martes 16 de abril de 2024
Lluvia de gran intensidad 21ºc | Posadas

En cuatro días se registraron ocho denuncias contra la pareja poliladron

domingo 16 de junio de 2019 | 3:00hs.
En la casa donde vivían se incautó la cartera de la jefa de comisaría y dos cámaras de una empleada judicial.
Daniel Villamea

Por Daniel VillameaCorresponsalía Oberá

Una cartera que ni siquiera tenía dinero permitió descubrir las andanzas delictivas de una pareja poliladron acusada de varios robos y hurtos en perjuicio de clientes, amigos, vecinos y hasta compañeros de trabajo en la zona centro de Misiones.

Precisamente, en su edición del lunes pasado El Territorio informó que una suboficial de la Policía de Misiones venía siendo investigada por el hurto de la cartera de la jefa de la Comisaría de la Mujer de Oberá, oficial principal Rosa Berley, aunque las autoridades de la Unidad Regional II manejaban el caso con sumo hermetismo.

En el citado informe también se mencionó que la funcionaria era sospechosa de otros delitos, aunque hasta entonces había gozado de absoluta impunidad, al punto que por disposición del jefe de la Seccional Primera prestaba servicios en la Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial, Laboral y de Familia de Oberá.
Luego se supo que la cabo Alicia K. (27) y su pareja, el oficial ayudante Marcos P. (28), estaban siendo investigados por el robo de 50.000 pesos en perjuicio de una vecina del barrio Londín.

Tanto es así que el mismo día de la publicación de este matutino la pareja poliladron fue detenida por orden del juez de Instrucción Dos, Horacio Alarcón, como sospechosos del robo de ese importante monto y del hurto de la cartera de la oficial Berley.

Paralelamente fueron allanadas la vivienda destinada al oficial de servicio de la comisaría de Panambí, donde residían -aunque ninguno trabajaba en dicha dependencia-, y una casa en construcción de su propiedad ubicada a metros de la primera.

Los investigadores dieron con elementos sustraídos a la jefa de la Comisaría de la Mujer, quien declaró que la cartera no tenía dinero, aunque dicho hurto fue clave para desenmascarar a los poliladron.

La venta como fachada

Además de su condición de policías, los detenidos se dedicaban a la venta de mercadería del Brasil, una fachada que les permitió consolidar un modus operandi delictivo mediante el cual perpetraron varios ilícitos en perjuicio de personas conocidas.

Así engañaron a una vecina del barrio Londín que les compró ropa, circunstancia en que los sospechosos habrían aprovechado para acceder a información que luego derivó en el robo. Posteriormente un testigo complicó la situación de la pareja.

En la mañana del día del hecho, la cabo se presentó en el domicilio de la víctima para cobrar una cuota y la dueña de casa le comentó que esa misma tarde se iba de viaje con su familia por el fin de semana.

Al regresar del paseo, los propietarios constataron que desconocidos violentaron una puerta, accedieron al domicilio y sustrajeron 50.000 pesos en efectivo.
De las averiguaciones surgió que luego de que los dueños salieron de viaje, una vecina vio el auto de la pareja de policías estacionado frente a la casa. El sujeto estaba al volante y alrededor de media hora más tarde su mujer salió de la propiedad y se fueron del lugar.

La policía también le sustrajo dos cámaras fotográficas a una compañera de trabajo de la Cámara de Apelaciones, como se corroboró en un segundo allanamiento ordenado por la justicia.

La pareja también es sospechosa del hurto de 250.000 pesos y 300 dólares en efectivo de una familia amiga que reside frente a la Comisaría de Panambí. El hecho fue denunciado hace varios meses, pero recién ahora evidenció algún avance.

“Caímos que tienen que ser ellos, porque conocían todo lo que hacíamos, sobre todo Alicia que es amiga de toda la vida. Desde el primer momento pensamos que era alguien conocido porque usaron una llave que dejábamos en una plantera, pero no imaginamos que podían ser ellos, si son policías”, comentó un integrante de la familia.

Falsa amistad

A partir de la publicación de las primeras denuncias se originó un efecto cascada que animó a más víctimas a presentarse ante la Justicia.
“Es impresionante los casos que están surgiendo”, anticipó una fuente a mediados de la semana pasada, y no exageró, al punto que entre el lunes y el viernes se libraron cuatro órdenes de allanamiento para cada propiedad de los implicados.

Incluso, son sospechosos del robo de las armas reglamentarias de otra pareja de policías que trabajan en la Seccional Tercera de Oberá.
Por diferentes indicios, desde un primer momento los investigadores sospecharon que los malvivientes podrían haber contado con información que les facilitó el golpe.

Los sospechosos eran muy allegados, conocían la casa y los movimientos del agente Javier S. (26) y la cabo Yésica W. (24), quienes concurrieron a la cena sin sus respectivas pistolas 9 milímetros.

Alrededor de las 2.30 del sábado 25 regresaron a su domicilio, en Villa Lindstrom, donde constataron el ilícito. Notaron la casa revuelta y el faltante a las armas y el dinero que tenían guardado.

La División Criminalística tomó huellas en el lugar, las mismas que ahora deberán ser cotejadas con los sospechosos.
Por otra parte, los propietarios de un comercio ubicado cerca de la Terminal de ómnibus implicaron a la cabo en el hurto de dinero en efectivo, tal como habría quedado registrado en las grabaciones de las cámaras de seguridad.

También trascendió que el policía sería sospechoso de sustraer la tarjeta de debido y dinero a una compañera de la Comisaría de Los Helechos, donde prestaba servicio hasta su detención.


Parentesco y temor

Si bien existían sospechas sobre el accionar de la pareja poliladron, en primera instancia algunas de las víctimas habrían tenido miedo de denunciarlos por su condición de policías, ciertos antecedentes y lazos familiares.

No es un dato menor que dos hermanos de la mujer también son policías. El menor presta servicio en la comisaría de Panambí y el mayor en la División Infantería de Leandro N. Alem.

Éste último fue procesado en el marco del homicidio de la enfermera Irene Sonia Riera (43), cuyo cadáver fue hallado en diciembre del 2010 en la base del Salto Paca, de Panambí. El sujeto permaneció detenido un año y medio, pero finalmente fue sobreseído y continúa trabajando como policía.
“Hay gente de Panambí que habría sido víctima de la misma pareja, pero hasta ahora tuvieron temor de denunciar porque llegan a la comisaría y los atiende el hermano de la acusada”, comentó una fuente oficial.

$50.000

La pareja está sospechada del robo de 50.000 pesos a una vecina del barrio Londín, donde su auto fue visto mientrás la víctima estaba de viaje.
Te puede interesar
Ultimas noticias