“Cuando alguien está en masa, se siente anónimo y protegido por el grupo”

domingo 26 de enero de 2020 | 5:00hs.
Jorge Eduardo Catelli-Psicoanalista
Jorge Eduardo Catelli-Psicoanalista
Victoria Bergunker

Por Victoria Bergunker interior@elterritorio.com.ar

“Nos creemos el ejemplo y nos creemos moral y físicamente superiores al resto. Es por este narcisismo colectivo, por este convencimiento ficticio que tenemos de nosotros mismos que nadie, ni una sola persona en el ambiente rugby se animó a decir que fuimos nosotros”. 
Este fragmento corresponde a la carta escrita por Tomás Hodgers, de 23 años. Es jugador de rugby en Rosario y publicó el texto en su cuenta de Twitter, que rápidamente se volvió viral y fue el centro todo tipo de comentarios. 
El Territorio dialogó con el psicoanalista Jorge Catelli sobre el asesinato de Fernando Báez Sosa, el joven atacado salvajemente por un grupo de rugbiers. Sin embargo, el profesional explicó acerca del fenómeno de masa y cómo funciona en las personas, dejando de lado la estigmatización del deporte en sí mismo. También culpó al machismo y su cultura, en la que ciertas prácticas son una legitimación de la hombría. 

¿Qué pasa con esa construcción social y colectiva del “macho”?
Hay una falla en lo que tiene que ver con la construcción de una identidad y es una especie de paradoja en la sexualidad masculina, un grave problema del machismo. Yo vengo de una generación en la que se decía que ‘a golpes se hacen los hombres’ y eso a medida que fui entendiendo, me di cuenta que no es así. A golpes se hacen los masoquistas. El machismo produce un daño muy grande que no es solamente en las mujeres. El macho está muy angustiado y preocupado de consolidar una identidad que reafirme su heterosexualidad. 

¿Cómo lo hace?
A las piñas. Y eso es lo que -en este caso- provocó una tragedia. Por eso me parece importante des-demonizar al rugby. Cualquier juego o deporte plantea una lógica donde hay un ‘como si’. Es decir, hay una regla y una posibilidad de hacer ‘como si’ se disputara una batalla; ‘como si’ se luchara por conquistar un gran triunfo. En términos psicoanalíticos, es un campo simbólico (...) Hay un encuadre que permite que hagamos un ‘como si’. Pero cuando algo de esa regla queda desbordada por la pulsión de muerte, se produce la tragedia. Deja de ser simbólico y emerge una violencia descontrolada.

¿Por qué se dan estos ataques en patota?
Es un fenómeno de masa y las hay de distintos tipos, una puede ser el caso de la Iglesia, o el Ejército, donde hay un líder al que seguimos todos; incluso el matrimonio podría ser una pequeña masa porque hay dos personas que se identifican mutuamente con fines específicos. 

En este caso, ¿cuál fue la masa?
Esto fue una masa que se conoce como espontánea, un grupo en donde había alguien que los alentaba, el que ocupa el carácter del líder. Es importante diferenciarlo de manada, que es de animales y ellos son mucho más benignos que nosotros. Los seres humanos cuando entramos en masa, perdemos toda noción moral y ética y hacemos cosas que jamás hubiéramos hecho solos. Perdemos la consideración individual, la codificación subjetiva del otro y por eso se produce una potenciación de lo que nosotros conocemos como instinto de muerte, que la tenemos todos los seres humanos.

Entonces, ¿atacar en masa da cierta seguridad y legitima la acción?
Ambas cosas. Da seguridad, relaja toda posible censura moral y ética. El sujeto se desconoce y actúa en función de un grupo. Lo curioso es que en el momento de la acción, cuando alguien está en masa, se siente anónimo y se siente protegido por el grupo, lo que le permite desplegar toda la agresividad y hostilidad que el ser humano tiene. El ser humano destruye por vocación y no para alimentarse, como lo hace un animal en manada.

Más allá de la masa, ¿hay un problema individual en cada uno?
No me caben dudas. En análisis puede ser social, es decir lo que tiene que ver con ciertos factores que implican las violencias en relación a cómo uno considera al prójimo, que puede dejar de ser un semejante y transformarse en un absoluto rival al que hay que eliminar; hay otra dimensión, el grupo, la masa; y la tercera dimensión es la singular. Es decir, qué le ocurrió a cada uno individualmente para no poder destacarse y pensar qué había en sí mismo. 

