La Argentina, un país con pronóstico reservado

domingo 17 de febrero de 2019 | 5:00hs.
La Argentina, un país con pronóstico reservado
La Argentina, un país con pronóstico reservado
El concepto de pronóstico reservado se usa habitualmente en la medicina cuando el médico no puede predecir la evolución futura de una lesión o de una enfermedad porque los síntomas no son suficientes o porque hay riesgo de que surjan complicaciones. Digamos que es porque hay riesgo de que “pasen cosas”. El concepto podemos aplicarlo, también, a la economía, y sobre todo a una economía tan volátil como la argentina.
La Argentina viene con pronóstico reservado hace tiempo, o al menos así lo es para el actual gobierno nacional que desde que tomó el mando de la Casa Rosada no para de implementar medidas que, al poco tiempo, debe levantar porque no hacen más que empeorar el diagnóstico.
Esta semana hubo un ejemplo de ello. La Afip había anunciado, a comienzos de semana, que elevaría las tasas de interés para los morosos. Enseguida las Pymes salieron al cruce planteando que esto las ahogaría y llevaría al cierre a varias empresas, con la correspondiente pérdida de puestos de trabajo. El Gobierno debió dar, una vez más, marcha atrás con esto. Un claro error de pronósticos. 

El error más grave
Pero sin dudas, el mayor error de pronóstico lo tiene como responsable al propio presidente, Mauricio Macri, y está relacionado con uno de las mayores obsesiones de los argentinos, la inflación.
Corría el año 1945, Edelmiro Farrel era el presidente de la Argentina, y en el mundo de la economía local hacía su debut el que hoy es conocido como Índice de Precios al Consumidor (IPC). Comenzaba así una de las peores pesadillas para cuanto presidente llegará a sentarse al sillón de Rivadavia.
A la inflación la sufrieron todos los presidentes, en mayor o menor medida. Es uno de los fenómenos de la economía que más llama la atención de la opinión pública nacional, y por ello ha sido siempre un factor predominante en las discusiones electorales. Es por ello que todos los presidentes, o candidatos, la incluyeron en su discurso y sus agendas de trabajo, casi todos sin éxito.
Desde la vuelta a la democracia, todos los presidentes llegaron con recetas, cuasi milagrosas, para contenerla. Pero todos fueron derrotados. Incluso algunos intentaron resolver el problema de la inflación eliminando el índice de precio, de manera que la opinión pública no pudiera acceder a la información real de su variación. Cómo si la gente no se diera cuentan en el supermercado, o al pagar una tarifa, que los precios variaron. Con, o sin medición oficial, el ánimo de la opinión pública argentina es modificado por la variación de los precios.
Por eso, todos los gobiernos fueron cuidadosos en su tratamiento. Todos menos el actual. Desde su campaña para la elección que lo llevo a la Casa Rosada, Mauricio Macri puso a la inflación en el centro de la escena. Y lo hizo poniendo la vara demasiado alta. “Bajar la inflación es fácil” y “la inflación es una demostración de la incapacidad para gobernar”, son dos frases de campaña que hoy condenan al presidente. Y él lo reconoce, y por ello la semana pasada reconoció que “bajar la inflación es difícil” y que sobre esto habían sido demasiado optimistas. Es que Macri, y su entorno político-marketinero, sabe que el argentino vota pensando en su bolsillo, y que ya perdió credibilidad en materia inflacionaria.
Pero aunque lo sepan, parecen no haberlo entendido bien. Es que esta semana, cuando presentó las nuevas medidas tendientes a mitigar la difícil situación que viven las Pymes de las economías regionales, modificando los topes del mínimo no imponible para las cargas sociales, el Presidente volvió a mostrar ese optimismo desmedido, que nuevamente lo dejó muy mal parado ante la gente. “La inflación está bajando”, afirmó Macri el miércoles, en el Salón Blanco de la Casa Rosada. Y el jueves la realidad se lo volvió a llevar puesto, porque el Indec dio a conocer la inflación de enero. El IPC había crecido un 2,9 por ciento respecto del mes anterior, y así la inflación de enero era más alta que la de diciembre, cuando el índice había estado en 2,6. Esto significa que la inflación no está bajando. Al contrario, está subiendo, y subirá aún más este mes, ya que se deben computar los aumentos a las tarifas de servicios. Así, la inflación de febrero promete ser aún mayor que la de enero. Es intolerable que desde el gobierno nacional festejen que este año bajará la inflación con respecto al 2018. La inflación acumulada del año pasado fue la más alta de los últimos 27 años con la cifra de 47,6% de aumentos. Por lo tanto no hay nada para festejar con que se logren bajar algunos puntos. Con el 2,9 de enero y los más de 3 puntos que se esperan de Febrero el panorama no es alentador.  

