Estremecedores relatos de víctimas de los hermanos de Jardín América

domingo 02 de agosto de 2020 | 4:00hs.
Néstor Fabián V. es profesor de música y fue detenido tras un procedimiento en Jardín América.
Néstor Fabián V. es profesor de música y fue detenido tras un procedimiento en Jardín América.
Daniel Villamea

Por Daniel Villamea Corresponsalía Oberá

“Ella lo llamaba papá. Él la crió desde los 4 años y la violó desde los 7 hasta los 12, cuando me separé por la violencia. Mi hija recién a los 17 me contó lo que le hacía, que fue cuando hicimos la denuncia”, precisó la madre de la joven que a mediados del 2018 denunció por abuso sexual a su padrastro, Ángel Norberto V. (52).

“Para mí es Fabián, hace años que no le digo papá. No puedo, no me sale más”, reconoció la hija biológica de Néstor Fabián V. (45), quien en enero del año pasado denunció a su progenitor por abuso sexual.

Los sujetos son hermanos, docentes y están acusados de delitos prácticamente calcados: sometían, amenazaban y controlaban a sus víctimas.

En su edición del pasado miércoles 22 de julio, El Territorio publicó la existencia de ambas denuncias y a las pocas horas los sospechosos fueron detenidos.

Ese mismo día fue apresado Néstor Fabián V., profesor de música residente en Jardín América.

Fuentes del caso consultadas por este diario confirmaron que la orden de detención fue emitida por el Juzgado de Instrucción Uno de Puerto Rico, a cargo de Manuel Balanda Gómez, y fue concretada a través de un exhorto enviado al Juzgado de Instrucción Dos de Jardín América, encabezado por Roberto Sena.

En tanto, el jueves 23 se libró la orden de captura de Ángel Norberto V., profesor de electricidad de Jardín América, quien al otro día se presentó ante la Seccional Primera de Puerto Rico.

De esta forma, tras hacerse público detalles de ambos expedientes, en apenas 48 horas los dos hermanos terminaron tras las rejas.

“Hace dos años que mi hija recurrió a la Justicia, pero recién ahora ordenaron la detención. Mientras tanto el violador gozó de total impunidad”, reclamó la madre de la joven que radicó la primera denuncia.

Salvó a sus hermanitos
Con relación a la acusación que pesa sobre Ángel Norberto V., en diálogo con este matutino su ex esposa precisó que se casaron en 2005 y tuvieron dos varones, hoy de 12 y 13 años. De una relación previa nació su hija mayor, actualmente de 19.

Tras siete años de convivencia, en 2012 la mujer solicitó el divorcio por hechos de violencia psicológica, económica y física, según denunció oportunamente.

“Los varones le visitaban al padre, pero siempre había inconvenientes. No cumplía los horarios, les retaba y volvían enfermos. Hasta que hace dos años estaban en su pieza hablando sobre unos videos pornográficos que les mostró el padre en el celular. A todo esto mi hija estaba en el baño, escuchó todo y fue llorando hasta donde yo estaba: ‘Mami, tengo miedo por mis hermanos, te tengo que contar algo. No quiero que les pase lo que me pasó a mí’, me dijo y primero no entendí nada”, detalló la mujer.

Su hija tenía 17 años y lo que escuchó de boca de sus hermanitos removió sus peores recuerdos, al tiempo que sentía una mezcla de miedo y vergüenza. “Me contó lo que escuchó de los videos y que ella fue abusada desde los 7 años. Para mí fue como un mazazo. Ella también estuvo mal, trató de hacerse daño y continúa en tratamiento psicológico”, agregó.

La chica contó que su padrastro aprovechaba cualquier momento para violarla, ya sea en su casa como en el domicilio de su hermano.

Según la víctima, entre otras prácticas aberrantes el sujeto la obligaba a practicarle sexo oral y de los abusos también habría participado un sobrino del hombre, hijo del otro docente preso.

“En ese momento el primo tenía 14 o 15 años y el propio tío la entregó para que haga lo que quiera con mi hija”, aseguró.

Violencia e impunidad
Para la mujer fue duro enterarse de que muchas veces se encontraba a pocos metros de donde su hija era ultrajada. En otras ocasiones estaba durmiendo o trabajando, ya que cumplía doble turno como docente.

Tras los sometimientos llegaban las amenazas. “Siempre le decía que si contaba algo nos iba a degollar a los hermanitos y a mí”, relató la madre de la víctima.

Al momento de la denuncia la chica tenía 17 años y por ello declaró en Cámara Gesell, considerada una prueba clave en delitos contra la integridad sexual de menores.

