El chofer de la tragedia pidió perdón y apuntó al propietario de Águila Viajes

miércoles 19 de diciembre de 2018 | 5:00hs.
El chofer de la tragedia pidió perdón   y apuntó al propietario de Águila Viajes
El chofer de la tragedia pidió perdón y apuntó al propietario de Águila Viajes
Cristian Valdez

Por Cristian Valdez fojacero@elterritorio.com.ar

“Pido disculpas. Perdón por esas personas que fueron víctimas y perdieron a sus familiares. Fue por una necesidad laboral que salí a la ruta a manejar un vehículo en mal estado, porque yo vi que ese colectivo no estaba en condiciones pero no se puede decir nada porque si no hacés lo que dice la empresa te despiden y yo necesitaba trabajar. Tenía a mi familia, con tres nenes chiquitos a los que debía mantener”.
Echando la culpa a su ex empleador empezó su declaración Víctor Alejandro Zarski (41), el chofer de colectivo interno 09 de la empresa Águila Viajes que el 7 de noviembre de 2012 volcó en una curva de la ruta provincial 201 -entre Concepción de la Sierra y Apóstoles- produciendo la muerte de los pasajeros Mario Barroso (78), Armando Gómez (65), Marcia Davina Ríos (22) y la estudiante Viviana Yamila Dlutowski (21).
Lo hizo ayer, en el inicio del debate oral en el que llegó acusado de homicidio culposo en accidente de tránsito, delito por el cual podría recibir una condena de prisión de cumplimiento efectivo de entre 2 y 5 años. Frente al tribunal unipersonal a cargo del Juez Correccional y de Menores Dos de Posadas, César Jiménez, y la fiscal, María Laura Álvarez, el colectivero buscó desviar culpas siendo lapidario contra el propietario de la empresa de transporte para la que en ese momento manejaba, Jorge Yachecen.
“Un mes entero no pude ir a casa porque trabajaba de lunes a lunes, desde las 5.30 hasta las 23. Mi señora me daba la ropa limpia en un semáforo del camino y así seguía. Esa mañana cuando llegué a la curva toqué el freno y no me respondió, pensé en seguir de largo en el camino de tierra que hay pero ya había entrado en la curva y tuve que hacer lo que podía. No me respondió la caja para hacer algún rebaje, el bloqueo no funcionaba, tampoco tenía tacómetro ni velocímetro, por lo que ni siquiera sabía a qué velocidad circulaba. Y después volqué”, afirmó.
En ese punto Zarski conjeturó que “según mis cálculos se aplastó la cubierta delantera por las malas condiciones que tenía, porque era casi lisa, no tenía dibujos. Pero no podía reclamar nada porque había un solo mecánico que te daba el colectivo y tenías que salir. La empresa ordena y el chofer obedece”.

Las claves del caso

Fechas: El 7 de noviembre de 2012 la unidad 09 de Águila Viajes acudió al rescate de los pasajeros del interno 05 que se había roto. Volcó 7 kilómetros antes de llegar a Apóstoles.rrapó y volcó.

Implicado: Zarski es el único imputado. Durante la instrucción la fiscal Barronis rechazó un pedido del Actor Civil para imputar al dueño de la empresa y a funcionarios de Transporte.

Velocidad: Para los peritos, la velocidad excesiva con la que circulaba el colectivero acusado fue determinante en el vuelco producido a las 6.30 sobre la ruta provincial 201.


