Día del Almacenero: pioneros continúan abasteciendo a Campo Ramón

domingo 27 de septiembre de 2020 | 20:16hs.
Sociedad
Sociedad
Fueron los pioneros en abastecer de mercadería a todos en la colonia conocida como Sección Segunda. Elsa Ferreyra (64) es propietaria y quien está al frente del almacén 4 bocas en este poblado distante a 6 kilómetros de la localidad de Campo Ramón.

Con camino principal de tierra colorada, en algunas partes con muy buen entoscado, las chacras con plantaciones de yerba mate y té, son el paisaje que se encuentra hasta llegar a Sección Segunda de Campo Ramón. Allí está Elsa, quien relató que siempre se dedicaron al almacén de ramos generales y que fueron los primeros en abrir las puertas para abastecer la necesidad de las familias de las diferentes chacras de la zona.

“Cuando vinimos con mi esposo compramos un camión Chevrolet 57, para empezar a trabajar con la yerba y nuestro futuro almacén, que era un más chico, como un dormitorio. Nos transformamos el 20 de agosto de 1978 en el único negocio de la región”, comenzó explicado Elsa a El Territorio.
Desde que abrieron, algunos vecinos llegan a comprar diariamente y otros, como todos viven en chacras distantes, se abastecen para la semana o el mes.

“La venta es al contado, pero como nos conocemos entre todos, trabajábamos con libreta de fiado, hasta algunos pagos recibíamos por yerba o té. Mientras que por libreta se sigue trabajando, aunque no con la misma cantidad de clientes”, manifestó la almacenera, sonriente.

El almacén 4 bocas siempre se destacó por ser de ramos generales, pero al comienzo no tenían carne para la venta, rubro que sumaron actualmente. Uno de los elementos esenciales en épocas pasadas era el kerosene, que se necesitaba para abastecer las lámparas ya que no había energía eléctrica en la colonia.

Siempre fue Elsa quien se encargaba de las compras mayoristas. Se trasladaba con la lista de productos que le solicitaban y lo que le faltaba en la vitrina. En sus comienzos solamente ingresaban algunas distribuidoras hasta el lugar, el resto se compraba una o dos veces por semana en Oberá.

El lugar todavía mantiene la escencia intacta de almacén, atendido por su dueña, uno se acerca al mostrador y ella va acercando los pedidos. “La balanza tiene 42 años y es fiel”, dice Elsa, quien en épocas de actualización, compro una balanza digital pero se quemó y quedó guardada. “Esta balanza dice que es un kilo y ese es el peso, ni más ni menos”, refirió sobre su aliada de años.
En 42 años, Elsa vio crecer las diferentes generaciones, donde los niños que pedían golosinas a sus padres, hoy son los adultos que se abastecen para la semana.

Desde la apertura del almacén, la mujer atendió siempre a todos. “En este tiempo no paré, no hubo frío, calor, lluvia que me detuviera y sigo siendo así. Las vacaciones eran breves, de tres días, disfrutando en Corrientes. Acá llegan, golpean la mano y salgo a atenderlos, no importa el horario”, remarcó.

La pandemia de coronavirus, que golpeó la salud de la humanidad, también hizo que se adoptaran medidas sanitarías para seguir atendiendo, optaron por el horario corrido, además de la venta que ahora se realiza por ventanilla. “Las primeras semanas me denunciaron porque atendía al público, pero no podía no vender, la gente está muy lejos del pueblo y es la única opción para comprar mercadería”, explicó la propietaria del almacén.