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Fiesta de fe popular

sábado 08 de agosto de 2020 | 1:00hs.
Pese a la pandemia, los fieles no abandonaron el culto al santo.
Silvia Godoy

Por Silvia Godoysociedad@elterritorio.com.ar

“Pan, paz y trabajo digno para todos los argentinos”, fue el pedido de la Iglesia en la misa central por San Cayetano. La jornada en el barrio Yacyretá fue concurrida y muy vigilada para que se cumplan las medidas sanitarias

Con barbijos y fe, desde todos los barrios y a toda hora llegaron ayer los creyentes hasta Yacyretá para agradecer y pedir al santo de los trabajadores el amparo en un tiempo difícil.

Cayetano convocó a los feligreses en su día, al pie de la parroquia en su honor, emplazada en el Oeste posadeño, corazón del caserío que fue desarraigado de la costa del Paraná para reconstruir su identidad en la religiosidad.

En cumplimiento de las medidas de cuidado previstas en el protocolo para ceremonias religiosas aprobado por el gobierno provincial, las misas fueron más espaciadas que años anteriores y con un cupo de 80 presentes dentro del templo.

También la tradicional procesión se reemplazó por una caravana de autos que acompañó a la imagen peregrina en su recorrido y hubo bendición por las calles.

La fiesta popular, que es termómetro de las comunes vivencias de las clases humildes en la tierra colorada y en el país, se desarrolló en medio de la preocupación colectiva por la salud con el acecho del coronavirus y en un contexto social económico que alarma, con pérdida de empleos y más pobreza.

Si bien estaba previsto en el programa, a la ceremonia principal no asistió el obispo Juan Rubén Martínez. En su representación, el canciller de la Diócesis de Posadas, el padre Sebastián Escalante, presidió la misa concelebrada junto al párroco Félix Stabrawa.

El querido cura de origen polaco está al frente de la parroquia desde hace casi 20 años y minutos antes de la misa central refirió a El Territorio: “Dios nos regaló un día lindo y soleado para celebrar la fe. Estamos en una situación difícil, pero yo quiero decir que no nos angustiemos de más. No nos olvidemos de Dios, que él no se olvida de nosotros. Agradezcamos lo que tenemos y pidamos trabajo digno, trabajo en serio. Las autoridades tienen que procurar el trabajo digno, ese trabajo verdadero que realiza a las personas y posibilita que con su paga ponga en su mesa la comida y tenga en su casa y para su familia lo que necesita”.

En tanto, en la homilía el padre Escalante expresó que “este año atravesamos una situación inesperada, que nos llena de angustia e incertidumbre… Ahí está San Cayetano con su providencia divina, para ayudarnos a preservar la salud y una actitud de confianza en Dios. Traigamos al altar nuestro agradecimiento por el don del trabajo. Que nos ayude a sobrellevar las dificultades y agradezcamos y pidamos por los trabajadores esenciales, personal de salud, de seguridad, de producción de alimentos, a todos los que trabajaron y trabajan en esta pandemia, aún en la cuarentena más estricta”.

En otro tramo de su alocución sostuvo: “La situación, hay que decirlo, profundizó la precariedad laboral. Queremos pedirle al Señor por trabajo digno y por quienes están padeciendo necesidades. Que el pan, la paz y el trabajo digno sean para todos los argentinos”.

Asimismo, agradeció el hecho de que volvieron las misas y la actitud de cuidado que mostraron las personas durante la jornada, “en el tiempo en que no había misas presenciales vimos la necesidad que expresaron muchos de recibir el cuerpo de Cristo y ojalá podamos seguir y mantener esta actitud de confianza plena”.

Por último, instó a imitar a Cayetano en su solidaridad, fe y providencia: “Nadie que dice amar a Dios puede no amar a sus hermanos. En este tiempo, sobre todo, debemos amar a nuestro prójimo, ser solidarios, sobre todo con los hermanos que sufren. Reflejar la providencia de Dios siendo solidarios. Porque la pandemia reveló un costado de violencia, mezquindad, pero también suscitó la solidaridad y la preocupación por el otro de mucha gente”.

Salud y comida
Como a la iglesia sólo pudo ingresar por celebración un máximo de 80 personas, en el frente del edificio y a los lados se colocaron las imágenes de Cayetano que recibieron uno a uno a los promeseros persignados.

“Yo digo que siempre hay que agradecer, la salud, el techito, un trabajo. Agradecer lo que tenemos aunque sea poco y renovar el pedido de protección para nuestros hogares”, señaló Felicita Núñez, que llegó a la iglesia desde Villa Cabello.

De La Ripiera, Garupá, las hermanas Marilyn y Norma Bres se acercaron para cumplimentar una costumbre que alimentan año tras año: “Hay que dar gracias y pedir porque nunca falte el trabajo. Pero en este momento más que nunca nos damos cuenta de que si tenemos salud, que si Dios nos permite salud, somos afortunados y bendecidos, sin salud nada se puede”.

Por su parte, Matías Cáceres visitó el santuario acompañado de sus padres y dirigió una oración con la esperanza de encontrar un empleo.“La situación está difícil, no hay trabajo para los jóvenes y para nadie, mi familia es creyente y me enseñan que hay que tener fe. Yo le pido al santo un trabajo y por mis estudios”, relató.

Ante la restricción de encender velas esta vez, para evitar el contacto con superficies, los vecinos dejaron junto al santo cartas, flores y candiles apagados como ofrendas de esperanza.

El milagroso
Los vecinos más añosos de Yacyretá, barrio de relocalizados del costero Villa Coz, que se perdió con las transformaciones que causó la represa, señalan que la imagen de Cayetano que habitaba la capilla de madera se mudó con ellos al nuevo hogar impuesto. Como ellos, el santo sufrió el desarraigo y a semejanza, empezó de nuevo en un paisaje extraño.

Por eso sostienen que el santo entiende los corazones desplazados y escucha y acude a las invocaciones.

“Es el Milagroso, así lo conocemos, todo el año está dentro del templo en su ermita y hoy lo sacamos afuera para que la gente, manteniendo la distancia y en fila pueda orarle”, explicaron.
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