La educación, mucho más que una calificación numérica

domingo 31 de mayo de 2020 | 5:00hs.
La educación, mucho más que una calificación numérica
La educación, mucho más que una calificación numérica
María Elena Hipólito

Por María Elena Hipólito sociedad@elterritorio.com.ar

¿De qué sirve un profesor en tiempos en los que internet parece tener la respuesta a todo? El cuestionamiento se lo hizo un estudiante para provocar a su educador, y el semiólogo y escritor, Umberto Eco, se valió de ello para generar una reflexión sobre la importancia de la escuela aún cuando es tan cuestionada.
“He dicho que el estudiante dijo una verdad a medias, porque ante todo un docente, además de informar, debe formar. Lo que hace que una clase sea una buena clase no es que se transmitan datos y datos, sino que se establezca un diálogo constante, una confrontación de opiniones, una discusión sobre lo que se aprende en la escuela y lo que viene de afuera”, escribió Eco en su artículo. 
Es justamente ese diálogo, esa confrontación cara a cara, lo que desdibuja en este contexto de aulas cerradas y clases a través de una pantalla de celular o computadora. Lo conocido se transforma y lo desconocido se torna un desafío.
“El papel de la escuela es dejar de repetir contenidos porque eso lo encontramos en la web, pasa por generar un pensamiento crítico y más selectivo”, sostuvo Yamila Pulutranka (34), profesora de lengua del secundario BOP 1.
Así como ella, son miles los docentes que ven en este tiempo de enseñanza no presencial un momento para repensar la educación. No obstante, la pregunta más importante que se hacen es cómo nivelar lo aprendido por los alumnos una vez que regresen a las aulas.
“Para mí es una gran oportunidad para repensar cómo estaba siendo la evaluación. En nuestro sistema la calificación numérica siempre fue importante y esta es una oportunidad para repensar que somos mucho más que números, a veces desarrollar ciertas habilidades, competencias y capacidades pueden implicarle a cada uno un diez o un seis independientemente de la nota numérica que pueda llevar el trabajo”, compartió Pulutranka.
Hay más dudas que certezas respecto a eso puesto que ni siquiera se sabe cuándo efectivamente volverán a abrir las escuelas. De todas maneras, los docentes se preparan porque son conscientes de que las herramientas tecnológicas y de conectividad no llegan a todos sus alumnos y habrá quienes se hayan quedado afuera del aprendizaje durante estos más de dos meses de cuarentena.
“El mayor desafío va a ser tratar de hacer un balance de quienes pudieron hacer las actividades y quienes no. Todavía no hay una estrategia al respecto y no se habló de nada en concreto, pero creo que el diagnóstico que siempre se hace en marzo cuando comienzan las clases ahora lo vamos a tener que hacer cuando volvamos para ver quiénes pudieron hacer, quiénes no y quiénes realmente pudieron aprender. Sin dudas va a ser algo difícil, complicado y un desafío más para nosotros”, señaló, por su parte, Analía Barrios, jefa del área de Lengua de la Comercio 6.
En tanto, Carla Mercado (36), profesora de matemáticas del Martín de Moussy, aseguró: “No podemos llegar a todos los estudiantes. El regreso a las aulas es incierto y vamos a tener que trabajar con los casos individuales debido a las distintas realidades, porque las tecnologías pueden ser un complemento pero nada reemplaza el acto pedagógico que se desarrolla en las clases presenciales”.
Las tres profesoras de secundario señalaron que la herramienta que más utilizan es WhatsApp ya que les facilita el envío de audios, imágenes y hasta documentos. En el caso de la Comercio 6 algunos docentes tienen grupos con sus alumnos desde donde les van mandando periódicamente los contenidos y los trabajos.
Esta labor les supone mucho tiempo de sus días. “Trabajamos el doble del horario habitual, no tenemos fines de semanas ni feriados y la situación laboral es más estresante”, consideró Carla Mercado.
Las emociones también son algo que entra en juego en este contexto. Así lo explicó Pulutranka: “Los docentes también tuvimos que aprender porque la escuela venía con un sistema presencial muy tradicional y diferente al que ahora tenemos que afrontar. Estamos aprendiendo a regular el tiempo, nuestras emociones, porque no es fácil no ver al que está del otro lado, porque si hay algo que nos define cuando estamos en el aula es el contacto, el poder verle a la cara y saber que el alumno está callado pero le están pasando millones de cosas”.