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Betina, la belleza también la encontró en los autos

sábado 23 de marzo de 2019 | 18:45hs.
Betina, la belleza también la encontró en los autos
Por Sonia Benítez

Generalmente es difícil acertar a los números cuando se sortean, ganar la lotería o tener suerte en el azar. Pero esto nunca fue una regla para Betina Anadón, que increíblemente ganó dos veces rifas que sorteaban cero kilómetros.

Allá por los años 70, Betina era esposa de un hombre que tenía una capacidad suprema para elegir correctamente números ganadores o, mejor dicho, compraba varios números ya que no sabía decir que no ante el ofrecimiento de una rifa.

“Antes existían los bailes del Tacurú, sería alrededor de los 70 más o menos, era el lugar vip de reunión, así que ahí se festejaban los 15 de las niñas. Creo que era en diciembre cuando se hacía la gran fiesta y se sorteaban autos; vendían las rifas para el sorteo y mi esposo era un gran comprador de rifas, lo convencían bastante y entonces compraba cinco o seis, eran varias”.

“Al día siguiente del baile -yo trabajaba en esa época para las fiestas de recepción hasta las 2 de la mañana, eran las épocas de oro más o menos-, me acuerdo que yo vivía en la avenida Uruguay, hacía mucho calor y a cada rato le preguntaba ‘Raúl, ¿te fijaste si no tenés el numero ganador?’, porque decían que el número tal no se presentaba y él me decía ‘ahora veo’, así que, le pregunté y le pregunté y le pregunté y como a las 2 de la tarde le dije ‘Raúl, por favor mirá si es el numero’. Y era el número. Habíamos ganado el auto, así que yo estaba entusiasmadísima, ganamos un Ford Falcon y ahí al año siguiente, o no recuerdo si fue dos años después, ganamos otra vez, un Opel”, recordó Betina, que en ese entonces ya había comenzado con la peluquería, profesión que la llevaría a ser reconocida en la ciudad.

Pero los autos ganados en las rifas no fueron los primeros que llegaron a la vida de los Anadón, antes hubo uno que les hacía trabajar de más cada vez que querían utilizarlo.

“Mi primer auto fue un Ford A de esos antiguos, cuadrados. Me acuerdo que compramos ese auto que nos encantaba y estábamos re chochos. Salíamos con mi marido, pero nos molestaba bastante que para que marche teníamos que darle manija, estamos hablando del año 50 por ahí. Era una manija como de hierro que teníamos que poner, darle manija y ahí se prendía el motor. Si queríamos ir al cine, esperábamos que toda la gente del barrio se vaya para comenzar a darle cuerda al auto”, explica entre risas la peluquera.

En ese entonces el matrimonio vivía en Resistencia y Betina comenzaba sus primeros pasos en el arte de los peinados y de la salud capilar. Se recibió de maestra jardinera y, según dijo, era algo que le encantaba hacer. Perfeccionarse y capacitarse fueron unas de sus características y fue así como llegó al mundo de los coiffeurs.

“Resistencia es una ciudad bastante adelantada en la educación y en ese entonces se empezaron abrir unas escuelas que trabajaban todo el día, mañana y tarde, entonces a la mañana era la clase correspondiente y a la tarde se usaban esas horas para carpintería, teatro y además los talleres para los chicos que estaban atrasados. Después empezaron a abrirse escuelas de peluquería y ahí se me ocurrió estudiar, no sé por qué. Estudié, la exigencia era mayor que la de ahora, me presenté para dar clases en una escuela y gané. Yo tenía puntos de maestra, me gustó siempre perfeccionarme, entonces hacía cursos y por eso tenía puntos, tenía un puntaje elevado, así que me dieron el puesto y ahí empecé. Cinco años enseñé peluquería, empezaba también a atender en mi casa cuando lo trasladan a mi marido acá a Posadas y tuve que dejar mi trabajo, porque en ese entonces no había permutas ni nada”.

Así fue la llegada de Betina a la ciudad que hoy la conoce como una referente que llegó a peinar a figuras del espectáculo, periodistas, novias y hasta personas de la política. Llegaron poco a poco los reconocimientos, los desfiles y también el cambio de auto.  Luego del bello pero complicado Ford A, los Anadón tuvieron otro vehículo, pero que también les causó unos cuantos enojos.

