En Haití los pobres sobreviven comiendo galletitas de barro

miércoles 30 de enero de 2008 | 2:00hs.
Hora del desayuno en uno de los barrios de mayor miseria de Haití, donde Charlene Dumas come barro.
Con el aumento de los precios de los alimentos muchos de los más pobres no pueden comprar siquiera un plato de arroz por día. Y algunos apelan a medidas desesperadas para engañar el hambre.
Charlene, con 16 años ya tiene un hijo de un mes y acudió a un tradicional remedio haitiano para el hambre acuciante: galletitas confeccionadas con tierra seca de la planicie central del país.
El barro fue favorecido desde hace mucho tiempo por las mujeres embarazadas y los niños como fuente de calcio y como antiácido. Pero en lugares como Cite Soleil, el atestado barrio misérrimo junto al océano donde Charlene comparte una vivienda con sus cinco hermanos y dos padres desempleados, las galletitas hechas con tierra, sal y mantequilla vegetal se convirtieron en la fuente de sustento.
“Cuando mi madre no cocina tengo que comerlas tres veces por día”, contó Charlene. Su bebé, llamado Woodson, pesa menos de los 2,8 kilogramos que tuvo al nacer.
Aunque dice que “me agrada el gusto porque sabe a mantequilla y sal”, aclaró que las galletitas también le dan dolores de estómago. “Y cuando amamanto, el bebé sufre con los cólicos”.
La muchacha descalza, vestía un vestido sucio, y su cabello negro moteado de vetas rojas, indicio de una desnutrición crónica.

Urgencia
La agencia de alimentos de las Naciones Unidas está cada vez más preocupada por los precios de los alimentos, que están subiendo fuertemente debido a varios factores. El cambio climático provoca más tormentas que destruyen los cultivos, y el petróleo más costoso encarece los fertilizantes y el costo del transporte de comida. La mayor demanda de biocombustibles significa que se dedican menos terrenos a los cultivos alimenticios, lo que a su vez provoca una disminución de suministros y mayores precios.
La Organización de Alimentos y Agricultura de la Onu lanzó un plan para combatir los aumentos de precios de los comestibles que incluye la distribución de vales a los agricultores para comprar semillas y fertilizantes en países pobres.
En el Caribe, los precios de los alimentos subieron un 40% en algunas islas. En Haití, la escasez amenaza la frágil estabilidad del país, y las galletitas de barro son una de las poquísimas opciones que tienen los pobres para no morirse.

Calcio y parásitos
Los mercaderes llevan el barro del pueblo central de Hinche a un mercado del tugurio La Salines, de Puerto Príncipe. Dentro del laberinto de mesas con carne y vegetales sobre las que rondan enjambres de moscas, las mujeres compran el barro y luego hacen las galletitas en lugares como Fort Dimanche, otro barrio misérrimo, para venderlas en la calle o en mercados.
En ese mercado, dos tazas de arroz se venden a 60 centavos de dólar, 10 centavos más que en diciembre y 50% más que hace un año. Porotos, leche condensada y fruta subieron a una tasa similar, e incluso el precio de la arcilla comestible aumentó en casi 1,50 dólares. El barro para cocinar cien galletitas cuesta 5 dólares.
Marie Noel vende las galletitas para alimentar a sus siete hijos. “Espero tener algún día lo suficiente para alimentarme, así dejo de comer esto”, dijo.
Un reportero probó una galletita y halló que absorbía toda la humedad de la boca en cuanto tocaba la lengua. Pero por horas le quedó un gusto desagradable a tierra. Los efectos sobre la salud son variados: La tierra contiene parásitos letales o toxinas industriales, pero también puede suministrar calcio a las mujeres embarazadas. Depender de las galletitas para sobrevivir conlleva el riesgo de desnutrición.