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El ADD universal

domingo 17 de marzo de 2019 | 5:00hs.
El ADD universal
Gonzalo Peltzer

Por Gonzalo Peltzer gpeltzer@elterritorio.com.ar

ADD es la sigla de Attention Deficit Disorder, que en castellano se puede llamar Trastorno por Déficit de Atención, TDA, o algo parecido. Así que los que tienen ADD son unos desordenados o trastornados, según cómo se mire. Nadie me lo diagnosticó pero estoy seguro de padecer desde mi infancia el trastorno de los distraídos: no me acuerdo de lo que comí hace 20 minutos; no aguanto ni cinco minutos en una reunión y pierdo rápido el hilo de cualquier presentación. Me olvido de las películas en cuanto terminan y con las series me pasa que cuando aparece una nueva temporada tengo que volver completas a ver las anteriores si quiero saber de qué va la cosa…
En realidad, todos tenemos ADD en la era de la WWW (World Wide Web: literalmente tela de araña de alcance mundial), cuando el mundo está conectado por una red universal donde está todo el conocimiento, pero además es la ocasión de conectarse gratis con quien quiera que sea. Y hay que suponer que padecen más ADD los más chicos, esos que no se imaginan que se pueda vivir sin wifi (wireless fidelity).
No sé cuánto tiempo podemos estar sin mirar la pantalla del celular: un artefacto que va con nosotros a todos lados y que nos da la hora (como el reloj de nuestra generación) y un millón de cosas más, pero sobre todo nos conecta con gente que está haciendo otras cosas que interfieren continuamente en las nuestras como nosotros interferimos en las de ellos (una locura).
Resulta que estoy en una reunión muy importante y me llegan tres mensajes seguidos de WhatsApp: “Hola”. “Buenos días”. “Hay un problema”… o me encuentro con dos mensajes de voz –el primero de 4,2 y el segundo de 1,9 minutos– y lo peor es que sé que son de un pesado que repite tres veces cada cosa que dice y pierde gran parte del tiempo en saludos y despedidas, pero el pesado tiene urgencia en decirme algo y como no le contesto, sigue mandando mensajitos para explicar una y otra vez lo que me acaba de decir; no sabe que no lo puedo oír porque estoy en una reunión… La macana es que uno de los asistentes justo me hace una pregunta y ¡zás!… me descubre distraído en estos pensamientos, pero tampoco sé ahora de qué estamos hablando en la reunión… y en cualquier momento no voy a saber de qué estaba escribiendo en esta columna.
El ADD universal es el resultado de la irrupción de todo el mundo en todo del mundo. Estamos tan conectados que participamos a la vez de una reunión familiar y de las reuniones familiares de todos nuestros amigos. Vemos un partido de fútbol por televisión en casa, pero lo comentamos con tres millones de personas que están tuiteando en ese momento sobre el partido. Atendemos a la vez a dos pantallas y nos perdemos un gol porque estamos diciendo que es un tronco justo el que hizo el gol que nos perdimos; pero no nos importa perdernos el gol ni decir una estupidez: lo vemos dentro de dos segundos filmado por 5.233 espectadores que están en la cancha y lo grabaron en sus móviles desde todos los ángulos posibles (ya no importan nada los derechos de los canales que lo transmiten). Pasamos de Twitter a Facebook y de Facebook a Instagram. En uno decimos una cosa y en otro decimos otra. En Twitter podemos tener una personalidad y en Instagram otra. Podemos ser a la vez el Coronel Gonorrea y la Doctora Pignatta y hasta podemos pelearnos con nosotros mismos a la vista de mil millones sin que nadie sepa que somos la misma persona y que la pelea es más falsa que un diente de madera.
La interconexión de la humanidad es de las cosas más geniales que nos está ocurriendo. El mundo al alcance de la mano y también nuestra familia y nuestros amigos, estén donde estén: ya no hay bienvenidas ni despedidas, ni estamos más gordos ni más flacos porque  sabemos todo de antemano. Pero advierto que cada vez será más difícil la concentración, absolutamente necesaria para cualquier estudio, análisis o investigación serios. Y si seguimos desordenados por la distracción, podemos terminar en una sociedad de trastornados.

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