupos dominantes”, sostuvo Galo, que añadió que muchos se enterarán de su condición por el diario. “Si es que contar nuestra historia puede ayudar a que alguien se acepte como es y sea más feliz, creo que sirve para algo, pienso que hay que buscar. Que es verdad que como minoría sufrimos alguna discriminación, pero eso no te puede parar, la mirada de los otros no te define, hay que apoyarse en la gente que te quiere”.