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Cuando la identidad se construye con ‘likes’:¿moda o conducta adictiva?

domingo 27 de septiembre de 2020 | 5:00hs.
Cuando la identidad se construye con ‘likes’:¿moda o conducta adictiva?
Griselda Acuña

Por Griselda Acuña interior@elterritorio.com.ar

Internet lo hace todo más fácil. Quizás no sea del todo cierto, si se plantea el lado oscuro de la vida virtual, más aun teniendo el cuenta las redes sociales. En los últimos años, investigadores de diferentes disciplinas relacionaron la cantidad de tiempo que la gente interactúa en las redes con varios problemas de salud como trastornos del sueño, ansiedad y depresión.

¿Las redes sociales generan adicción? “Cuando hablamos de adicciones debemos tener en cuenta la persona, la sustancia, la conducta y el contexto para hacer un abordaje integral”, señala en diálogo con El Territorio, Samuel López, ministro de Prevención de Adicciones en Misiones, una cartera creada recientemente. En ese sentido, el abuso de las plataformas digitales se encuadra en lo comportamental, es decir, una adicción conductual en la cual no hay una sustancia pero sí una adicción a una conducta que repercute negativamente en la vida.

“Lo preocupante del año pasado fue que entre los 12 y 26 años de edad un 46 % fueron las atenciones o los tratamientos por las adicciones. En este 2020 quedó en tercer lugar el consumo en niños y adolescentes, el primer lugar lo tuvo la franja etaria entre los 20 y 40 años de edad”, detalla López en tanto agrega una preocupación latente que tiene como disparador una hipótesis.

“Creemos que aumentó el uso de los celulares. Si bien hoy no está visto como una adicción -en la provincia- porque no hay un pedido de ayuda o un acceso a un tratamiento por esa adicción, sin embargo, hay una preocupación de los profesionales que tiene que ver con la familia para que actúe como un factor de protección en poder regular el uso y acceso de los dispositivos móviles. En este tiempo los adultos debemos ser responsables en el control, en fijar límites, lastimosamente en la mayoría de las adicciones que son tratadas, la edad de inicio se da entre la preadolescencia y la adolescencia, por ejemplo, el alcohol entre los 12 y 15 años de edad; el cigarrillo entre los 11 y 14; y dentro de diez años vamos a estar atendiendo este tipo de adicciones que todavía no se hizo emergente. Sí hay una preocupación a largo plazo si no actuamos a tiempo con medidas preventivas”.

La premisa del titular de la cartera de Adicciones pone en el centro de la escena a niños y adolescentes. Conviene que los padres se pregunten a sí mismos qué le ofrecen a sus hijos ¿Una familia de protección o una familia de riesgo? La pregunta encuentra respuestas en los límites, aunque es una receta con cierto nivel de complejidad cuando se habla de adolescencia.

Isabel Zilveti, licenciada en Psicología que realiza un taller sobre adicciones conductuales, explica: “Una de las cosas que se puntualizan respecto a adicciones conductuales es que hoy en día se puede desarrollar una adicción frente a cualquier conducta de manera excesiva; el problema no son en sí las redes sociales o las nuevas tecnologías. No es ese el problema, no es el aparato sino la forma en que me vinculo con el aparato. En esa relación es donde puedo hacer un uso razonable o un uso excesivo en el que pudiera haber una adicción”.

“Los jóvenes sí son más vulnerables. El uso de los dispositivos genera adrenalina y ellos están en una etapa de formación de identidad y en eso el reconocimiento del otro pasa a ser sobrevalorado. Entonces, un aspecto importante es que la identidad se afirma emergiendo de uno mismo pero la confrontación con el otro es la que logra solidificar. El reconocimiento del otro es clave. Y el efecto selfie que tiene hoy, que los chicos se sacan la foto y esperan la retroalimentación y los “Me Gusta” o “Like”; y una baja retroalimentación a veces afecta negativamente su autoestima. Una alta retroalimentación genera más fotos, más selfies, y es un círculo que no termina”, advierte la psicóloga a lo cual agrega: “Si el uso es excesivo comienzan los problemas de ansiedad, pérdida en la noción del tiempo, el sedentarismo, pérdida de horas de sueño”.

“El uso del dispositivo genera adrenalina, estimula el sistema nervioso central y esa estimulación si se realiza de manera corta a temprana edad no va a ser negativa, pero si es de manera excesiva va sentando las bases para desarrollar problemas en el futuro. No necesariamente una adicción al dispositivo electrónico; pero sí sienta las bases para desarrollar en el sistema nervioso central cualquier tipo de adicción, al juego de azar, al cigarrillo, al alcohol”, desliza Zilveti.

“Los especialistas, discuten si internet disminuye o aumenta nuestro capital social. Está comprobado con imágenes que se toman del cerebro que -las redes sociales- afectan ciertas zonas que son afectadas también por la drogadicción, puntualmente en lo que refiere este tipo de adicción se habla de que disminuye la materia blanca en ciertas regiones donde se controlan las emociones, la concentración, la toma de decisiones, la memoria. Aunque no haya una sustancia, una adicción cuando hay un uso excesivo genera alteraciones”, argumenta la especialista.

Consultada sobre cómo advertir cuando el uso de un dispositivo es complementario o excesivo, describió: “Empiezan a haber cambios en la conducta. Ese es el mayor índice para cualquier persona o familiar de si una actividad se está volviendo problemática. Ver los cambios en la conducta, si la persona está pasando más tiempo con esa actividad, los cambios de humor bruscos, se presentan situaciones de aislamiento, intentan reducir el uso de estos dispositivos y no lo logran, el bajo rendimiento en la escuela, pérdida de atención. Son personas que les cuesta mucho mantener una relación o un vínculo aunque sea corto porque constantemente están con el dispositivo en la mano”.

“Siempre hay herramientas para evitar el consumo excesivo. Quizás para los adultos la disposición de esas herramientas sea más sencillo porque tiene una identidad más desarrollada puede discernir con más facilidad el punto débil. Los jóvenes son los más vulnerables y con ellos hay que trabajar más la prevención en el uso para evitar problemas. Una de las cosas es limitar el uso del aparato, principalmente que en las redes sociales no esten menores de 13 años”, comentó.

“En los adolescentes, disminuir la cantidad de tiempo que lo usan, los rangos horarios, evitar el aislamiento, aumentar el diálogo en la familia, preguntar qué busca y sus intereses en las redes. Hay que solicitarle que deje el teléfono una hora antes de irse a dormir y a medida que va avanzando, dos horas antes de dormir. Si bien la melatonina está vinculada a esta decisión, estar expuestos a la pantalla y al equipo de iluminación retarda el sueño, es necesario que para la liberación de melatonina apaguemos esos dispositivos una o dos horas antes de dormir”, señala.

“Aumentando el diálogo hay que hablar del riesgo en el uso de las redes sociales, la información es clave, el vínculo entre los padres es clave”, insiste la psicóloga. Inevitable volver a la pregunta inicial: ¿familia de protección o familia de riesgo?
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