“Antes de trasladarlo a Posadas a mi esposo tuvimos otro auto. Ese auto quedaba empantanado en la arena, el auto era bajo y me acuerdo que se quedaba empantanado. No recuerdo de qué marca era”.

“Como el negocio de mi esposo fue creciendo tuvimos más de un auto y él me quiso enseñar a manejar. Entonces salíamos todos los domingos, pero era una pelea, porque siempre el que maneja cree que es imposible que otro entienda el auto, entonces nos peleábamos y le dije ‘vamos a dejar, porque este es un motivo de pelea y después cuando yo tenga mi auto voy a manejar’”.

El tiempo pasó y ya cuando Betina tenía su local en la calle Junín fue cuando tomó el volante.

“Yo estaba por Junín cuando falleció mi marido en el año 87, no sé en qué momento me largué a manejar, pero fue porque ya era una necesidad y desde entonces manejo y ahora tengo un Fiat. Ahora el auto es mi amor del momento porque me lleva, me trae, me sirve porque vivo lejos y después porque soy una persona que va a los cumpleaños y eventos, así que el auto me salva”.

Una vida dedicada a la belleza
Actualmente Betina sigue manejando y también peinando. Su llegada a Posadas no fue en vano, ya que gracias a esta mudanza su carrera despegó y pudo crear verdaderas obras de arte.

“Cuando yo empecé a peinar eran los peinados de los 50 y 60, era peinados muy elaborados, yo hasta ahora pienso cómo hacíamos semejante cosa. O sea, así como ahora el corte es el boom, antes el corte era poco, antes se usaba el rulero, no existía el brushing, por ejemplo. Me acuerdo que antes poníamos el rulero, lo sacábamos y cortábamos, no había mucha técnica como ahora, antes era el peinado. Batíamos, usábamos spray de esos duros, el peinado duraba sí o sí en la semana, a la mitad de la semana las mujeres venían a retocarse el peinado. Se usaba así, el pelo tan largo no se usaba y otra que el pelo era recogido. Trenzas, los pelos cortos se usaban, los carré bien batidos”, rememora la mujer que supo realizar las mejores creaciones.

Así como los peinados cambiaron por un look más relajado y se le dio más importante al corte, también cambiaron la cantidad de eventos donde se los utiliza.

“Ahora se usa el pelo muy natural cuando alguien tiene un evento importante, pero ya los peinados en sí van muriendo, los peinados de ahora son desprolijos, como si se hicieran en casa, que son muy lindos, me encantan”.

Y si a alguien le gusta hacer algo, lo hace por mucho tiempo. Un ejemplo de ello es la trayectoria de Betina Anadón, que lleva alrededor de 60 años embelleciendo a varias generaciones. Sus conocimientos en peluquería hicieron que llamara la atención de una mujer que le dio el empujón necesario para el inicio de su carrera en Posadas.

“Yo vine con la idea de tener un jardín de infantes, porque la tarea de maestra jardinera me encantó. Vivía en la avenida Uruguay y Mónica tenía ocho años, ella iba a bailar el minué, así que yo le hice el vestido con unos encajes que tenía, le puse moños de terciopelo y le hice un peinado de época. A la media cuadra de mi casa vivía una señora que tenía peluquería, yo no la conocía, pero la hija de ella iba a la misma escuela de Mónica y entonces cuando le vio, le preguntó quién le peinó y ella le dijo ‘mi mamá, mi mamá es peluquera’”. 

“Esa señora vino a mi casa un día a visitarme y me dijo ‘vengo a felicitarla y usted sabe que tengo la peluquería acá a la vuelta, cuando quiera vaya y charlamos’. Iba a la tarde a la peluquería y le ayudaba, un día me dijo ‘¿no te querés quedar con la peluquería?’. Decidí que sí y me fui dos meses a Resistencia a volver a perfeccionarme. Ahí empecé y trabajaba como loca, empezaba 7.30 y terminaba a las 11 de la noche, sola hasta que después pude pagar una chica que me ayudaba”.

“Ahí empecé, estuve dos años en esa casa de Félix Aguirre, después alquilé en Bolívar y me quedé por 15 años. La peluquería por Junín vino después y fue mi mejor peluquería, la inflación de la época de Alfonsín me afectó y con mi hija Mónica estuvimos por calle Santa Fe, las cosas se fueron dando después para que pueda tener esta peluquería que tengo ahora”.
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