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Frontera seca: cuando el contrabando se vuelve cotidiano

domingo 07 de octubre de 2018 | 6:00hs.
Juan Aurelio Fernández. Jefe Unidad Regional XII.
“El contrabando deja secuelas e incluso han ocurrido asesinatos a causa de las diferencias que van apareciendo”
“El contrabando deja secuelas e incluso han ocurrido asesinatos a causa de las diferencias que van apareciendo”
Cristian Valdez

Por Cristian Valdez fojacero@elterritorio.com.ar

Viernes 28, 11.18. Desde Santo Antonio do Sudoeste (Brasil) un hombre avanza tranquilo hacia la margen del manso río San Antonio que limita con un barrio periférico de la fronteriza localidad argentina homónima.
Pretende ingresar al país con dos cajas de pollo sobre sus hombros. Metros antes de cruzar la resquebrajada pinguela de madera, apenas apoyada sobre el angosto cauce a modo de puente internacional, se da cuenta del movimiento periodístico y duda.
Aplica un freno a sus pasos, retrocede sigiloso profiriendo insultos en portuñol y se pierde por el mismo trillo que pasa al costado de una casona de madera. No volvió a aparecer, pero dicen que todos los días hace entre ocho y diez cruces con diversos productos.
Mismo día, 12.14. Sobre la avenida Internacional de Bernardo de Irigoyen circula lentamente una camioneta ploteada con logos de una conocida marca de cerveza. El conductor observa, ávido de alguna señal que llega repentinamente desde un lujoso automóvil al mando de una mujer que se acerca lentamente en sentido contrario, pero por la avenida de idéntico nombre que recorre Dionisio Cerqueira, en territorio brasileño.
Señas de luces. Gestos. Se detienen a la misma altura, enfrentados. Cada uno en su país. Los separa únicamente el moderno sendero que marca el límite entre ambas naciones, pero sin importar la hora o la cantidad de personas en los comercios, inician la maniobra. En un improvisado pasamanos, ella saca de todos los rincones de su vehículo alrededor de dos decenas de cajas con cerámicas y él las acomoda rápidamente en la cajuela de la camioneta. Minutos después, ambos se encuentran sobre la imaginaria línea divisoria, estrechan manos y cada uno sigue por su lado, como si nada.

Maniobras cotidianas
Así queda expuesta la cotidianeidad del contrabando en dos localidades fronterizas del Norte de Misiones, pegadas al Brasil, pero que se repiten en muchas otras con una frecuencia inusual y cada vez más marcada.
Los niveles del tráfico ilegal de mercaderías son altísimos. El que no conoce se escandaliza, pero está tan naturalizado que ocurre a cualquier hora y a la vista de todos, sin ningún impedimento.
En San Antonio e Irigoyen se da la particularidad de que el terreno es propicio, porque no hay barreras naturales. Sumado a eso, la diferencia cambiaria entre la moneda del Brasil y la de la Argentina potencia el interés por concretar negocios por fuera del ámbito legal, representado por la Aduana de Argentina y la Dirección de Migraciones como una especie de frágil capa de legalidad en una zona donde predomina lo contrario.
Los que vienen del otro lado eligen, principalmente, alimentos lácteos, una amplia gama de vinos de alto costo, desodorantes, frutos de mar entre los que predomina el camarón (el lunes incautaron sobre una ruta brasileña 600 kilos que iban hacia Florianópolis) y, cuando es época de cosecha, las toneladas de soja que vienen de otras provincias, además del tabaco misionero, también entran en ese listado.
El tráfico de cigarrillos paraguayos, por ejemplo, ocurre pero en bastante menor escala que en otras zonas de la provincia, debido principalmente a la distancia y el riesgo de ser descubiertos que existe hasta llegar. Prefieren rutas que atraviesan el centro de Misiones.
En cuanto a los estupefacientes, fuentes investigativas manifestaron que es más el ingreso de drogas duras desde Brasil (cocaína, crack) que el tráfico de marihuana hacia ese país. Los camioneros brasileños detenidos con cannabis camino a las grandes ciudades argentinas cruzaron la frontera legalmente y hasta con guías del producto que transportaban. En suelo misionero la droga les fue acondicionada en sus camiones.
En cuanto a los productos que ingresa ilegalmente a este país, son principalmente alimentos, aunque también sobresalen los materiales de construcción o equipamientos para el hogar, maquinaria agrícola, automóviles que son usados por los narcotraficantes y de un par de años a esta parte funciona una aceitada ruta de abastecimiento de diversos artículos a manteros senegaleses apostados a lo largo y ancho del país.
Está identificada por las fuerzas de seguridad como ‘la ruta senegalesa’ (ver página 6) y ocupa mucha mano de obra local, dándole forma a una aceitada red de transporte, acopio y distribución.