La ex esposa del profesor de electricidad aseguró que el sujeto siempre actuó con violencia, trató de intimidar y gozó de impunidad.

“Hacía guardia afuera de la escuela de mi hija y se mostraba. Vigilaba él y a veces el sobrino, seguramente para meterle miedo y que no hable. Tampoco nunca respetó la prohibición de acercamiento que tenía por las denuncias por violencia, previas a las de abuso”, precisó.

Incluso, relató episodios de violencia física y manipulación, como cuando le pegó a su hijastra con un palo de escoba en la pierna y dijo que la nena se cayó jugando.

“Siempre manipuló con mentiras y amenazas. Hasta elegía la ropa que tenía que usar para disimular las marcas de los golpes”, dijo.

Y agregó: “Esperemos que ahora se haga justicia. Mi ex y el hermano siempre tuvieron protección política y gracias a eso se cajonearon expedientes. En el caso de mi hija pasaron casi dos años sin novedades, hasta que se hizo público”.

Horror en primera persona
El Territorio también entrevistó a la hija de Néstor Fabián V., quien brindó detalles estremecedores y confirmó la similitud en el accionar de su progenitor y su tío, ya que ambos sometieron a sus víctimas durante años, las controlaban, amedrantaban y hasta perseguían.

A lo largo de la charla, la joven de 25 años se refirió a su padre como “Fabián”, ya que “no lo considero como un papá”, reconoció.

La muchacha contó que teniendo prohibición de acercamiento perimetral, el hombre se aparecía en cualquier lugar donde se hallaba para intimidarla.

En tanto, además de cuestionar los tiempos de la Justicia, también criticó el trato que recibió luego de radicar la denuncia por abuso, el 19 de enero del año pasado.

“A los tres días de la denuncia me llamaron de la comisaría de la Mujer para firmar la perimetral y de ahí, sin decirme nada antes, me llevaron a Puerto Rico para hacerme los exámenes ginecológicos. Me puse a llorar porque me sentí maltratada. Para colmo, después nunca más me citaron”, indicó.

Transcurridos varios meses sin avances se entrevistó con el fiscal Jorge Fernández, quien solicitó una ampliación de la denuncia, ya que “resulta que la oficial que me tomó la primera denuncia puso sólo que Fabián me manoseaba, por lo que quedó como abuso simple. Eso me explicaron”.

Entre tanto, el expediente pasó al Juzgado de Puerto Rico y se generaron demoras por subrogación y otros tecnicismos.

La joven precisó que su padre comenzó a someterla desde los 12 años y el calvario se extendió hasta los 18, cuando se mudó a Posadas para estudiar. Aseguró que además del continuo abuso sexual, le controlaba hasta qué tipo de ropa interior usaba. “Me violaba en nuestra casa. Yo le vía la cara y ya sabía qué quería”, graficó.

Control y terror

Ya instalada en Posadas, la hija de Fabián contó que su progenitor le controlaba hasta la foto de perfil del WhatsApp.

Recordó que “un día puse una foto con mi pareja y automáticamente empezó a sonar mi teléfono, atendí y era Fabián. Me dijo: ‘pendeja de mierda, cambia esa foto ya’, y me hizo volver a Jardín, porque si no le hacía caso me iba ir a buscar y cagar a palos, me dijo. Me tuve que ir y cuando llegué a mi casa estaba preparando un asado, como si nada”.

Por tantos años de abuso y temor, llegó a naturalizar dicho comportamiento. “Creía que me cuidaba”, reconoció.

Hasta que en septiembre del 2016 asistió al cumpleaños de su ahijado y al sentarse a la mesa para cenar, su teléfono comenzó a sonar con mensajes de su padre exigiéndole que regrese a la casa.

“Tuve una crisis de nervios y llanto. Gracias a Dios mis compadres me apoyaron y decidí irme de mi casa. Pero no lo denuncié porque pensaba qué va a decir la gente”, indicó.

Luego su padre y hermanos la seguían, como parte de un plan macabro para sostener la impunidad. “Llegué a tener tanto miedo que no sentía el cuerpo. No podía caminar”, graficó.

Al tiempo se enteró que su prima padeció lo mismo y que uno de sus hermanos también era un violador, lo que la impulsó a denunciar su caso.

“Me sentí culpable por no haber hablado antes para prevenir a otras víctimas. Es increíble la cantidad de mujeres que se contactaron conmigo en los últimos días para contarme que les pasó lo mismo, que la Justicia tampoco les da respuestas y los violadores siguen impunes”, señaló.

Por último, lamentó que no tiene contacto con su madre, a quien consideró como “otra víctima de Fabián que también necesita ayuda”.