sábado 08 de septiembre de 2018 | 6:00hs.
Por Jorge Posdeley fojacero@elterritorio.com.ar
Exactamente 31 meses después de uno de los accidentes viales más
impactantes registrados en los últimos años y que impulsó el
endurecimiento de la normas de la tránsito en Posadas, comenzó ayer el
juicio para esclarecer las muertes de Yanina Claribel Galarza (20) y
Gladys Mabel González (27). En febrero de 2015 ambas fueron arrolladas
por un automóvil cuyo conductor ahora debe responder ante la Justicia
por circular alcoholizado y en exceso de velocidad al momento del hecho.
El acusado se trata del ex empleado de Migraciones Gonzalo Germán
Slamovits (34), quien está imputado por el delito de “doble homicidio
culposo agravado por la conducción imprudente de un vehículo automotor” y
ayer se abstuvo de declarar.
El debate se realiza en el Palacio de Justicia y es llevado adelante por
un tribunal unipersonal encabezado por la magistrada Marcela Leiva,
titular del Juzgado Correccional y de Menores Uno. La acusación está a
cargo de la fiscal Yolanda Mazal, mientras que el acusado es
representadao por la defensora oficial Liliam Belloni.
En la audiencia celebrada ayer declararon once testigos, entre efectivos
policiales, peritos, médicos, vecinos y allegados a las víctimas,
quienes a su turno brindaron definiciones técnicas sobre la mecánica del
accidente, el estado de salud del acusado y los últimos minutos con
vida de las chicas.
Pericias y mécanica del accidente
El primero en ser llamado a declarar fue el licenciado en Criminalística
Juan Carlos Vázquez, quien actualmente es director de pericias en la
Policía Científica.
Ante la magistrada Leiva, Vázquez leyó las conclusiones del informe
pericial efectuado en el marco de la investigación del caso.
Dicho informe concluyó que el vehículo Volkswagen Golf rojo que conducía
Slamovits circulaba a una velocidad de al menos 142 kilómetros por hora
hasta que comenzó a derrapar y que el impacto contra las víctimas se
produjo a una velocidad de 114 kilómetros por hora.
La pericia accidentológica estableció además que el siniestro se produjo
como consecucuencia de una “falta de dominio” del rodado provocado por
la velocidad y por el nivel de alcohol en sangre que registraba (1,16
gramos del alcohol por litro de sangre) el conductor.
El informe también aportó otros datos que dan cuenta de la magnitud del
siniestro. Según las pericias, el cuerpo de González quedó a unos 38
metros del lugar del impacto, mientras que el de Galarza fue encontrado a
43 metros.
También declaró un médico policial que intervino en el lugar y aseguró
que “era evidente el aliento etílico” que presentaba el imputado en ese
momento.
En primera persona
Uno de los testimonios centrales del caso fue sin dudas el del taxista
Hugo Báez, quien esa madrugada estaba aguardando a que las chicas suban a
su Fiat Uno cuando se produjo el siniestro.
Ayer fue el segundo en declarar y ante las partes recordó: “Era un
sábado de madrugada, yo había hecho un viaje hasta San Isidro y le vi a
las chicas. A la vuelta ya me estaba por ir a mi casa, pero me acordé de
ellas y volví a buscarlas. Justo me había dado rojo, así que esperé y
cuando dio verde, giré y me puse del lado derecho -de la ex 213-, cerca
de la vereda, a unos 30 centímetros. Eso me salvó la vida”.
Y continuó: “Cuando veo que están subiendo, escucho una explosión
terrible y no veo más nada, quedo un poco atontado. No entendí lo que
pasó. Después voy para atrás del auto y veo mi puerta, pero me agarró
una desesperación porque no veía a las chicas. Me quedé nervioso. Ahí vi
un auto rojo y cuando voy un poco más, veo el bulto de los cuerpos,
parece que les habían agarrado con un hacha”.
Luego, el taxista aseguró que se quedó en su auto mientras la Policía
trabajaba en la escena y él trataba de entender qué había sucedido.
“Primero pensé que fue una moto, pero eso no iba a generar tanto daño.
Después me di cuenta de que era el auto que pasó por la vereda”, narró.
Y antes de culminar, recordó que “durante una semana por ahí me
preguntaba que si yo me hubiese ido a mi casa nomás, capaz esas chicas
hoy estaban vivas”.
Igual de crudo fue el relato brindado sobre el final de la audiencia por
Carolina Rodríguez, una oficial de policía que vive en cercanías al
lugar del hecho, pero que ese día estaba de franco.
“Ese día yo llegué a mi casa a la madrugada y me quedé con unos amigos
ahí cuando de repente todos escuchamos el ruido de un auto a alta
velocidad. Fue en un abrir y cerrar de ojos que se lleva por delante a
esas dos chicas”, fueron sus primeras palabras.
Rodríguez siguió: “Hubo mucha polvareda y yo esperé a que eso pase para
acercarme. Ahí llamé al 911 y dije que había chicas descuartizadas,
estaban como un trapo de piso retorcido. Él balbuceaba, hasta que pudo
decir que se llamaba Gonzalo. Estaba acostado boca arriba al costado de
su auto”.