Porque estaba metido en la masa, ¿no?
Sí. Porque la masa te da un estado maníaco, un furor que te hace sentir omnipotente, pero eso es un engaño masoquista, porque el maníaco termina haciendo cosas que lo dañan a él mismo. Esa es la dimensión subjetiva de cada individuo. Hay algo del factor predisponente individual para estar adentro de una masa y operar, funcionar y quedar arrastrado por la inercia de la masa de esa manera.  

Algunos de ellos minimizan el hecho, como una “pelea de pibes”. ¿Es una estrategia o realmente lo ven así?
Son probables las dos cosas. Una es la negación, que es un mecanismo psíquico que desmiente situaciones. Lo escuché a uno de ellos y no dijo en ningún momento “estoy arrepentido”. En ningún momento mostró una recapacitación de arrepentimiento, es más, dijo que “la vida nos jugó una mala pasada”. La mala pasada es el acto que no tiene retorno, del que no se puede volver. Que una persona muera no tiene retorno, no hay reparación posible. Este comentario demuestra que no hubo un genuino registro. También podría ser una estrategia indicada por el abogado, pero el pibe hablaba con mucha negación. 
¿Qué hacemos como sociedad de acá en adelante?
Todos sentimos dolor porque de algún modo nos identificamos directamente, en mi caso con mis hijos y el temor. Pero creo que tenemos una apuesta hacia el futuro, yo invito a pensar para cambiar las cosas, para apostar de otro modo y que la sociedad cambie, para que los clubes cambien. No legitimar nunca el “tercer tiempo”, no legitimar que somos más machos porque le pegamos a otros. Hay que cuestionar al machismo, esa afirmación de la heterosexualidad fallida, grave y trágica. 

El caso que conmocionó al país

Fernando Báez fue asesinado en la madrugada del sábado 18 de enero a manos de diez jóvenes rugbiers, quienes lo golpearon con brutalidad hasta provocarle la muerte. Hasta el momento, de los 10 acusados, 7 fueron identificados por los testigos como parte del grupo que mató a Fernando en Villa Gesell. Tras la última jornada de reconocimientos, pautada para el martes, se sabrá si la fiscal Zamboni mantiene las imputaciones tal cual están (dos coautores y ocho partícipes necesarios) o las modifica. Todos, hasta el momento, enfrentan acusaciones que implican prisión perpetua.


Cómo se vive el rugby en un contexto carcelario

Mariano Hernando es rugbier y uno de los impulsores de enseñar el deporte a los detenidos en el penal de varones de Eldorado, donde desde 2016 se conformó el equipo Los Toros con convictos que purgan sus delitos en ese centro carcelario. En diálogo con Radioactiva 100.7 no negó que “la noticia del crimen en Villa Gesell conmocionó a toda la gente del rugby”.
“Lo que pasó no deja de ser trágico. Fue un asesinato y de la manera más cruel donde diez personas mataron a un chico totalmente indefenso. Es un buen momento para repensar algunas conductas”, dijo en la entrevista radial. Entre otros conceptos, señaló que conoció el proyecto de enseñar rugby en las cárceles en La Plata, donde estudió y desde entonces quiso replicar la idea en Misiones. Así nacieron Los Toros en el penal eldoradense en 2016 y desde el año pasado la iniciativa se replicó en Oberá. “Ante situaciones conflictivas en la cárcel lo primero que aparecía era la violencia. Sin embargo desde 2016 ninguno de los 70 jugadores que tenemos ninguno tuvo ninguna sanción por un hecho de violencia. Lo que nosotros utilizamos son herramientas para tratar de reducir estas situaciones, poder solucionar por medio de la palabra”, expuso sobre el trabajo desarrollado tras las rejas.
“Trabajamos la idea de grupo y no de manada, la autoconfianza y el autocontrol, subir la autoestima pero no para agredir a otro. Nuestra experiencia en la cárcel es que se redujo la violencia en las personas que lo practican”, finalizó.