“Iba entre 60 y 70”
Zarski se sentó al lado de sus abogados defensores, Pablo Luján y Mónica Olivera, que a su vez estaban junto a los abogados Carlos Contristano y José Luis Rey, representantes de Águila Viajes en la demanda civil y del letrado Ricardo Pignatta, de parte de la aseguradora Protección Mutual que en ese entonces le daba cobertura a la empresa.
La fiscal repreguntó sobre las horas de trabajo y el acusado ratificó que “sí, trabajaba 17 horas de lunes a domingo. Mi descanso era de 23 a 5.30 de la madrugada. No tenía fines de semana y los domingos había más recorrido para hacer. El día anterior al accidente dormí adentro del colectivo porque era responsable de la unidad y tenía miedo que hagan algo o roben, porque habían extraños rondando. Dormí apenas cuatro horas”.
En otro tramo de su declaración negó haber conducido con exceso de velocidad como dijeron muchos de los pasajeros que, incluso, durante la etapa de instrucción declararon haberle pedido que fuera más despacio pero ayer nadie se acordó de eso.
La pericia accidentológica que obra en el expediente concluyó que iba a unos 140 kilómetros por hora al momento del vuelco, pero Zarski contó que “al no contar con el velocímetro me guiaba por la experiencia que tenía y calculaba que iba entre 60 y 70 kilómetros por hora. El patrón le había llamado al guarda (declarará hoy) para que apure la velocidad porque íbamos atrasados, por lo que traté de hacer lo que me pedía para mantener el trabajo. Igualmente, jamás escuché que alguien haya reclamado”.

Lesiones culposas, extinguidas
Respondió ante la pregunta del magistrado Jiménez sobre la revisión técnica del Mercedes Benz modelo 1994 que “lo llevaba a hacer el patrón y en ese punto no entiendo cómo pudo pasar la revisión sin tacógrafo, sin velocímetro, sin frenos adecuados y con gomas gastadas. Ni matafuegos tenía”.
Eso fue observado después de la tragedia por peritos de la Policía Científica de la Unidad Regional VII que inspeccionaron la unidad y detectaron que más allá del tacógrafo adulterado, ambas salidas de emergencia situadas sobre el techo estaban clausuradas y la unidad tampoco tenía los martillos destinados a la rotura de cristales de las ventanillas de emergencia. 
En cuanto a las lesiones culposas que sufrió parte del pasaje y por las que Zarski también estaba imputado, fueron declaradas extintas por prescripción ante un pedido de la fiscal Álvarez al que accedió Jiménez. Se fundamentó en el tiempo transcurrido de acuerdo a lo establecido en el Código Penal de la Nación.

Testigos y Peritos
La segunda jornada, prevista para hoy, tendrá como testigos a personas que ayudaron a rescatar a los heridos, como también a peritos  de la Policía Científica que trabajaron en la escena del siniestro.
Más allá de eso, comparecerá el guarda de Zarski, Víctor Hugo Ghiglione, que era novio de la fallecida Dlutowski y en su declaración anterior aseguró que le dijo varias veces al acusado que disminuya la velocidad pero no sintió que lo haya hecho.
Pasajeros dijeron que después de salir del colectivo escucharon que éste le recriminó a Zarski esa omisión. 

“Mi hija tenía miedo, le dije que duerma, que iba a rezar”

Con los brazos cruzados y la cabeza gacha, Zarski escuchó el testimonio de los siete primeros testigos. Cinco son sobrevivientes de ese terrorífico viaje que marcó para siempre sus vidas, y que recién ahora están pudiendo expresar con palabras lo que vieron, escucharon y vivieron esa fatídica madrugada.
Uno de los relatos más estremecedores en la sala de audiencias del Palacio de Justicia fue el de María Pedrozo. Contó que esa madrugada viajaba hacia Posadas con su hija de 14 años y se puso a rezar cuando se dio cuenta de que se aproximaba la tragedia.
“Mi hija no quería viajar, presentía algo feo. Cuando se rompió el colectivo en la rotonda (de Concepción de la Sierra) me dijo ¿volvemos? Le respondí que no, que si venía otro coche a buscarnos seguíamos y si no, nos quedábamos. Cuando subimos al otro colectivo empezamos a andar y a sentir la velocidad. Mi hija se desesperó. Le dije que no se preocupara porque Dios no nos iba a abandonar, que Él iba a estar con nosotros, pero decía que tenía miedo. En un momento le pedí a mi hija que duerma, que yo iba a rezar, y eso hice hasta que entramos a la curva y pasó eso. Fue en un segundo”.
“El colectivo -siguió- iba demasiado rápido, por eso cuando se detuvo después de volcar busqué a mi hija que se quedó cerca, estaba golpeada, por eso traté de divisar una salida y la saqué. Sobre el pasto estaba el guarda llorando y el chofer sentado, con la cabeza gacha”. María contó que puso a su hija a salvo y regresó para ayudar a otros pasajeros.
Rosa Báez es otra de las sobrevivientes que relató sus pesares post siniestro. En la actualidad, sigue con tratamientos médicos como consecuencia de las lesiones y dijo que en algunos días se someterá a la duodécima cirugía. “Lo que recuerdo es que circulaba muy fuerte. El colectivo se balanceaba como si estaba a punto de caer hasta que en esa curva no pudo sostenerse. Sufrí mucho porque en el arrastre el asfalto me sacó la capa del cuero cabelludo, la oreja completa. No escucho con ese oído y me dejó discapacitada de un brazo. No puedo mover los dedos”.