Tenían un buen pronóstico
Quienes al parecer tenían un buen pronóstico de situación fueron los bancos, porque en esta Argentina de crisis sus balances fueron más que positivos durante el 2018. Esta semana se conoció un informe del Banco Central que indica que la rentabilidad de los bancos creció un 121 por ciento durante el año pasado. Este crecimiento anual se dio por el efecto de la suba del dólar que benefició a la rentabilidad del sistema financiero que también ganó dinero con las Lebac y Leliq.
Por lo que informa en Central, las ganancias del sistema financiero alcanzaron los 23.199 millones de pesos en el último mes del año, cerrando el 2018 con una rentabilidad de 172.106 millones de pesos. En 2017 la rentabilidad total había sido de 77.709 millones de pesos.
Eso en números gruesos. Entrando a tallar fino, se debe contemplar la inflación del año pasado que fue del 47,6 por ciento. Entonces, la manera de comprobar si los bancos realmente ganaron dinero o si solo lograron atravesar el año sin ser afectados por la inflación, es mediante el cálculo del patrimonio neto anualizado, y en ese caso el informe indica que el incremento fue de un 47 por ciento. Es decir, descontado la inflación, las ganancias siguen siendo altas.

Elecciones con pronóstico reservado
A esta altura no hay certezas de que pasará en octubre cuando se disputen las elecciones generales para definir quien se sentará en el sillón de Rivadavia hasta el 2023. Y no las hay porque tanto en la economía hogareña, uno de los factores preponderantes a la hora de definir el voto, como en la política todo está por verse.
Que rumbo tomará la economía, aún se desconoce. Mientras el gobierno sostiene que habrá una reactivación y una baja de la inflación, los números de la realidad demuestran lo contrario, generando un descontento creciente en la sociedad, que se traduce en un aumento de la imagen negativa del presidente.
Una caída que, en paralelo, la oposición no logra capitalizar, por falta de organización. Es que el peronismo continúa dividido en varios fragmentos. Pero eso puede cambiar, si es que lo que se está ensayando en algunas provincias comienza a tomar forma.
Hoy hay elecciones Primarias en La Pampa, y allí solo Cambiemos disputará candidaturas, porque el peronismo logró la unidad y presentará un candidato único. Algo similar se confirmó esta semana para Santa Fe, donde los peronistas fumaron la pipa de la paz e irán, kirchneristas y no kichneristas, todos juntos a la elección provincial. Lo mismo estaría por suceder en Entre Ríos, donde todo el peronismo se estaría encolumnando detrás de Gustavo Bordet.
Pero esto parece ser una posibilidad lejana, aún, a la hora de hablar de candidaturas presidenciales. Es que del lado de Alternativa Federal sigue firme la postura de no acercarse al kichnerismo, esto aunque estén perdiendo dirigentes que sí deciden acercarse a la expresidente Cristina Fernández, como es el caso de Juan Manzur. Es que para la dirigencia central de ese espacio, competir en unas Paso con Cristina significaría una derrota casi asegurada, y sería darle la chance a la expresidente de volver a la Rosada. Lo que podría significar el final de las aspiraciones presidenciales futuras de cualquiera de ellos. 

Trabajar con el diagnóstico correcto
Tener un diagnóstico correcto es el primer paso para poder resolver un problema de cualquier índole. En ese sentido, el gobierno de Misiones viene siguiendo de cerca cada uno de los problemas que aquejan a la sociedad misionera, muchos de los cuales derivan directamente de la crisis que sacude al país. Y eso permite avanzar con medidas que permitan mitigar la situación.
En ese sentido, esta semana la Provincia otra vez se puso al hombro la carga del aumento de la energía que dispuso la Nación. Y se anunció que en lugar de trasladar el 25 por ciento de forma directa a los usuarios, el gobernador Hugo Passalacqua ordenó a la empresa Energía de Misiones Sociedad Anónima (Emsa) que el traslado se realice en cuotas, suavizando el impacto en el bolsillo de la gente.
Este aumento, que se repetirá en los próximos meses, responde que la Nación continua subiendo el precio mayorista de la energía eléctrica que le vende a las provincias, por la eliminación de los subsidios, que viene haciendo desde 2016. De esta manera el Gobierno de Cambiemos reduce sus gastos buscando achicar el déficit pero le carga ese costo a los usuarios de luz, gas, transporte y combustible.
Lo que hace la Provincia de Misiones en este contexto es cuidar de no transferir todo ese costo y asumir parte de esa carga para evitar que golpee a los misioneros, usando recursos propios de rentas generales que se logran con una gestión austera y cuidadosa de los fondos. Pocas provincias tienen la postura que toma Misiones de continuar brindando gobernabilidad a la Nación, apoyando todas las leyes que necesite el presidente Macri, a pesar de sufrir todas las consecuencias de los errores económicos, la inflación, el desempleo, el ajuste y la falta de obras. Trascendió desde el entorno de la Conducción que “Misiones no se correrá ni un centímetro de la postura tomada desde el principio de brindar gobernabilidad a Cambiemos”.
Incluso la sociedad ya empieza a percibir una postura casi “masoquista” o una especie de síndrome de Estocolmo de parte del gobierno provincial con la Nación, debido a que se brinda permanentemente pero del otro lado solo se reciben maltratos, ajustes, recortes e inflación.

