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Desprendido amor en su máximo esplendor

miércoles 11 de diciembre de 2019 | 5:00hs.
Con pasta de vendedora, Martina ofrece sus juguetes a los niños que pasan por la vereda.
Belén Spaciuk

Por Belén Spaciuksociedad@elterritorio.com.ar

‘Si Papá Noel no llega a tu casa, elegí un regalo’, dice el cartel de presentación de Martina, quien se acomodó con una mesita llena de juguetes en una vereda de la calle Junín (casi Córdoba), frente a la zapatería en la que trabaja su madre, para obsequiar sus juguetes.
Con la inocencia que caracteriza a una niña de 7 años y la bondad que invade su corazón, Martina Bianchi le preguntó a su madre si “podía vender gratis sus juguetes”.

“Ahí fue cuando le pedí que me explicara lo que quería hacer y ella me dijo: ‘Yo les quiero vender gratis mis juguetes a todos los chicos que no tienen. Porque a muchos de ellos el Papá Noel les trae ropa, útiles comida y cosas así, y en realidad todos los niños lo que quieren es juguetes’”, contó Jorgelina Jantzon, madre de la pequeña, en diálogo con El Territorio.

Así fue como se puso en campaña de recolección y acondicionamiento. Martina seleccionó todos los juguetes con los que ya no quería pasar el tiempo y decidió desprenderse de ellos, sabiendo que ese mismo objeto puede hacer felices a tantos otros chicos.

En ese proceso de recolección convenció a Mateo (su hermano mayor) y a Manuela (la más pequeña de la familia Bianchi) a que también se sumen a la iniciativa de regalar esos juguetes que ya no usan tanto, pero que permanecen en buenas condiciones. De esa manera, la niña fue armándose poco a poco de un stock para todos los gustos y edades.

Con trabajo y dedicación reacondicionó los juguetes. Limpió aquellos que estaban un poco sucios. También logró bañar con shampoo y acondicionador a sus muñecas, las vistió y decoró con moños y peinados. Incluso a algunos juguetes, como los sonajeros de Manuela, los envolvió como paquetes de regalo con bolsas plásticas transparentes y una colorida cinta.

Luego de varios días de trabajo, la niña consiguió reunir muñecas, autos y pistolas, sonajeros, dinosaurios, carteras, peluches y otros tantos juguetes que los fue regalando uno a uno a cada niño que paraba en su mesita.

“Martina es una nena puro corazón. Con ella todos los días se aprende algo”, dijo Jorgelina orgullosa. Y agregó: “Piensa mucho en el otro. No sólo porque regala sus juguetes sino porque todo lo que hace es con amor. Viene con ganas y predisposición todas las tardes. El trabajo y la garra que le puso a ese proceso de preparación y compostura de sus juguetes, porque me decía ‘Mamá, yo no les puedo regalar algo roto o feo a los chicos’, es lo que más me enorgullece. Sus ganas de hacer el bien, eso me llena”.

Con perfil de vendedora, Martina primero cumplía horario comercial y se instalaba de mañana y tarde frente a la zapatería para obsequiar sus juguetes. Con la pregunta “¿hay algo que te guste?” O “vos mirá y el que te gusta, llevátelo”, la pequeña iniciaba conversación con el único objetivo de hacer el bien, de convencer a ese ‘cliente’ de que se llevara el juguete que más le gustara para disfrutarlo en casa.

Dinosaurios, un camión, muñecas, una pistola y un peluche son algunos de los tantos presentes obsequiados por Martina. “Ya me quedan poquitos. Los chicos se van muy contentos con el juguete. Eso me hace bien”, contó la niña, que este año pidió en su carta a Papá Noel un rizador de cabello.

Con un gran gesto de amor al prójimo y dispuesta a desprenderse de sus juguetes, quizás el objeto más preciado para un niño, Martina enseña con su ejemplo cuál es el verdadero significado de la Navidad.
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