Velocidad mortal
Alba Nelli Caludino coincidió con las anteriores respecto a la velocidad del micro y aseguró que cuando se levantó junto a su compañero de asiento para pedirle a Zarski que disminuya la marcha, se produjo el vuelco. “Terminé entre las piernas del chofer porque justo me había parado para decirle que frene porque el colectivo se balanceaba demasiado y la gente estaba desesperada. Me rompí la clavícula”.
Juan Ramón Silva Viera relató que pudo salir por la parte delantera ya que el parabrisas se había roto y lo primero que se animó a hacer fue encarar a Zarski. “Le pregunté por qué tanta velocidad y sólo decía ‘qué hice, qué hice’ y el guarda, que estaba con la pierna lastimada, respondió ‘le dije que frene, que no íbamos a entrar en la curva y no me hizo caso’. Me acuerdo como si fuera hoy”.
Otro de los pasajeros que fue citado, Ramón Mirlhein, narró que llegó a pararse “para decirle (al chofer) que iba muy fuerte y se venía una curva y contracurva. Pero cuando vi que entró así me senté. Quedé enganchado en la butaca”.
También declaró Gerardo Alvarenga, pasajero de otro colectivo que detalló cómo colaboró en el rescate, y Juan Carlos Vázquez, perito de la Policía Científica, que respondió preguntas referidas a la mecánica del hecho, dejando en claro que el vuelco se produjo por la excesiva velocidad y justificó eso en la ausencia de marcas de frenado y la distancia de derrape.
Observó que los neumáticos delanteros del colectivo no estaban aptos para circular y que eso influye en una maniobra frenadora, aunque en este caso no hubo. 

Pedido desestimado en la instrucción

El abogado Oscar Camargo, como actual representante de Oscar Dlutowski (papá de Yamila) en la demanda civil que encaró por su muerte, fue consecuente con su antecesor sobre las supuestas irresponsabilidades en las que incurrió Zarski para que ese viaje termine en el vuelco mortal. Durante la etapa de instrucción el letrado había pedido que tanto el chofer como los dueños de la empresa de transporte sean acusadas por homicidio doloso (no culposo), en función de la actitud imprudente y negligente del primero al momento de conducir la unidad, y de las malas condiciones del colectivo Mercedes Benz, que a considerar por los informes periciales y accidentológicos de la Policía de Misiones, no estaba óptimo para circular y menos aún para transportar pasajeros. Mas allá de eso, solicitó que los funcionarios a cargo de la Dirección General de Transporte de Misiones, sean citados e imputados por el delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público, por haber autorizado la circulación del vehículo, que contaba con la verificación técnica actualizada. El pedido fue rechazado en ese momento por la fiscal de Instrucción Penal Cinco, Silvia Barronis, porque la autoría del homicidio culposo en el Código Penal es personal, no subsidiaria hacia otros actores. El colectivo, hasta ayer a la tarde, seguía circulando.