sábado 08 de septiembre de 2018 | 5:00hs.
Por Carlos Manuel Cardozo fojacero@elterritorio.com.ar
Néstor Fabián “El Negro” Rojas estaría más que acorralado por las
pruebas que hay en los procesos que tiene en Misiones. Se lo acusa, nada
más y nada menos, de tres homicidios y la tenencia de tres kilogramos
de cocaína para comercializar que se la descubrieron en flagrante.
El paraguayo, señalado como narco y sicario, estaba siendo buscado desde
diciembre del 2015, después que Sebastián Vega (35) y Rodrigo Ibarra
(37) fueron acribillados en Posadas. Por ese crimen tenía un pedido de
captura internacional y recién fue indagado e imputado la semana pasada.
En la audiencia ante el juez Fernando Verón, Rojas intentó desligarse de
los hechos y desarrolló un presunto plan en su contra de otros dos
imputados que tiene la causa como eje de su coartada. Pero además hizo
otras solicitudes para que el magistrado ordene nuevas medidas.
Posiblemente la más llamativa está en la citación para que brinde
declaración testimonial a un hombre residente en Corrientes, cuyo nombre
siempre estuvo en el expediente. Esta persona tendrá que comparecer a
fines de mes por voluntad propia o si no lo buscará la fuerza pública;
ya había sido citado antes.
Según expresaron diferentes personas conocedoras de la instrucción, este
hombre habría hablado por teléfono con El Negro Rojas la noche en que
ocurrió el crimen. Más detalladamente, en el momento que sucedió. “Acá
estoy con tu amigo”, palabras más, palabras menos, le dijo.
Se trata de un hombre también ligado al narcotráfico, a quien Vega
conocía muy bien por negocios en común. Hay que señalar que la principal
hipótesis del asesinato fue un ajuste de cuentas debido a que la
víctima había “vendido” cargamentos a las fuerzas federales.
Estos elementos están en el voluminoso expediente debido a que el
Juzgado Federal de Zárate tenía varios teléfonos intervenidos debido a
una investigación compleja. Al respecto, El Negro Rojas dijo que él no
estuvo nunca en El Acuerdo y que está dispuesto a que le hagan una
pericia de voz para compararla con los registros de esas escuchas, si es
que existen.
Como adelantó El Territorio en ediciones anteriores, también se
analizará el arma secuestrada en la localidad de Eldorado en el marco de
la investigación por el crimen del mecánico Canteros. Se buscará
establecer si desde esa 9 milímetros salieron los disparos hacia las
tres víctimas (Vega, Ibarra y Canteros), ya que en ambos casos se usó el
mismo calibre.
En este sentido, los investigadores están muy seguros de que se trata de
la misma pistola. Aparte de las coincidencias del calibre, el arma fue
escondida por Rojas en la casa de un familiar, lo que indica que tenía
algún tipo de “afecto” por ella, algo muy común en el submundo del
sicariato.
“Era su nena”, dijeron. De confirmarse, sería una prueba más que comprometedora.
El procedimiento, ordenado primero por el Juzgado de Instrucción Siete
por el homicidio de Gobernador Roca, está a cargo de la Secretaría de
Apoyo para las Investigaciones Complejas (Saic) del Poder Judicial y
especialistas de la Policía de Misiones.
Además de eso también se ordenó que se cotejen las huellas
dactiloscópicas del detenido con las levantadas en el Chevrolet Agile en
el que estaban los fallecidos Vega e Ibarra. Se esperan novedades al
respecto para la semana que viene, según dijeron las personas
consultadas.
El crimen de Canteros, el detonante
Rojas fue detenido el lunes 13 de agosto en un complejo de cabañas de
Posadas, junto a otras cuatro personas.
La Dirección de Homicidios de la Policía y la Secretaría de Apoyo para
las Investigaciones Complejas (Saic) habían llegado a él en el marco de
la investigación por el crimen del mecánico Aldo Andrés Canteros,
ocurrida el Gobernador Roca el día 5 del mes pasado.
Testimoniales directas y registros fílmicos lo comprometen.
El titular del Juzgado de Instrucción Siete, Carlos Giménez, lo imputó
por homicidio simple, aunque la carátula se puede modificar.
Con respecto a ese hecho, la mujer de Canteros relató que ese día llamó a
su marido para que la busque de una fiesta, y éste le dijo que no vaya
porque la iban a matar. Y en esa conversación escuchó risas y luego los
disparos que le dieron muerte.
Coincidencia o no, los llamados a la hora de cometer un asesinato
podrían ser otro sello del extranjero hoy alojado en una cárcel.