Diagnóstico difícil
Esta semana el Instituto Provincial de Estadísticas y Censos de Misiones (Ipec), dio a conocer los índices de pobreza e indigencia del Aglomerado Posadas. Son los únicos números sobre la pobreza del 2018 que se tienen a mano, ya que desde la Nación se está retrasando la presentación del informe del Indec, según sostienen algunos porque los números son desalentadores.
En Misiones, una de las provincias más sacudidas por la crisis por acarrear desde hace décadas un problema de pobreza estructural, la pobreza está en aumento. Y la inflación ayuda mucho a que eso pase. En total, el crecimiento de la pobreza en el Aglomerado Posadas fue del 6,6 por ciento para todo el 2018. En el tercer trimestre con un 34,8 por ciento de pobreza, y un 18,8 por ciento de indigencia.
Ante esto, y en esa lógica permanente de trabajar para resolver problemas sociales derivados principalmente de la economía, el gobernador Passalacqua reunió a todo su gabinete social en la Casa de Gobierno donde bajó un fuerte mensaje de “cero política” y trabajar cerca de la gente. Quiso dejar en claro el mandatario que este año, por más que haya elecciones, la prioridad está puesta en resolver los problemas de los misioneros y atender sus necesidades. La campaña y la política son cuestiones secundarias, lo primero es la gestión.
Fueron convocados a ese encuentro el Vicegobernador, Oscar Herrera Ahuad, los ministros de Salud, Walter Villalba; de Educación, Ivonne Aquino; de Derechos Humanos, Tiki Marchesini; de Desarrollo Social Lisandro Benmaor y de Gobierno, Marcelo Pérez. También estuvieron presentes los titulares de Energía de Misiones, Guillermo Aicheler; IMAS, Quincho Sánchez y EPRAC, Pepe Guccione, entre otros. Trascendió después del encuentro que hay cierto malestar del Gobernador con la gestión de algunos y que se están analizando cambios en funcionarios de primera y segunda línea, que se conocerán en breve. Firme, Passalacqua dejó en claro que no tolerará errores ni desatenciones de ninguno.
Oscar Herrera dio algunas precisiones del encuentro al señalar que fue “una reunión muy importante teniendo en cuenta las enormes dificultades que se presentan día a día en algunas áreas, pero por sobre todo para aunar criterios, trabajo, esfuerzo, ir todos hacia un mismo objetivo y no desentendiéndonos de los problemas”.
Además, sugirió que todos los funcionarios deben “asumir las responsabilidades que nos competen como funcionarios en las áreas en las que estamos. En esto el Gobernador fue muy claro, muy concreto y el momento amerita un trabajo de estas características”.

Una alianza con pronóstico reservado
Mientras tanto, en Cambiemos se preparan pensando en la elección del 2 de junio. Y en ese sentido, se conoció que podría sumarse otro espacio a la alianza en Misiones, una incorporación que tiene un pronóstico reservado porque todavía no se sabe como va a caer dentro del partido centenario. Se trata de la incorporación del espacio de Ramón Puerta, representado por su hijo Pedro en la tierra colorada.
Para el radicalismo misionero, durante décadas, el límite de cualquiera alianza había sido Ramón Puerta, alguien a quien los radicales quisieron siempre tener muy lejos. Pero este año, en el afán por sumar la mayor cantidad de apoyos posibles para intentar ganar algunas intendencias, y en especial la de Posadas, los dirigentes podrían dejar de lado esa postura histórica yendo a las urnas compartiendo boleta con los Puerta.
Habrá que ver ahora como cae en la dirigencia de toda la provincia esta situación. En donde no hay dudas es en la candidatura a gobernador de Humberto Shiavoni, consensuada entre los principales dirigentes que conforman los diferentes espacios de cambiemos en la provincia. También se habla que  Alfredo Shiavioni se perfila como candidato a primer diputado nacional.