Frontera incontrolable
Para las fuerzas de seguridad es imposible controlar cada metro de frontera y eso potencia el tráfico ilegal, tanto para la reventa como para el consumo propio. Es un permanente ida y vuelta.
Las estadísticas indican que apenas el 20 por ciento del contrabando que entra a la provincia es detectado, para muchos debido a que no hay suficientes efectivos que marquen presencia en las zonas calientes, obligando, en paralelo, que el paso por Aduana y Migraciones sea el elegido por sobre los alternativos.
Se dan también casos en que argentinos o brasileños cruzan de manera legal al país vecino, hacen compras a costos mucho menores y regresan de la misma forma, vacíos. No despiertan sospechas porque la mercadería cruza directamente por el circuito clandestino en menos tiempo de lo que se tarda en hacer el trámite de ingreso o egreso.
“Nosotros colaboramos mucho con eso, trabajamos a la par de la Policía Militar de Brasil. Tenemos contacto diario con ellos y así vamos haciendo investigaciones binacionales que en muchos casos derivan en incautaciones, pero la mayor cantidad de mercadería sacada de ese circuito se da de manera fortuita. Con eso quiero decir que, investigando un hecho policial, detectamos contrabando y se procede inmediatamente a labrar el acta de infracción, se retiene la mercadería y hasta hemos detenido personas que quedan a disposición del fuero federal”, reconoció a El Territorio el jefe de la Unidad Regional XII de Bernardo de Irigoyen, comisario mayor Juan Aurelio Fernández.
El titular de esa unidad policial, que reúne a todas las dependencias de menor rango de la zona, cubriendo un radio de 70 kilómetros, le pone un color distinto a la palabra ‘colaboración’ porque la seguridad fronteriza no es función de la fuerza que comanda.
“Estamos atentos, porque no podemos dedicarnos solamente a la prevención de delitos comunes e investigarlos una vez que se cometen. Nuestra zona es distinta a muchas otras e infinidades de veces se producen hechos que tienen como protagonistas a criminales de ambos países, como por ejemplo el tráfico ilegal”, reflejó el referente policial y seguidamente acotó que “el contrabando deja secuelas e incluso, han ocurrido asesinatos a causa de las diferencias que van apareciendo en ese submundo. Por eso trabajamos a la par de nuestros colegas brasileños, que tienen el mismo panorama fronterizo que nosotros y de ese modo buscan a delincuentes argentinos que se escapan hacia ese lado y a nosotros nos toca detener a los que corren para este”.
Fernández explicó que “trabajar directamente con el contrabando requiere tareas de inteligencia, porque dependiendo del producto operan en determinados horarios. Saben a la perfección cómo y por dónde moverse. Pero como fuerza provincial apuntamos primero a la seguridad de nuestra gente, a que no hayan robos y esclarecer los que hay. Todo sin dejar de mencionar que lo otro también hacemos”.

Que no salgan a la ruta 12
El objetivo, siempre, es llegar a la ruta nacional 12, una de las salidas directas de Misiones hacia otras provincias. Teniendo en cuenta eso, saliendo de Irigoyen hacia el sur -por ruta nacional 14-, un puesto de Gendarmería Nacional se propone como barrera, pero no alcanza.
Por eso los controles federales se afianzaron también sobre las rutas provinciales 17, 18 o, antes de llegar a San Pedro, la 20, paralelo a las recorridas de prevención en los barrios considerados puntos rojos del contrabando.
Conocedores de las estrategias, ponen más atención a los autos ploteados con logos comerciales, camiones con marcas de empresas viales o de supuestos aserraderos. Es la modalidad más utilizada por los contrabandistas para evitar ser requisados, pero no siempre funciona.
Hace pocos meses, en el barrio Marcos Grande, de Irigoyen, detectaron el ingreso de un camión con acoplado transportando maquinaria industrial que, de acuerdo a los dichos del chofer, tenía que llevar hasta un aserradero de San Vicente.
Sobre la ruta nacional 101, camino a San Antonio, fue incautada una máquina retroexcavadora que ingresó al país por un paso clandestino pocas semanas después de ser robada a una empresa radicada en la ciudad brasileña de Realeza. El camionero que la transportaba indicó que se dirigía hacia la provincia de Corrientes, donde aguardaba un supuesto comprador.
En mayo, un ciudadano brasileño fue detenido cuando entraba a Dionisio Cerqueira con una carga de 200 litros de combustible que había adquirido en Irigoyen. El contrabandista había entrado al país con su camioneta por un paso no habilitado y llevaba el combustible para venderlo a 7 reales el litro, según manifestó.
Sin ir más lejos, el lunes pasado fue interceptado un coche con placas brasileñas con 600 kilos de camarones argentinos. Circulaba por la BR-282. El conductor, de 31 años, dijo que consiguió el producto en Irigoyen y el destino era Florianópolis.
Son solamente ejemplos visibles, entre tantos otros que no salen a la luz, pero que se producen en medio de la vorágine de la frontera.

San Antonio, zona de ‘pinguelas’
El barrio Unidos en la localidad de San Antonio no demuestra nada. Los caseríos pobres bordeando el angosto río homónimo contrastan visiblemente con las estructuras imponentes de la ciudad de Santo Antonio do Sudoeste, en Brasil.
Las economías dispares colocan a los misioneros en una posición mucho más vulnerable, pero como poblaciones hermanas, se nutren una de otra.
En el marco de esa realidad en la que sobresalen las necesidades, el contrabando es un modo de vida cotidiano que involucra a mucha gente y en los asentamientos como Unidos o Villa Nueva, sobresalen las pinguelas como puentes internacionales del submundo.
Son precarias construcciones de troncos y pedazos de madera, de no más de 30 centímetros de ancho y apoyadas apenas sobre el agua. Una conexión directa entre ambos países.
Se las encuentra de a montones a lo largo del poco caudaloso río. Son explotados con frecuencia por los hombres de Gendarmería Nacional y hasta por la Policía de Misiones, que hace un tiempo se sumó a la intención de controlar lo que a todas luces es incontrolable.
La ruta 101 aparece como punto estratégico de salida, desde las chacras. “En parajes como Facundo Quiroga, San Roque y Juan Manuel de Rosas, muchas chacras son utilizadas por contrabandistas no sólo para acopiar la mercadería, sino para salir con más seguridad”, explicó un informante de la fuerza federal, acortando que “gente de la zona tiene tierras de un lado y de otro. Si no hay una investigación que lo sustente, no se puede ingresar sin autorización. Entonces se genera un círculo difícil de romper”.
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