Salud de Slamovits
El médico Javier Fernando Mattivi atendió a Slamovits durante dos años
desde el 24 de febrero de 2015. Su testimonio se centró en la historia
clínica y el estado de salud del imputado, quien actualmente se moviliza
en silla de ruedas.
El profesional recordó que Slamovits llegó a su clínica “lúcido, con
disminución de sensibilidad y fuerza muscular. No caminaba. Sólo sentía
la punta de los dedos si le pinchan”.
Sobre el futuro del acusado, Mattivi señaló que “nunca volverá a caminar
como una persona normal. Con una buena rehabilitación quizás lo haga
con bastones, pero jugar al fútbol, por ejemplo, ya no”.
Actualmente el imputado continúa con su tratamiento desde su casa,
aunque Mattivi consideró que para una buena recuperación debería “estar
internado”.
El debate pasó a un cuarto intermedio y continuará el miércoles, a partir de las 7.30, con la ronda de alegatos.
Slamovits se abstuvo de declarar
Si bien ayer Slámovits prefirió guardar silencio y se abstuvo de brindar
declaración, antes de eso respondió algunas preguntas respecto a sus
datos filiatorios y su estado de salud.
Así fue que ante la jueza contó que nació en Chaco, pero desde chico
vive en Misiones y que tras el hecho fue despedido de Migraciones.
Además, se presentó como un “amante de los animales” e indicó que tiene
un “perro que es como mi hijo”.
Sobre su salud, señaló “no puedo caminar. Con el tiempo que pasó ya no
me quedan esperanzas de volver a caminar. Tuve una lesión medular que me
provocó pérdida de sensibilidad en muchas partes del cuerpo, no tengo
control de esfínteres”.
También recordó su estadía en la clínica donde realizó dos años de
tratamiento. “Me estaba volviendo loco sin avanzar en mi estado. Ahora
estoy en mi casa y tengo casi como que una clínica ahí. Mis padres me
cuidan y realizo trabajos de gimnasia con la ayuda de mis amigos. Hago
todo mayormente acostado”.
“Hubiese sido un buen gesto pedir disculpas, pero ni eso”
Amalia (izquierda), madre de Yanina, sigue dolorida.
Amalia Dávalos, madre de Yanina Galarza, presenció la primera audiencia
desde el inicio hasta el final. Como pudo soportó las declaraciones más
dramáticas y evitó reaccionar cuando el debate sobre el estado de salud
de Slamovits tomó protagonismo.
Al final de la audiencia, Dávalos dialogó con El Territorio y expresó:
“Me parece que este señor se está pasando en silla de ruedas y en que no
puede caminar para no cumplir con sus obligaciones. Hay algo que me
está haciendo mucho ruido”.
Y continuó: “Si no va a ir preso, por lo menos que cumpla con las
criaturas que se quedaron sin su mamá. Que se haga responsable de
cumplirles a mis nietos. Es obligación de él, porque él las mató, no yo.
Él les dejó a esas criaturas sin mamá y el futuro de ellos están en las
manos de él”.
Sin embargo, aseguró no guardarle rencor al acusado, aunque sí criticó
la actitud que tomó desde un principio. “Él nunca habló conmigo. Yo no
les voy a tratar con violencia. Si ellos se acercaban o me llamaban para
decirme que querían hablar, yo no los iba a agredir. Hablando se
arreglan las cosas. Tampoco le deseo el mal, porque yo no soy Dios para
juzgarle, pero lo que hizo fue terrible”.
Y en esa línea continuó: “Para nosotros hubiese sido un buen gesto
hablar o pedir disculpas. Si nos decía ‘lo siento mucho’ o iba a darles
un abrazo a mis nietos para demostrarles que él siente que las haya
matado, pero ni eso. Nada de nada”.
Respecto a sus expectativas sobre la resolución de la causa, Amalia
contestó “que pase lo que tenga que pasar. Ya no sé ni qué quiero de
esto. Él es un ser humano y me da pena, no lástima. Y yo también siento
por mí, porque yo soy muy corazón blando y mire todo lo que me pasa por
ser así”.
Por último, contó cómo vive su familia desde ese trágico sábado de
febrero. “Yo estoy con mis nietos. Mi hijo me está ayudando porque ahora
no puedo acarrear mucho con ellos. Nos arreglamos, vendemos en la feria
y yo también trabajo en casa de familia. Se complicó mucho de ese día.
Yo hasta hoy no puedo reaccionar, me falta mi hija y a mi nieto le falta
su mamá”.
“Me dejó sin casa”
Alejandro, quien era pareja de Gladys, también habló con este matutino y
contó que “todos seguimos destruidos desde lo que pasó. Pero ahora
pienso que si no va en cana, que por lo menos me ayude económicamente”.
Y prosiguió: “Yo no tengo casa, estoy viviendo en un lavadero de
prestado. No tengo laburo, hago changas. Me dejó sin casa y necesito que
me recompongan eso. Ellos -por sus hijos- me preguntan por su mamá y yo
a veces no tengo ni para comer, tengo que ir a comedores. Me duele en
el alma ver cómo se hace del que no puede caminar”.