El rincón de Tola, abierto a los curiosos

miércoles 29 de agosto de 2018 | 7:00hs.
El rincón de Tola, abierto a los curiosos
El rincón de Tola, abierto a los curiosos
Silvia Godoy

Por Silvia Godoy sociedad@elterritorio.com.ar


El espacio que funciona como museo de textos y antigüedades de Hugo ‘Tola’ Romero es un gran rompecabezas, como los episodios de su vida, que relata a medida que vienen a su mente, con el tiempo de los recuerdos, nunca lineal.
Verborrágico, chistoso y lleno de anécdotas, el hombre conocido por sus colecciones de textos y antigüedades y por su pasado de gloria del deporte a nivel nacional contó a El Territorio: “Soy un poco desordenado, siempre lo fui, pero dentro de ese despelote tengo mi organización, era mi rincón y se volvió museo”.
El museo está montado en un pequeño salón en el Paseo Vicario por avenida Uruguay y constituye una bella rareza para visitar en la ciudad capital. Para encontrarlo hay que descender unas escaleras y no se lo puede ver desde la arteria, aunque hay un cartel señalizador.
La sala comenzó como un kiosco en la vereda hace más de 20 años y se transformó al mismo paso que la zona, por las obras de entubamiento del arroyo y urbanización. 
“Es un museo y a la vez una tienda, la gente puede traer e intercambiar cosas o comprar o vender, porque lo que me importa no es que las cosas queden acá para siempre sino que circulen”, explicó.
El local tiene más de 150.000 títulos entre los que sobresalen comics de las décadas del 60 y 70, un ejemplar de Don Quijote de la Mancha completo, el Martín Fierro y la Divina comedia, de Dante Alighieri, entre otros clásicos. Apretados en los estantes, también se observan colecciones  de monedas y billetes, cámaras fotográficas, máquinas de coser, de escribir y discos de vinilo.
“Hay un poco de todo, si contara con más espacio podría exhibir los libros por orden alfabético o temática, pero bueno esto es lo que hay y agradezco; no me quejo porque sé donde está cada cosa y aunque el lugar sea poco, siempre es bienvenido el que quiera curiosear sobre antigüedades o tenga amor por la lectura”.
Contó que llegan chicos de la escuela: “Viene la maestra con todo el grado y nos arreglamos para que todos puedan ver, porque esto es para la gente. Si no pudiera compartir con otros, nada tendría sentido, no hay que ser mezquino, creo yo”, sostuvo sobre el valor de la generosidad que aprendió en su casa pobre de la infancia y luego en la escuela.
“Yo hice hasta quinto grado en la Escuela 76 acá del barrio, siempre fui de Villa Urquiza, por muchos años me fui a Buenos Aires, anduve por otros lados pero este es mi barrio”, y continuó: “Era otro tiempo y costaba ir a la escuela, llegar a la secundaria era algo muy raro porque había que salir a trabajar, por suerte eso cambió y ahora todos los chicos van a la escuela, pueden ir a la universidad y me gusta pensar que colaboro en algo teniendo textos que pueden ayudar a estudiar, a aprender”.
Para los estudiantes, hay en el local una pared repleta de enciclopedias y literatura universal.  

Los comics, un mundo
Rememoró que su entrada al universo de las letras fue por los comics: “No tuve mucha oportunidad de estudiar pero siempre me quedé con eso, siempre me gustó aprender, leer, empecé leyendo historietas y después libros, así empezó mi colección”.
Tola viajó a Buenos a los 12 años: “Fui con un tío y empecé a hacer deportes. Como era alto y fuerte, me dio bien el culturismo y levantamiento de pesas”. En los 70 fue Míster Argentina Junior en fisiculturismo y en despegue levantó  220 kilogramos: “Fui récord argentino por dos años”.
Sobre su incursión en el boxeo -disciplina en la que también se destacó y lo llevó a conocer a figuras de peso mundial- expresó: “Casi por casualidad empecé. Como tenía una pegada potente, un día me dice mi entrenador: ‘Vení, boxeá, representá a tu tierra misionera’, y así fui”. Agregó: “Si tenés compasión de tu rival no podés ser boxeador y eso fue una lección. Voy a contar sobre la última vez que subí a un ring, el rival me temía y peleaba para pagarle un tratamiento médico a la vieja, y yo no le pude pegar, aguanté que me tire piñas y nos dieron empate y no volví a boxear”, confió este poeta espontáneo, promotor del deporte y la lectura, que  suele salir en bicicleta a buscar objetos valiosos para él.