El poder de mirar hacia adentro

domingo 16 de septiembre de 2018 | 5:00hs.
El poder  de mirar hacia adentro
El poder de mirar hacia adentro
Agustina Rella

Por Agustina Rella sociedad@elterritorio.com.ar

“Mi abuelo, el barrio, mis amigos, una mochila, las medias que me regaló Carolina”, arranca enumerando Cristian Salguero en Autobiografía. La mención de estos recuerdos y objetos, los relatos sobre su infancia, el desarraigo, el significado de su nombre y sus tatuajes, generan empatía inmediata en la audiencia y sacan más que sonrisas.
Si bien no es una estricta crónica de su vida, sino un conjunto de memorias y vivencias colectivas que se unificaron en esta pieza de teatro performático, Cristian se adueña de ellas, aporta detalles de su historia personal y se desplaza con frescura, histrionismo y firmeza sobre el escenario. Salta, ríe, canta, baila, reflexiona y hasta se anima a interpretar posibles muertes con acrobacias y destreza actoral.
La obra, resultado del trabajo entre el actor, su par misionero Nicolás Rodríguez y la correntina Lucía Lipsich logra romper algunas estructuras y mantener la atención del espectador que no prevé que vendrá a continuación. Ese factor sorpresa, el juego con los artilugios audiovisual y gráficos y la calidad expresiva de Salguero, dan vida a un producto dinámico que Posadas celebró. Algunos postularon incluso, que los 40 minutos supieron a poco.
Emocionado tras finalizar la segunda función de Autobiografía, Salguero confesó que tanto él como sus colegas tenían muchas ganas de arribar con esta obra al Litoral, su lugar natal y en ese marco también se mostró feliz de volver a las tablas.
Además, se diferenció de sus propios personajes y por ejemplo en la deconstrucción de una “escena de amor” entre Ciro y Andrea del filme La Patota, decide cambiar su diálogo y expresar una idea mucho más inclusiva y equitativa del querer. A su vez, aunque su fuerte mirada, casi marca registrada del actor, estuvo presente y hasta escrudiñó con picardía a los espectadores, su ágil desenvolvimiento dio cuenta de una madurez y soltura actoral que lo descubrió en una faceta distinta a la que el cine y la TV nos tienen acostumbrados. “Este personaje es muy distinto a todo lo que hice”, había dicho en la previa Cristian a este matutino y así lo reveló en la acción, interpretando a un hombre más cercano, más misionero, menos asesino, patotero o delincuente. Se conjugó así, la idea de conocer un poquito más de la persona, al tiempo que se lució la pulcritud del actor de raza.
De esta manera, el Espacio Reciclado se llenó de risas y emoción al recibir a estos hijos pródigos y la camaradería se extendió durante varios minutos posfunción en un encuentro amistoso mientras se afirmaba la gestación nuevos proyectos artísticos innovadores como el que, junto a Carolina Gularte organizan para noviembre en el Jardín Botánico.

Cuerpo en acción
“Esta es la historia del pasado, presente y futuro de nadie. De alguien. De Cristian. De todos. El museo de la vida de todo lo que fuimos. De lo que somos. De lo que pudimos ser. De lo que todavía podemos ser”, reza la sinopsis de la puesta en escena que ya se había destacado en el ciclo Miradas Interiores en Oeste Usina

Cultural, de Buenos Aires.
El ciclo incluía obras cortas de artistas de todo el país, con el objetivo de ser un espacio de intercambio y diálogo a través del teatro.
El espíritu de la pieza en sí,  es interpelar al público, lo que hace cada presentación aún más singular todavía. Sobre este ida y vuelta del teatro performático, dieron detalles Lipsich y Rodríguez en un seminario intensivo denominado Desarmar la ficción y organizado por el ciclo La Sequeira.
Allí, se abordó la creación artística con distintas herramientas escénicas conjugadas no sólo desde el teatro sino desde el cine, la televisión y otros recursos a partir de diferentes ejes como el uso del cuerpo, espacio y tiempo. Todo sumando un granito de arena más en la evolución del teatro local.